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“No teníamos mucho, y nos quitaron lo que nos quedaba”: los residentes de Buffalo lloran por sus seres queridos y por haber perdido un refugio para su comunidad

Pixabay

Alexandra Ferguson

Buffalo, Nueva York (CNN) — Phylicia Dove no logra contener las lágrimas al hablar de la masacre que destrozó el refugio de su comunidad en el barrio de Masten Park de Buffalo.

“El mercado de Tops era un lugar de comunidad, un espacio seguro para reunirnos, para hablar, para estar juntos”, dijo a CNN. “No hay nadie aquí que no haya visitado este Tops. Era nuestro. Aunque no fuera el mejor, era nuestro, y ahora nuestro espacio seguro ha sido infiltrado y nos lo quitaron, y eso es algo por lo que estamos de luto”.

El querido Tops es el único supermercado en un radio de kilómetro y medio dentro de este barrio mayoritariamente negro. Conseguir que se estableciera ahí demoró más de una década. Ahora ha quedado marcado por una masacre cuyos restos son evidentes en los tramos de cinta policial que ahora rodean la tienda.

Pero los verdaderos guardianes de este supermercado son los cientos de residentes que se han reunido en la avenida Jefferson, llorando, rezando y comenzando su desgarrador viaje hacia la curación.

La tragedia comenzó cuando un típico sábado de compras en el supermercado se convirtió en una pesadilla violenta cuando Payton S. Gendron, de 18 años, llegó a Tops y mató a tiros a personas dentro y fuera de la tienda, según la policía. Once de las trece víctimas, de edades comprendidas entre los 20 y los 86 años, eran negras.

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Gendron se describió a sí mismo como un supremacista blanco en un discurso de odio en Internet. Y los residentes quieren que el mundo sepa que lo ocurrido en su comunidad fue un acto de terrorismo.

“Esto tiene que ser etiquetado como un crimen de odio racista y queremos que se sepa que es un supremacista blanco”, dijo Dove. “También queremos que se hable de esto como terrorismo, y que calificarlo de algo más suave es un insulto para las familias que hoy están de luto”.

La masacre dejó enojada y con el corazón roto a esta comunidad muy unida, pero los residentes del lado este, como Tony Marshall, no han dejado que su dolor los distancie de los demás.

Tony Marshall pasa la mayor parte de sus días en Tops, recogiendo y dejando a empleados y compradores.

Marshall pasó horas bajo el sol, asando hot dogs en la esquina donde Tops asomaba a sus espaldas, a solo unos metros de donde descubrió los cuerpos de tres de sus amigos el día anterior.

“Era un caos”, dice, mirando hacia el estacionamiento de Tops. “La gente llorando, la gente gritando, y yo me uní a ellos cuando vi esos cuerpos, todos junto a la puerta. Cuerpos de mis amigos”.

Marshall, conocido cariñosamente en la ciudad como “Mr. Tony”, está cocinando para cientos de residentes que están de luto en el East Side de Buffalo. El conductor del minibus, que pasa la mayor parte de sus días en Tops recogiendo y dejando a empleados y compradores, dice que está “emocionalmente agotado”.

“Comenzó en el momento en que llegué y vi a mi gente en el suelo y no ha terminado desde entonces”, dijo a CNN.

“No hay nada más que quiera hacer que estar aquí, porque este es uno de esos asuntos en los que si dejamos que ese dolor se encone, ninguno de nosotros va a querer estar aquí. Y si no estamos aquí, una vez más la comunidad sufre”.

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Sonidos de esperanza y dolor envuelven la manzana, breves risas mezcladas con llantos audibles. Al otro lado de la calle y bajo un árbol con flores y velas en honor a los que perdieron la vida, un hombre envuelve con sus brazos a una mujer cuyas lágrimas parecen no tener fin.

Junto a ellos, un grupo de jóvenes pasa alrededor de un pequeño micrófono, gritando palabras de esperanza. “¡No nos romperán!”, grita una mujer.

Los nombres de las víctimas están escritos con en tiza en el suelo cerca del supermercado.

La gente rodea a Elea Daniel en oración mientras llora el domingo. “Dios dice que tenemos que amar pase lo que pase”, dijo Daniel, que intentaba encontrar el perdón para el hombre que atentó contra su comunidad y que arrebató la vida de 10 personas.

Mientras la comunidad comienza sus esfuerzos para sanar y reconstruir, Dove, propietaria de un negocio local y activista, dice que no puede evitar preocuparse de que esta no sea la última vez que la tragedia golpea a una comunidad negra en Estados Unidos.

“¿Dónde podemos existir y ser negros y estar seguros?”, se pregunta. “Y si no es nuestro supermercado, o nuestra iglesia, o cualquier otro lugar donde nos hayan disparado antes, ¿dónde vamos a existir libremente?”.

“Nos odian, y ahora nos persiguen”

Fuertemente armado y con equipo táctico, Gendron, que es originario de Conklin, Nueva York, se desplazó unos 320 kilómetros hasta Tops con la intención de continuar con su masacre más allá del supermercado, según la policía.

Su elección de atacar Tops no fue al azar; en su discurso de odio, el autor, que se identifica como Payton Gendron, dice que el supermercado de Buffalo está en un código postal que “tiene el mayor porcentaje de negros que está bastante cerca de donde yo vivo”.

El código postal que incluye a Tops, 14208, es 78% negro, según la Encuesta de la Comunidad de Estados Unidos de 2020 de la Oficina del Censo. Está entre el 2% de los códigos postales de todo el país con mayor porcentaje de población negra y tiene el mayor porcentaje de población negra de cualquier código postal del norte del estado de Nueva York.

“Sabía lo que estaba haciendo cuando vino a por nosotros”, dijo a CNN Raqueal “RaRa” Watson, que nació y se crió en la zona. “Nos asusta, especialmente como madre, que alguien pueda venir hasta aquí solo para asesinarnos. Ninguno de nosotros durmió anoche. Esto nos causará un trauma permanente”.

Tops era su tienda de comestibles local, dice mientras se sienta en una silla frente al monumento conmemorativo de la avenida Jefferson, donde una mujer deposita flores antes de inclinarse para ofrecer una oración.

Calvin Albrow y Raqueal “RaRa” Watson posan para una foto frente al supermercado.

Aaron Salter, el “héroe” guardia de seguridad que se enfrentó al sospechoso pero que recibió un disparo mortal, la vio crecer en esa tienda, dice ella.

Pero a pesar de los recuerdos y del amor que sentía por Tops, la madre de tres hijos dijo que ella y su familia no piensan volver a ir allí.

“Todo lo que hicimos fue ser negros”, dijo Watson. “Los blancos nos quitan todo. Incluso el único supermercado de nuestra comunidad. Eso es lo que nos están haciendo”.

Dove, la activista de la comunidad, también es madre y dice que le consume otra duda: ¿Cómo explicar el incidente a sus dos hijos pequeños, que teme que algún día puedan ser víctimas de incidentes similares, profundamente arraigados en el racismo contra los negros?

“No deberíamos tener que enseñar a nuestros hijos que en algún momento el color de su piel los va a marcar como diferentes y podría marcarlos como un objetivo”, dijo Dove. “En este país se nos odia, y ahora se nos persigue. ¿Cómo le explicas a un niño que hubo una masacre en un supermercado porque alguien odia su piel? ¿Qué edad es la adecuada para que les diga que eso les puede pasar a ellos?”.

“Crecer sin pensar ni saber que tu piel es un problema es un privilegio que los cuerpos negros no tienen”, añadió.

Montan un monumento conmemorativo cerca de Tops

La gente mira un arcoíris que forma un círculo alrededor del sol mientras llora y reza en la calle fuera de Tops.

“Se trata de que lo invisible se hiciera visible”

Martin Bryant se apoya en el porche de su casa, que se encuentra en la misma manzana que Tops, mientras sus dos sobrinos permanecen a su lado. Los tres pasaron el día de pie frente a su casa, incapaces de aceptar que el barrio que ven ahora, todavía plagado de policías, periodistas y docenas de dolientes, es el mismo al que llaman hogar.

Bryant tenía 33 años cuando Tops se abrió paso en su barrio. Después de vivir toda su vida en la misma casa de la avenida Jefferson, por fin tenía una tienda de comestibles local.

Es una bendición que mucha gente da por hecho; un lugar de confianza al que acudir en busca de ideas de última hora para la cena, antojos de dulces o para pasear casualmente de pasillo en pasillo repasando una lista de la compra escrita a mano.

Así que cuando Tops abrió sus puertas en 2003, la vida cambió por completo cuando esta comunidad consiguió la tienda con la que habían soñado y por la que habían luchado durante más de una década.

“Tops supuso un gran impulso para la comunidad. Teníamos un supermercado propio. No era una tienda de conveniencia como un 7/11, era una tienda de comestibles de verdad. Hizo feliz a todo el mundo”. dijo Bryant a CNN. “Los líderes locales lucharon mucho por ella y la ubicación era perfecta porque está justo al lado de dos líneas de autobús”.

Un video de la gran inauguración del supermercado muestra un nivel de alegría de los residentes, a los que se ve animando y llenando los pasillos de su nueva tienda, inquietantemente contrario al horror que se vio entre esas mismas paredes el sábado.

“Para la comunidad que había vivido durante mucho tiempo sin frutas y verduras frescas a su disposición, esto era una señal de progreso, una señal de ser y sentirse reconocido”, dijo Dove. “Una señal de que el East Side importaba y era una zona de la ciudad en la que merecía la pena invertir. Se trataba de que lo invisible se hiciera visible”.

De izquierda a derecha, Darious Morgan, Martin Bryant y Jordan Bryant en la escalera de la casa de un familiar, a dos puertas de Tops.

Antes de Tops, los residentes tenían que depender de una “sucia tienda de la esquina que nunca estaba abastecida” o viajar a las zonas vecinas para comprar. Cuando los inviernos eran malos, era especialmente difícil, dijo Bryant, y para las personas mayores y los residentes con bajos ingresos que no podían permitirse tener autos, las cosas eran aún más terribles.

Ahora, Bryant teme por los ancianos y los menos privilegiados de su barrio, que podrían dejar de sentirse seguros al ir a Tops.

“Las personas mayores van allí. Mi madre, que iba en silla de ruedas, podía ir allí cualquier día que quisiera para comprar algunas cosas”, dice Bryant. “Intentamos tener esperanza, porque ¿qué van a tener si no tienen Tops? Incluso yo no querría volver a entrar allí”.

La tienda de comestibles más cercana es un Wegmans, que está a unos 6 kilómetros de distancia. Aunque está a 15 minutos en coche, el transporte público puede hacer que el viaje dure hasta una hora.

“Que nos quiten ese único espacio, celebrado en 2003, así que no hace mucho tiempo, el único supermercado en lo que realmente es un desierto alimentario, es traumático”, dijo Dove. “Es una sensación de que nos dieron una patada cuando ya estábamos en el suelo, así que es un nivel diferente de dolor el que sentimos. No teníamos mucho, y nos quitaron lo que nos quedaba”.

Tops Friendly Markets dijo en un comunicado que la tienda estará cerrada “hasta nuevo aviso”, pero la comunidad teme que nunca vuelva a abrir. E incluso si lo hace, dice Bryant, atravesar el estacionamiento y entrar en la tienda donde estuvieron los cadáveres podría parecer imposible.

“Estamos rotos, posiblemente para siempre”, dijo Dove. “¿Volveremos a ser los mismos? No. ¿Reconstruiremos? Sí. Porque no nos queda de otra. Los negros de Estados Unidos nunca han tenido elección”.

La gente rodea a Deazjah Roseboro, de 12 años, mientras consuela a su primo de 8 años, Jerney Moss.

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