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Simone Biles y su ‘doble-doble’ debería hacerte pensar

Nota del editor: Ella Donald es una periodista y académica de Brisbane, Australia. Las opiniones expresadas en este comentario son propias de la autora.

(CNN) — Por ahora, las noticias de que Simone Biles triunfó en otro campeonato y, que además, dos movimientos originales de la gimnasia ahora llevan su nombre, son casi tan sorprendentes como la noticia de que una competencia ocurrió.

Rompiendo aún más barreras en el Campeonato Mundial en Stuttgart, Alemania, Simone Biles hace que –con 24 medallas hasta el momento en el campeonato (y después de ganar la competencia general con el mayor margen de la historia)– convertirse en la gimnasta más condecorada de la historia pareciera algo ya esperado.

Qué privilegio es, para todos los que encontramos las actuaciones de Biles tan emocionantes, poder hablar de tal genialidad tan informalmente.

Pero incluso para un atleta que ha alcanzado un nivel inusual de atención pública (la gimnasia generalmente se ignora a menos de que se trate de un año olímpico), su aparición en Stuttgart se encontró con una cantidad poco común de algarabía. Verás, mientras Biles se preparaba para hacer historia una vez más al anotar sus dos nuevos movimientos en los libros de récords al realizar esos movimientos en una competencia internacional, la controversia se estaba gestando. El órgano rector de la gimnasia emitió un fallo sobre la dificultad de los movimientos epónimos de Biles que debilita autoritariamente el poder de representación que tienen los atletas de élite sobre sí mismos. Dicho fallo se hace la vista gorda a los cambios en el deporte que una nueva generación de gimnastas -liderada por Biles- ha introducido en cuanto a lo que las mujeres pueden hacer.

El triple doble de Biles (doble backflip con tres giros, también conocido como Biles II) en el piso fue aprobado sin duda alguna por el órgano rector de la gimnasia mundial como un movimiento de valor J, el mayor grado de dificultad, pero el doble doble (dos giros, dos vueltas) aterrizaje de la viga fue reducido rápidamente a un valor H.

Fuera de contexto, los valores de las dos letras parecen pequeños: la J vale un punto de dificultad completo, mientras que la H conlleva un valor de 0.8 pero, de hecho, simboliza un abismo de dificultad: en Twitter, un fanático señaló que el nuevo movimiento de Biles solo valía 0,1 puntos más que el full-in comúnmente realizado (doble pliegue con un giro completo). En un deporte en el que el margen de victoria es a menudo muy estrecho, la designación de dificultad tiene un peso enorme. En 2017, cuando Morgan Hurd, la no favorita como reciente competidora en el nivel superior, ganó el título completo en el Campeonato Mundial, su victoria fue de solo 0,1 frente a la canadiense Ellie Black.

El comité técnico femenino de la Federación Internacional de Gimnasia (FIG), el órgano rector del deporte, dijo que la reducción de la dificultad es para evitar que las gimnastas, principalmente de países que buscan abrirse paso en el escenario mundial, intenten el movimiento arriesgado para mejorar su puntaje. “Al asignar valores a los nuevos elementos, el comité técnico de mujeres (WTC en inglés), toma en consideración muchos aspectos diferentes: el riesgo, la seguridad de las gimnastas y la dirección técnica de la disciplina”, según expresaron en un comunicado. Esto se ve comúnmente en actuaciones en las que se realiza el movimiento Produnova en bóveda (un handspring frontal en la viga y dos saltos mortales delanteros), el más duro en gimnasia, conocido por su potencial mortal: una carrera y un lanzamiento ligeramente desviados pueden significar un aterrizaje directamente en el cuello. “No estoy tratando de morir”, dijo Biles al New Yorker cuando se le preguntó si iba a intentarlo.

De hecho, la gimnasia en 2019 es un deporte que continuamente se ha visto impulsado a alcanzar nuevas alturas, un deporte que experimenta y que se libera de las anteriores ideas rígidas. No recompensar adecuadamente el trabajo de alguien como Biles, rechazar descaradamente la mayor innovación y entusiasmo que actualmente lo define, es contradecir el sistema en su conjunto. “Siguen pidiéndonos que lo hagamos más difícil y que demos más arte, que brindemos movimientos más difíciles”, dijo Biles a NBC después de que la decisión sobre el triple doble fuera adoptada. “Entonces lo hacemos, y luego no lo acreditan, y no creo que sea justo”.

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Las objeciones sobre el doble doble pueden parecer menores, después de todo, es un movimiento individual. Sin embargo, aparte de los debates sobre el poder que un atleta tiene sobre su propio cuerpo, la medida sobre el nuevo movimiento de Biles llega al fondo del deporte. En 2006, se modificó la concesión de puntos, pasando del sistema “perfecto 10”, personificado por la legendaria gimnasta rumana Nadia Comaneci (la primera en obtener ese puntaje), a un sistema abierto.

Bajo el método más reciente, las gimnastas reciben una puntuación “D” (dificultad) y “E” (ejecución), que comprenden respectivamente los valores asignados de lo que realizan y la precisión con la que lo realizan. El resultado es un potencial ilimitado para los puntajes y, como resultado, para lo que se puede lograr: internacionalmente, el puntaje más alto otorgado bajo este sistema fue a Nastia Liukin (EE. UU.) y He Kexin (China) en el Juego Olímpico de 2008, donde ambas obtuvieron puntajes de 16,725 en barras asimétricas. Dado que ambas obtuvieron el mismo puntaje de los paneles A y B, los jueces observaron los puntajes E del dúo en todo el panel y, Liukin, con 0,033 deducciones más, finalmente recibió la medalla de plata.

Introducido después de errores del jurado en el Juego Olímpico de 2004, el sistema abierto ha llegado a simbolizar un cambio en la gimnasia; ahora, es un juego de dificultad y experimentación, presionando a los gimnastas a realizar movimientos que puedan subir los puntajes unas décimas más. Los atletas están realizando movimientos más impresionantes, ya sea un diseño de doble espalda con un doble giro en el piso (también conocido como Moors, llamado así por la retirada competidora olímpica canadiense Victoria Moors) o Amanar en el salto. El dominio ahora está reservado para la gimnasia universitaria, la única forma del deporte que, en un nivel superior, retiene el sistema “10” (el entusiasmo perdurable por ese sistema estaba a la vista recientemente cuando la rutina de piso de la gimnasta Katelyn Ohashi, de la Universidad de California en Los Ángeles, que obtuvo un perfecto 10, se hizo viral). En el escenario internacional, menos no es más.

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Es fortuito que Biles apareciera en semejante momento de este deporte. Una atleta aparentemente hecha para el diseño no concluyente del sistema ilimitado, quien es capaz de equilibrar las demandas de una mayor dificultad con las de seguridad. La fascinación prolongada con sus hazañas la ha ayudado a catapultar a la gimnasia a un más alto de atractivo y conciencia, que no se había visto desde los años setenta y ochenta con los puntajes perfectos de Nadia Comaneci y Mary Lou Retton.

Es un momento emocionante para presenciar en la gimnasia, un recordatorio de genialidad y posibilidad ante los continuos problemas de la federación deportiva estadounidense para la gimnasia. Cada aparición en competencia y cada nuevo movimiento se encuentra con una ráfaga de asombro y atención de los medios, incrédulos ante los límites imaginados que Biles sigue ignorando. El puro poder físico de Biles – tiene tanta energía que a veces rebota incluso después de un largo pase- proyecta para los espectadores de todo el mundo una sensación de posibilidades sin límites.

Para alguien que en unos pocos obtuvo un dominio que empuja los límites, Biles también es prudente y considerada cuando se trata de tomar riesgos, pues solo agrega dificultad cuando confía en un rendimiento sin peligros. En Twitter, por ejemplo, la medallista de bronce del equipo olímpico británico y mundial 2017, Ruby Harrold, dijo que la FIG debería permitir calentamientos inmediatamente antes de la final del evento. Sin embargo, a un nivel más profundo, el trato hacia las iniciativas de Biles por parte de la FIG suscita una pregunta más existencial para el futuro de la gimnasia y los deportes femeninos. Si la mejor del mundo no es recompensada por su innovación en el deporte, entonces ¿quién lo será?

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