Sanders y Clinton: heridas que no cicatrizan
Nota del editor: Rocío Vélez es abogada con más de 15 años de experiencia en mercadeo internacional, desarrollo empresarial y defensora de asuntos ambientales. Estratega republicana. Graduada en la Pontificia Universidad de Puerto Rico con un postgrado en Ciencias de la Historia y Política de la Universidad Point Park de Pittsburgh. Las opiniones expresadas en este artículo son propias de la autora.
(CNN Español) — Luego de unos meses intensos en el ámbito político nacional con el juicio político del presidente Trump, además de un primer mes de 2020 que comenzó cargado con actividad en el Medio Oriente, desastres naturales y una crisis epidémica mundial, nos encontramos finalmente en el comienzo de las primarias presidenciales.
Las encuestas más recientes en EE.UU. muestran el aumento en la percepción y el apoyo que tiene Bernie Sanders entre los votantes demócratas en las primarias presidenciales de su partido.
Bernie Sanders fue el número 1 en la clasificación demócrata en 2019
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Y aunque el exvicepresidente Joe Biden aún cuenta con el apoyo sólido de grupos minoritarios, quienes son un factor determinante en estados como Carolina del Sur, donde será la cuarta primaria el 29 de febrero, lo crítico serán los resultados de las primeras tres contiendas, tanto en las asambleas partidarias de Iowa y Nevada, como en las primarias de Nueva Hampshire. Si Sanders gana dos de estas contiendas aumentarán los ataques en su contra por parte del “establishment”, mejor conocido en los círculos de Washington como la maquinaria política del statu quo. La riña entre la campaña de Hillary Clinton y sus seguidores y la campaña de Sanders en 2016 dejó un sabor que ha provocado varios ataques de la propia Clinton y de sus partidarios en estos últimos días.
Esa división, producto de lo que aconteció antes de la Convención Demócrata de 2016, fragmentó el sólido apoyo que Hillary Clinton pensaba que tenía para las elecciones presidenciales en noviembre de aquel año. Muchos de sus seguidores aún culpan al equipo de Sanders por la derrota de ella ante Trump en estados como Pensilvania y Wisconsin. Pero lo cierto es que el movimiento populista de Sanders no solo es organizado, sino que ha ido en aumento y tiene seguidores de todas las culturas, grupos étnicos y principalmente, mueve a los jóvenes.
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Es un hecho indiscutible que los mismos contrincantes de Sanders en estas primarias, quienes son considerados candidatos moderados, abrazaron muchas de sus posturas reformistas y de inclinación de izquierda progresista al comienzo de los debates. Se agarraron de ello para poder presentarse como opciones “antiestablishment” y romper así con la norma para sobresalir con propuestas de salud gratuita, condonación de deudas estudiantiles y aumento de impuestos a los ricos. Inclusive el exalcalde de Nueva York, Mike Bloomberg, un independiente que aspira a la nominación demócrata, un multimillonario que financia su propia campaña, ha anunciado su propuesta de aumentar las contribuciones de para las corporaciones y de aquellos que tengan ingresos mayores a US$ 5 millones al año, así como regresar a la tasa tributaria de la era de Obama.
Bernie Sanders logró establecer el tono de esta campaña presidencial y es —sin duda alguna— un aspirante que rompe con las estructuras tradicionales del Partido Demócrata. Es además un disruptor como lo fue el candidato Donald Trump, quien se midió contra una decena de republicanos moderados, un miembro de la dinastía de los Bush y contra toda norma del ala conservadora del Partido Republicano. Trump logró salir airoso en las primarias presidenciales porque el electorado que había sido ignorado y marginado encontró en los sus discursos de un candidato “antiestablishment” la promesa de “limpiar el pantano de Washington” y de aumentar la grandeza de EE.UU. Por esta misma razón espero que la maquinaria de los demócratas y sus estructuras, como el Comité Nacional Demócrata, no cometan el mismo error del Partido Republicano y subestimen a Sanders o a la fuerza política de sus seguidores. Es un movimiento que, con o sin él, ha aumentado no solo en número de seguidores para esta próxima elección, sino que ya está organizado para ser la fuerza detrás de las contiendas en distritos congresionales y que marcará la diferencia en futuras presidencias.