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OPINIÓN | Lo que aprendimos del discurso de “no victoria” de Putin

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Alexandra Ferguson

Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.

(CNN)– El presidente de Rusia, Vladimir Putin, conmemoró el tradicional Día de la Victoria del 9 de mayo sin ninguna victoria que celebrar. Sus planes de conquistar Ucrania, y tal vez de sustituir su gobierno por uno favorable a Rusia, se han visto frustrados.

Sin ningún logro significativo en el campo de batalla, Putin se vio reducido el lunes a tergiversar la historia, reclamar su condición de víctima y fabricar otra teoría de la conspiración para justificar la invasión no provocada por Rusia de un país vecino y el creciente costo que está infligiendo a su propio pueblo.

Según Putin, Rusia no tenía otra opción que defenderse de una amenaza creciente. Rusia buscó un acuerdo razonable, pero “los países de la OTAN no quisieron escucharnos… [tenían] planes totalmente diferentes, y lo vimos”, dijo en un desfile militar en la Plaza Roja de Moscú.

“En Kyiv”, añadió falsamente, “anunciaron la posible adquisición de armas nucleares, el bloque de la OTAN comenzó a tomar activamente el control militar de los territorios adyacentes al nuestro”. Un choque con los “neonazis” era “inevitable”. Luego vino la declaración de victoria de Putin, tal como fue: “Rusia repelió esta agresión”.

Un Putin sometido no sonaba como el líder triunfante de una nación victoriosa. Por el contrario, sonó como un hombre asediado y desafiante, tratando de explicar, de superar a sus críticos.

Intentó establecer un vínculo directo entre la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, conmemorada el 9 de mayo, y la lucha en Ucrania. La conexión es una falsa y calumniosa reescritura de la historia.

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En lugar de un mensaje intimidatorio para el mundo, Putin socava su propia afirmación al pueblo ruso de que esto no es una guerra. Sería difícil para un ciudadano ruso que viera al presidente racionalizar la necesidad de la “operación militar especial”, no quitarse la inequívoca sensación de que el país está en guerra, un término prohibido.

La mayor parte del discurso tuvo como objetivo explicar al pueblo ruso por qué los soldados rusos están muriendo. Por qué la vida está cambiando.

Rusia, según Putin, se está defendiendo de una OTAN agresiva y cada vez más amenazante. Putin incluso trató de presentarse como el defensor de los valores tradicionales contra la “degradación moral” de Occidente. Es el tipo de retórica que alimenta a sus partidarios de ultraderecha en las redes de propaganda occidentales. Pero no hace nada para cambiar una realidad sombría.

En los primeros días de la guerra, que abarca ya 10 semanas, cuando el Kremlin esperaba una victoria rápida y fácil, Rusia esperaba aparentemente hacer un gran desfile en Kyiv. Pero la desastrosa actuación de Rusia en el campo de batalla, unida a la feroz resistencia de los ucranianos, potenciada por las armas procedentes del extranjero, lo hizo imposible.

En su lugar, Rusia tuvo que montar un espectáculo, organizando uno de sus innegables e impresionantes desfiles militares. Aunque el de este año fue mucho menos impresionante que los anteriores. Los soldados desfilaron en perfecta sincronía, con sus barbillas desafiantes hacia arriba, sus uniformes crujientes, las armas retumbando en la Plaza Roja. Pero la celebración tuvo una atmósfera diferente.

La maquinaria militar rusa brevemente elogiada parece un Ejército Potemkin. La reputación de Putin como un estratega excepcionalmente hábil está en ruinas. En lugar de conquistar o incluso debilitar a Ucrania, ha impulsado el sentido de nación de Ucrania y su compromiso de seguir su propio camino. En lugar de poner a los rusoparlantes de Ucrania en contra del gobierno central, ha hecho que los ucranianos se unan en su desprecio por Moscú. En lugar de dividir a la OTAN, la ha unido, y potencialmente llevará a su expansión.

La torpeza del Kremlin incluso intentó hacer “gaslighting” en el Día de la Victoria. El tan esperado desfile aéreo prometía ser espectacular, con 77 aviones surcando el cielo, marcando los 77 años de la rendición nazi y haciendo la forma de una Z, la insignia de las fuerzas rusas en Ucrania.

Misteriosamente, el espectáculo aéreo fue cancelado. La causa fue el mal tiempo, según el portavoz de Putin, Dmitry Peskov. Pero para los que lo vimos por televisión, el cielo estaba azul, un día perfecto para un desfile… y para volar.

No le creas a tus ojos mentirosos, parecía decir el Kremlin, bien alineado con la sarta de mentiras sobre la que lanzó esta guerra.

En anteriores celebraciones del Día de la Victoria, los líderes mundiales se situaron en la tribuna de honor junto a Putin. Después de todo, derrotar a los nazis fue una victoria no solo para los aliados que lucharon contra ellos, sino para la humanidad.

Putin ha estado en esa fecha hombro con hombro con los presidentes de Estados Unidos y Francia, los primeros ministros de Italia y Japón, el canciller alemán y el secretario general de las Naciones Unidas.

Este año, Rusia estaba sola. Los líderes mundiales acudieron a Kyiv para solidarizarse con el pueblo ucraniano y con el presidente Volodymyr Zelensky, que conmemoró la ocasión a su manera.

Putin ha intentado presentar la victoria sobre los nazis como una hazaña rusa. Pero fue la Unión Soviética, junto con los aliados, quien derrotó a Hitler.

Y la Unión Soviética incluía a Ucrania.

Zelensky, vestido con su conocido color verde oliva militar, publicó un video en el que aparecía caminando por las calles de Kyiv para conmemorar la ocasión. “Nunca olvidaremos lo que hicieron nuestros antepasados en la Segunda Guerra Mundial”, prometió. “Muy pronto”, añadió, retorciendo un cuchillo retórico, “habrá dos Días de la Victoria en Ucrania, y alguien no tendrá ninguno”.

Su mensaje a Putin, al pueblo ucraniano y a todo el mundo fue claro: “Ganamos entonces. Ganaremos ahora. Feliz Día de la Victoria sobre el Nazismo”.

La cuestión ahora, después de un día en el que muchos esperaban que Putin anunciara una movilización nacional, es qué pasa ahora con su guerra. El presidente de Rusia no dejó entrever cuál es su plan. Pero al presentar de nuevo la guerra como una guerra contra los nazis, y como una guerra defensiva sobre la que no tiene elección, implícitamente dijo al pueblo ruso que el conflicto continuará.

Al mismo tiempo, solo habló de la región de Donbás, en el este, y no del resto de Ucrania. Los objetivos de Putin en Ucrania se han reducido drásticamente. El enfoque se ha alejado decisivamente de Kyiv, de controlar al país.

Ahora Putin quiere apoderarse del Donbas, y quizás de toda la costa ucraniana en el mar Negro, lo que paralizaría la economía de Ucrania. Pero ni siquiera eso va bien.

Al reescribir el pasado, Putin tiene que enfrentarse al presente. Y la realidad en este Día de la Victoria, a pesar de todo el sufrimiento y la devastación que ha infligido a Ucrania, es que no tiene ninguna victoria que celebrar.

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