“La ONU olvidó su premisa inicial”, dice el argentino Rafael Grossi, quien busca ser su próximo secretario general
Por Iván Pérez Sarmenti, CNN en Español
El argentino Rafael Grossi, director general de Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), quiere ser el próximo secretario general de las Naciones Unidas “porque es muy importante rescatar el papel del organismo en un mundo afectado por fragmentación, guerras, conflictos y graves peligros”, según dijo este lunes en una entrevista con CNN en Buenos Aires, momentos antes de la presentación oficial de su postulación por parte del Gobierno de Argentina.
El diplomático, de 61 años, se define como un “multilateralista convencido” que ha dedicado su vida a la diplomacia y dirige ahora la agencia de la ONU encargada de velar por la seguridad nuclear y la no proliferación. “Ahora, como director del OIEA, que es una de las instituciones más importantes de la familia de organismos internacionales, hemos estado involucrados en una serie de crisis internacionales con un impacto bastante efectivo y esto me llevó a creer que, en este punto, cuando la institución básica, la institución madre, se encuentra en una encrucijada, podemos hacer una contribución. Estoy convencido de que puedo hacerlo”, afirma.
El sucesor del portugués Antonio Guterres se elegirá en 2026, para asumir el 1 de enero de 2027. El último latinoamericano al frente de las Naciones Unidas fue el expresidente peruano Javier Pérez de Cuellar, entre 1982 y 1991, y muchos señalan que en la ONU existe la costumbre no escrita de rotar las regiones. Si eso se cumpliera, de América Latina debería salir la nueva conducción del organismo.
En ese sentido, en la región Grossi enfrenta al menos dos adversarias, acorde con las voces que reclaman que una mujer conduzca la ONU. La dos veces presidenta de Chile y ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet y la ex vicepresidenta segunda de Costa Rica y actual directora de la Agencia para el Comercio y el Desarrollo Rebeca Grynspan fueron propuesta para el cargo
-Hay muchos que creen que ya es momento de que una mujer lidere la ONU. ¿Cree que esto podría afectar su candidatura?
-Hay quienes creen eso. Mi impresión es que, cuando se trata de una elección para un cargo, ya sea a nivel internacional o nacional, todo pasa por seleccionar a la persona adecuada para el puesto. Puede ser un hombre, puede ser una mujer también. En este caso, tenemos candidatas mujeres distinguidas, por lo que creo que este principio de igualdad entre hombres y mujeres, que al final del día es lo que importa, estará muy bien contemplado. Pero la idea de que tenemos que elegir a una mujer, no importa quién, no me parece que esté tomando este proceso con la seriedad que merece. Puede ser una mujer. Puede ser un hombre. Vayamos por la mejor persona que pueda cumplir este rol crucial para la paz y la seguridad internacionales.
-¿Cómo puede la ONU recuperar credibilidad después de todas las críticas recibidas por parte de algunos Estados miembros, como Estados Unidos e Israel? ¿Estas críticas están justificadas?
-No sé si están justificadas o no, pero existen y están ahí. Son de Estados Unidos e Israel, como usted mencionó, y hay otros que se lo están cuestionando. Incluso iría un poco más allá y le preguntaría a usted: si le pregunta a su entorno, a sus amigos, a sus seres queridos, ¿qué piensan de la ONU? No creo que vaya a recibir una respuesta especialmente elogiosa. Probablemente la gente diga: bueno, es una buena idea, pero en realidad no está funcionando muy bien. Entonces creo que, especialmente cuando vemos a las naciones más influyentes del mundo diciendo que esto no está funcionando bien, tenemos que detenernos y escuchar, independientemente de que estemos o no de acuerdo.
Yo creo que la ONU, de alguna manera, olvidó la premisa inicial sobre la cual fue creada: velar por la paz y la seguridad internacionales. Hay otras áreas muy importantes —el trabajo humanitario, el desarrollo— todo eso es importante, pero esta tarea central de evitar que la gente se enfrente, de tratar de prevenir y, si es posible, resolver guerras, ya no está presente.
Cuando uno mira los conflictos actuales en el mundo —en África, en Europa o en cualquier otro lugar— ve una cosa: la ONU no aparece. Y creo que no tiene por qué ser así.
Esta idea de que la ONU puede hacer un trabajo importante en estos ámbitos es lo que importa en este momento. Son lo que antes se llamaba los “signos de los tiempos”. Son tiempos de fragmentación, de conflicto, de una agenda internacional muy dura. Y es un momento en el que la ONU debe responder a esto o quedar condenada, o resignarse, a una creciente sensación de irrelevancia.
-Hablando de estos tiempos para la ONU, ¿cuáles son los desafíos de tratar con un presidente como Donald Trump?
-Donald Trump es el presidente democráticamente electo de los Estados Unidos, un país clave para la arquitectura de la seguridad internacional. Debo decir que he tratado con la primera administración del presidente Trump, como director del OIEA, en una serie de temas muy importantes y difíciles como el programa nuclear de la República Islámica de Irán, Siria, Corea del Norte o ahora la guerra. Y siempre encontré cooperación y un diálogo excelente.
No siento que haya un problema particular allí. Por supuesto, existe esta crítica muy clara desde la Casa Blanca hacia la ONU y hacia la forma en que está funcionando actualmente.
Déjeme decirle que, en mis conversaciones en Washington —y soy un visitante frecuente por los temas que tratamos— el secretario Rubio u otros funcionarios nunca me dijeron que haya que terminar con la ONU o abandonarla. Siempre me dijeron: esta no es la ONU que nos gustaría ver.
Y siendo Estados Unidos el principal país contribuyente en términos de presupuesto de la ONU, creo que es totalmente legítimo que quieran ver resultados en función de su inversión, política y de otro tipo. Bueno, veamos cómo lo hacemos juntos.
-Hablando de Donald Trump, ¿cómo evalúa la postura de Estados Unidos frente a Nicolás Maduro y Venezuela?
-Creo que es un caso en el que la ONU podría estar haciendo una contribución. Es un tema muy complejo y en este momento no estoy a cargo. António Guterres es actualmente nuestro secretario general y lo apoyamos plenamente. Pero no vemos a la ONU involucrada en este tema. Personalmente, creo que es un asunto en el que se puede encontrar una solución duradera, estable y a largo plazo.
-¿Cuál puede ser el rol de la ONU en la guerra de Ucrania considerando que el agresor, Rusia, tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad?
-Bueno, esta es una pregunta que no solo se aplica a Ucrania, sino potencialmente a cualquier otro conflicto, pero tiene razón. Y por eso creo que, desde mi rol en la OIEA algo he demostrado en el capítulo nuclear de la guerra entre Ucrania y Rusia. En este momento, el OIEA es la única organización internacional presente con un despliegue permanente en la central nuclear de Zaporiyia. Estoy en diálogo constante —me han visto con el presidente Putin, con el presidente Zelenski, con nuestros socios europeos, con China, con todos los que tienen un interés directo o indirecto en el conflicto. No veo por qué la ONU no podría desempeñar un rol similar. En este momento hay una negociación importante y prometedora. Incluso este fin de semana vimos una sesión muy relevante en Florida, liderada por el enviado especial (de Estados Unidos Steve) Witkoff, y semanas atrás una delegación ucraniana importante con Rusia. Creo que, especialmente en la fase posterior al conflicto, la ONU podría desempeñar un papel muy importante, aunque esto depende, por supuesto, de los propios negociadores.
-Hablemos de Zaporiyia y Chernóbil. ¿Cuál es la situación actual en ambas plantas?-
-En el caso de Zaporiyia, está en medio de la guerra. Yo mismo lo he vivido: estuve 13 veces en Ucrania y crucé seis veces la línea del frente para llegar a Zaporiyia. Es una instalación que está literalmente en la línea de combate. Ha habido bombardeos directos, incursiones de drones, cortes de energía. Recientemente, logramos negociar y alcanzar un cese del fuego entre Rusia y Ucrania para facilitar reparaciones cruciales en campo abierto, que exponían a los operadores técnicos al fuego enemigo. Si se extrapola esto a una negociación más amplia, creo que se puede hacer mucho más.
En cuanto a Chernóbil, fue ocupada al inicio del conflicto en febrero de 2022 y luego las tropas rusas se retiraron. OIEA ingresó y ahora tenemos equipos allí y en toda Ucrania. Recientemente emitimos un informe tras una incursión de drones que comprometió el aislamiento del gran sarcófago que cubre el reactor. No significa que haya liberación de radiación, pero sí requiere una reparación muy importante. Ya estoy en conversaciones con el gobierno ucraniano y vamos a brindar apoyo técnico a un trabajo que llevará varios meses y será costoso.
-¿Cómo está el programa iraní tras los ataques de Estados Unidos? ¿Puede Irán convertirse en una amenaza nuclear?
-Desde hace tiempo existe preocupación por Irán. Siempre hemos dicho que no tenemos información que indique que Irán tenga un programa activo de armas nucleares. Sí tiene un programa nuclear con zonas grises. Han acumulado uranio enriquecido al 60%, sin una justificación clara, cuando para una bomba se necesita un 90%. Eso genera dudas. Pero no estamos a favor del uso de la fuerza. Tras los ataques, Irán adoptó una actitud más reticente hacia nuestras inspecciones. Hemos retomado gradualmente las inspecciones, pero aún no tenemos acceso a instalaciones clave como Natanz, Fordow e Isfahán. Y esto genera especulación. Yo estoy activamente involucrado, en contacto constante con el canciller iraní Abbas Araghchi, tratando de facilitar el diálogo. Esta es la única manera de evitar una repetición del uso de la fuerza.
-Israel no está obligado a informar sobre sus asuntos nucleares, pero ¿Cree que debería poder saberse qué está haciendo en este tema?
-Por principio, sí. Siempre hemos abogado para que Israel y cualquier otro país que no lo haya hecho se adhieran al Tratado de No Proliferación Nuclear. Sabemos que no es la política actual de Israel, pero creemos que ese debería ser el curso natural de los acontecimientos cuando la situación en Medio Oriente se estabilice.
-Por último, ¿le preocupan las amenazas que ha recibido por parte de Irán? ¿Cómo lidia con eso?
-Es algo muy injusto y lamentable. No es cómodo ni para mí ni para mi familia. Lo veo como parte de mi misión y de mi trabajo. Algunas personas han optado por recurrir a amenazas, pero eso no nos va a detener en el cumplimiento de nuestro deber.
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