OPINIÓN | El suicidio político de Trump
Nota del editor: David Bittan Obadia es abogado, escritor, analista de temas políticos e internacionales, columnist en el diario El Universal de Venezuela y colaborador en otros medios de comunicación. Como conferencista, participó en el Congreso Judío Mundial y fue presidente de la comunidad judía de Venezuela. Su cuenta de Twitter es @davidbittano. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor. Puedes leer más artículos como este en cnne.com/opinión.
(CNN Español) — A decir verdad, pienso que fueron acertadas algunas de las políticas del presidente Donald Trump, como por ejemplo, en materia tributaria y económica.
En política exterior defendí el trasfondo de algunas medidas, como la salida del acuerdo nuclear con Irán, suscrito en 2015, por el cual Francia, el Reino Unido, Rusia, China, Alemania, la Unión Europea y Estados Unidos intentaban controlar la proliferación de armas nucleares de Irán, a pesar de que las buenas intenciones, a mi juicio, fueron defraudadas.
Considero asimismo que “los Acuerdos de Abraham” han sido un éxito también.
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Obviamente, hubo siempre una preocupación generalizada por el estilo y la personalidad de Trump, pero era un verdadero fenómeno político por los resultados obtenidos en las elecciones de 2016 que lo llevaron a la presidencia (aunque no ganó el voto popular) y también por los de las últimas, que si bien perdió, consiguió atraer a la mitad de los votantes, aproximadamente.
Ahora bien, en los últimos meses, Donald Trump demostró que su falta de cultura política y el hecho de haber sido un “outsider” han jugado en su contra.
Es realmente inaceptable el hecho de que el mandatario se haya negado a aceptar su derrota y que dificulte el proceso de transición. Su conducta antidemocrática rompe con la historia de ese país.
Los hechos vividos en Washington este miércoles 6 de enero, donde una turba furiosa –alentada por los discursos y mensajes del presidente Trump- irrumpió de manera violenta en el Congreso de EE.UU. son imperdonables. Estos eventos crean un precedente nefasto y manchan la tradición democrática de Estados Unidos.
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Las escenas surrealistas que han dado la vuelta al mundo no se corresponden con la primera potencia del planeta. Me pregunto: ¿con qué moral podrá ahora Estados Unidos exigir a países gobernados por tiranos y dictadores que se ajusten a la moralidad?
Trump se termina de suicidar políticamente y se lleva por el medio no solo a personas honorables, que colaboraron con él muy de cerca, sino que -en mi opinión- también destruye el Partido Republicano. No ha sido el coronavirus el que acabó con Trump; ha sido él mismo, con su actitud narcisista el que ha perdido las elecciones y también el Senado, el cual habría podido, perfectamente, quedarse en manos de los republicanos.
Al presidente Joe Biden le tocará ahora una nueva tarea y creo que será el reto más difícil de su mandato: poner orden en casa, limar las asperezas en una sociedad inducida a la división por medio del odio y buscar restaurar su imagen internacional ante este verdadero bochorno.
Considero que terminar con el período de Trump a través de un juicio político, como lo han sugerido algunas partes y a pesar de que sobran los motivos, sería abrir aún más la fisura democrática que, a partir de ahora, lleva a cuestas esa gran nación.
Mr. Trump: no tengo cómo defenderlo; usted termina como la canción: “pobre, enfermo y solo”.