Skip to Content

Actuó como una heroína durante el tiroteo de Uvalde. Pero tres años después, esta maestra dice que es considerada una villana

Por Shimon Prokupecz, Matthew J. Friedman y Rachel Clarke, CNN

Cuando la maestra Amy Marín-Franco vio que una camioneta se estrellaba en una zanja afuera de su escuela, lo primero que pensó fue ir a buscar ayuda.

Cuando un joven salió de la camioneta con un arma, ella giró abruptamente: todavía quería buscar ayuda, pero ahora era para proteger a los niños y al personal dentro de su escuela.

“No fui una cobarde”, le dijo a CNN.

Pero por lo que dijo la policía, se convirtió en algo peor: alguien que no había seguido el protocolo y que, sin querer, ayudó a un adolescente asesino a ingresar a una escuela primaria donde mató a 19 niños y a dos maestros en lo que resultó ser el tiroteo escolar más mortífero en una década.

Excepto que no era cierto.

Y aunque los funcionarios se retractaron de su denuncia unos días después, Marín-Franco dice que las dudas, tanto de vecinos como de extraños, han persistido desde entonces. Durante semanas después del tiroteo, dijo que no salió a ninguna parte. Cuando finalmente fue a una reunión de la junta escolar, se sentó en la parte de atrás, temerosa de que las familias en duelo que llenaban las primeras filas la atacaran. Hasta el día de hoy, dice que la gente todavía cree la mentira. “Lo veo todos los días”, dijo. “Puedo sentir la división, puedo sentir que las personas dicen: ‘Um, ella dejó la puerta abierta’”.

Incluso hay pruebas en el video de vigilancia de lo que hizo y no hizo. Marín-Franco cree que esa evidencia limpiará su nombre para siempre, pero está hace dos años intentando aclarar la situación mientras funcionarios locales y estatales en Texas quieren mantener ocultos los registros públicos.

“Ese es precisamente el video, porque quiero dejar claro que no corrí a mi salón de clase para esconderme”, dijo. “No pensé en mí misma. Pensaba en salvar vidas”.

Sucedió el 24 de mayo de 2022, en la última semana de clases antes de las vacaciones de verano en la escuela Robb Elementary, en Uvalde.

El cuarto grado había tenido su ceremonia de premiación más temprano en la mañana y Marín-Franco se estaba preparando para una fiesta con baile para celebrar con sus estudiantes que participaban en actividades extraescolares.

Empujó un carrito con ruedas desde su salón de clases hacia un pasillo adornado con un enorme cartel pintado a mano que decía: “Felicidades clase de 2022”. Salió hacia el estacionamiento para buscar suministros, le puso una piedra al marco de la puerta lateral
para evitar que la puerta se cerrara por completo. Eso iba en contra de la política del distrito, pero usar la piedra para sostener la puerta cuando salían a buscar algo de sus autos o para tomar un breve descanso afuera, era una práctica común entre los maestros
del edificio.

Cuando la camioneta se estrelló, Marín-Franco corrió de vuelta a su salón de clases para buscar su teléfono y llamar al 911.

“Hubo un accidente detrás de la escuela Robb”, le dijo a la operadora tan pronto como se conectó la llamada, según mostró una grabación de la conversación.

Durante la llamada, Marín-Franco se dirigió hacia la camioneta, luego su voz cambió repentinamente. Primero hubo confusión sobre las acciones de dos hombres de una funeraria cercana que también habían ido a ayudar.

“Están corriendo, no sé por qué”, le dijo a la operadora. Luego hubo conmoción y alarma cuando vio al hombre salir de la camioneta y dispararles. “¡Oh, Dios mío! ¡tiene un arma!”.

Marín-Franco corrió de regreso al edificio y abrió la puerta. El video de vigilancia la muestra claramente quitando la piedra con la planta del pie derecho antes de cerrar, con vigor, la puerta de entrada.

“El video me muestra corriendo hacia el edificio y cómo cierro la puerta. Pateo la roca y cierro la puerta”, le dijo a CNN.

Una investigación del Departamento de Justicia halló que esta acción debería haber cerrado la puerta para que no se pudiera abrir por fuera, aunque no había manera de verificarlo desde adentro. Y recién este mes, CNN hizo públicos registros de mantenimiento que mostraban problemas continuos con esa puerta y muchas otras puertas internas y externas antes del tiroteo.

El video de vigilancia del pasillo muestra a Marín-Franco golpeando la puerta de una colega para pedirle que inicie el procedimiento de un cierre total de la escuela, mientras ella sigue hablando por teléfono con la operadora de la policía y regresa a la puerta de
entrada para echar un vistazo afuera y tratar de obtener más información sobre la manera en que se acerca el atacante.

“Estoy manteniendo la puerta cerrada. Tengo el teléfono en la mano izquierda y le digo: ‘Lleva una sudadera con capucha negra, tiene el cabello negro. Arrojó un arma. Tiró una bolsa. Arrojó otra pistola. Saltó la cerca’”.

Un minuto antes de que el atacante entrara a su edificio, Marín-Franco fue a su salón de clases vacío y cerró la puerta unos 30 segundos antes de que él entrara. No tenía llave para cerrarla, dijo.

“Seguí mirando hacia la puerta para ver si el atacante entraba en mi clase”. Marín-Franco recordó esos momentos frenéticos mientras pensaba en ir al pasillo, o buscar un lugar para esconderse, y finalmente se agachó y se escondió debajo de un mostrador en su
salón de clase.

Marín-Franco le susurró a la operadora que el atacante estaba dentro del edificio, antes de que se cortara la llamada. “Las rondas de disparos continuaban, pero después de cada ronda, había un silencio total”, añadió.

Ella recuerda que empezó a dar rienda suelta a sus pensamientos, y que decidió aceptar su destino mientras se imaginaba distintas situaciones para enfrentar al atacante.

“Y luego escucho voces y digo: ‘¿Qué es eso? Esos son los policías’”, dijo.

Los agentes de policía ingresaron a la escuela por la misma puerta que el atacante, y menos de tres minutos después que él. Pero después de un acercamiento inicial durante el cual fueron atacados, perdieron impulso, y entonces se pusieron a esperar por unas llaves, o por herramientas para derribar puertas, o por personal especializado. Gran parte de ese tiempo, los socorristas se apostaron en ambos extremos del pasillo, muchos de ellos fuera del salón de clases de Marín-Franco.

Ella esperó hasta que, aparentemente por casualidad, un oficial de policía abrió la puerta de un salón de clases conectado al suyo y la escoltó hacia afuera.

“Nunca me moví hasta que finalmente, alguien entró y me sacó”.

Eso transcurrió durante un poco más de 20 minutos después de que los agentes de policía ingresaran a la escuela. Pasaron otros 52 minutos antes de que confrontaran al atacante y obtuvieran ayuda para las víctimas.

Aunque estrelló la camioneta de sus abuelos fuera del campus, el atacante no tuvo problemas para llegar a la escuela. Disparó contra las ventanas y abrió la puerta que Marín-Franco había cerrado con fuerza. Y eso se convirtió en un punto crítico para el fracaso de las fuerzas del orden cuando, al principio, buscaban encontrar culpables.

La Escuela Primaria Robb era el más fácil de los blancos fáciles. La cerca perimetral de aproximadamente 1,5 metros de altura no era una barrera para alguien decidido a escalarla. No había seguridad a tiempo completo. Y había múltiples entradas a varios de los edificios.

Tres días después del tiroteo, estaba claro que algo había salido muy mal en la respuesta por parte de las fuerzas del orden. Cientos de oficiales fueron a la escuela, pero les tomó 77 minutos disparar y matar al atacante.

También abundaban los rumores y la desinformación sobre lo que había sucedido.

El coronel Steve McCraw, entonces director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, la principal agencia de aplicación de la ley del Estado, se dedicó a aclarar algunas cosas.

“Estamos aquí para informar sobre los hechos según lo que sabemos ahora”, dijo a los periodistas el 27 de mayo, dando detalles de la videovigilancia, las llamadas al 911 desde el interior de las aulas donde estaba el atacante y las pruebas que se habían recopilado.

McCraw repasó la cronología de los hechos, aclaró que un oficial de policía se había encontrado con un entrenador deportivo y no con el atacante fuera de la escuela y comentó sobre lo que mostraba la cámara de vigilancia del pasillo: que Marin-Franco abrió la puerta para salir y colocó un objeto para mantenerla abierta y luego corrió de vuelta hacia adentro para buscar su teléfono celular. Pero no dijo nada sobre el hecho de que ella había pateado la piedra y cerrado la puerta.

En respuesta a una pregunta que se le hizo, fue más allá y añadió: “Esa puerta trasera estaba abierta y tenía un objeto que la mantenía así. No se suponía que estuviera abierta de esa manera. Se suponía que debía estar cerrada con llave”, dijo. “Ciertamente, la maestra que regresó a buscar su teléfono celular la abrió de nuevo, por lo que ese fue un punto de acceso que utilizó el sujeto”.

En casa, acompañada de su hija, Marín-Franco vio cómo McCraw le destrozaba la vida, en vivo, por televisión.

“Miré a mi hija y le dije: ‘Cerré la puerta. Cerré la puerta’”, recordó Marín-Franco con CNN. “Temblaba incontrolablemente de pies a cabeza, no me podía controlar”.

Se sentía tan mal que le pidió a su hija que la llevara al hospital para que la viera un médico.

“La enfermera me tomó los signos vitales, y yo la miré y le dije: ‘Cerré la puerta, cerré la puerta’, y temblaba de pies a cabeza”, recordó Marín-Franco. La enfermera dijo: ‘Necesitas calmarte, ¿te me vas a desmayar?’ Y la miré y seguí diciendo: ‘Cerré la puerta. Cerré la puerta”.

Al día siguiente, mientras todavía estaba en el hospital, Marín-Franco recibió la visita de su supervisor, a quien le rogó que la ayudara a aclarar las cosas. El colega estaba allí cuando un Texas Ranger y un agente del FBI vinieron a decirle que habían revisado el video y que vieron que ella había cerrado la puerta.

Ese colega envió un correo electrónico a los líderes del Distrito Escolar Independiente Consolidado de Uvalde: “Amy ya está bajo mucho estrés por haber vivido la tragedia, así que no queremos que sufra más debido a la desinformación”. Y agregó: “Amy insistió
en querer que supieran estos hechos que tienen que ver con ella”.

Una semana después del tiroteo, el portavoz del Departamento de Seguridad Pública, DPS (por sus siglas en inglés), Travis Considine, le dijo a The Associated Press que el relato de Marín-Franco había sido confirmado. “Verificamos que cerró la puerta. La puerta no se
cerró para que no se pudiera abrir por fuera. Eso es lo que sabemos y ahora los investigadores están investigando por qué no se cerró como si estuviera con llave”, dijo.

Meses después, McCraw reconoció que el error podría haberse corregido antes. “Dije que la maestra puso la piedra en la puerta. Lo dije ese viernes y no lo corregí hasta la semana siguiente”, dijo en una reunión de la Comisión de Seguridad Pública del estado en octubre de 2022, y agregó: “Cuando nos enteramos, ciertamente lo corregimos oficialmente”.

Marín-Franco dijo que le enviaron una declaración a su familia pero que nunca lo ha considerado lo suficiente. “Nunca me llamaron. Nunca llamaron a mis hijos. Nunca se disculparon conmigo”, dijo.

Uvalde es una ciudad pequeña, donde las vidas de las personas están entrelazadas. Los padres que perdieron a sus hijos todavía ven en las tiendas de comestibles a los oficiales que esperaron en el pasillo antes de actuar. Algunos de los socorristas tenían hijos en la Robb. El nieto de Marín-Franco era alumno de segundo grado de la Robb, pero en otro edificio. Un oficial de policía escolar estaba casado con una de las maestras que murió. Y casi todos saben de las vidas de los demás.

Mucha gente sabía que fue Marín-Franco a quien McCraw se refería, incluso aún sin que hubiera usado su nombre. Y mientras ella sufría por las miradas y los comentarios de reproche, también le preocupaba otro aspecto de la vida en un pueblo pequeño.

La semana anterior a la masacre, ella había comprado comida en el Wendy’s local, donde fue atendida por un joven que pronto compraría dos rifles y se los llevaría junto con una reserva de municiones a su escuela primaria.

“Me dio la comida y no había nada feo en él. No había nada malo en él”, dijo Marín-Franco sobre cómo lo percibió en ese intercambio. Ahora, ella hace todo lo posible para bloquear el rostro de él de su mente.

“Cuando me voy a dormir, que es muy poco, trato de dormir y veo su cara”.

Marín-Franco, ahora de 60 años, no ha trabajado desde el día del tiroteo. Todavía tiembla y cojea como resultado del esfuerzo mental y físico por lo que sucedió. Los ataques de pánico pueden desencadenarse al oír una sirena o al lavarse las manos.

Vive sola y pasa el tiempo rezando y leyendo. También pinta, algo que puede ayudar a calmarle el temblor en la mano cuando se concentra intensamente en el pincel. Ella vende parte de su trabajo para pagar sus cuentas.

Las pinturas de girasoles que ha hecho cuelgan de la pared de su sala de estar, pero se iría de Uvalde si pudiera costeárselo.

“Si quiero sanar, no lo voy a poder hacer aquí”, dijo. “Era una persona diferente. Pero esa persona murió ese día. Veo mis fotos de antes. Ese ya no soy yo”.

Por ahora, todavía siente la necesidad de mostrarle a la gente lo que hizo. “Quiero que todo el mundo vea que no corrí directamente a mi salón de clase para esconderme. Alerté a todos de que había un atacante en el campus”, dijo. “No me quedé parada como lo hicieron todos esos 376 oficiales. Les advertía a todos que se metieran en sus salones de clase”.

Aunque CNN y otras organizaciones de medios obtuvieron copias del video de vigilancia hace tres años, todavía no se ha hecho una divulgación pública de las imágenes sin editar. La ciudad y el condado de Uvalde y el distrito escolar han publicado, o al menos prometido publicar, los registros públicos, pero el Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS, en inglés) todavía intenta mantenerlos en secreto. Eso incluye el video de vigilancia tomado de Robb Elementary poco después de la masacre, que el distrito escolar dice que es la única copia.

El DPS le dijo a CNN que no tenía planes de publicar el video. “El video al que se hace referencia fue recopilado como prueba en una investigación penal y actualmente se mantiene como tal en un proceso penal pendiente”, dijo el organismo en un comunicado.

Más de tres años después, Marín-Franco obtuvo algo que necesitaba: una disculpa de sus antiguos empleadores. Ella dijo que nunca había sido contactada por nadie del distrito escolar, desde las súplicas enviadas cuando estaba en el hospital, hasta fines del mes pasado en una reunión de la junta escolar.

Allí reprendió a los miembros de la junta por no divulgar los registros públicos como habían prometido.

“Nos pidieron que confiáramos en ustedes, pero ¿cómo podemos confiar?”, preguntó. “Dicen que defienden la transparencia, pero han retenido las imágenes que limpiarían mi nombre y mostrarán mi valentía y la verdad de lo que hice ese día”.

Después de que los abogados del distrito reconocieran que se había cometido un error y que dijeran que se publicaría más información —excepto el video— el miembro de la junta JJ Suárez dedicó un tiempo necesario para dirigirse a ella, después de decir que había visto las imágenes a través de los medios.

“Me alegro de que ese video estuviera allí, porque usted ha pasado por mucho. No sé cómo salió a la luz ese video, porque no lo tenemos, nuestro distrito no lo tiene, pero salió por alguna parte. La absuelve, Amy, la absuelve de cualquier delito y de todo de lo que
la acusaron”.

En una reunión posterior, y con una nueva representación legal, la junta escolar fue más allá con respecto a sus archivos que están en poder de DPS, incluido el video.

“El distrito ha solicitado esos registros, pero no se han proporcionado”, explicó el abogado Philip Fraissinet.

“A la junta le gustaría presentar un escrito instando al tribunal a publicar todos los registros y grabaciones que fueron tomados del distrito y están en posesión del DPS”.

Ya casi era medianoche, pero Marín-Franco todavía estaba allí, con la esperanza de presenciar un paso más en su búsqueda de la verdad.

The-CNN-Wire
™ & © 2025 Cable News Network, Inc., a Warner Bros. Discovery Company. All rights reserved.

Shimon Prokupecz y Matthew J. Friedman de CNN informaron y escribieron sus informes desde Uvalde, Texas, y Rachel Clarke informó y escribió su informe desde Atlanta.

Article Topic Follows: CNN - Spanish

Jump to comments ↓

Author Profile Photo

CNN Newsource

BE PART OF THE CONVERSATION

KVIA ABC 7 is committed to providing a forum for civil and constructive conversation.

Please keep your comments respectful and relevant. You can review our Community Guidelines by clicking here

If you would like to share a story idea, please submit it here.