No hay mucho amor en el mundo de los escritores de novelas románticas
Nota del editor: Roxanne Jones, editora fundadora de ESPN Magazine y ex vicepresidenta de ESPN, ha sido productora, reportera y editora del New York Daily News y del Philadelphia Inquirer. Jones es la coautora de “Say it Loud: An Illustrated History of the Black Athlete”. Habla de política, deportes y cultura semanalmente en 900AM WURD de Filadelfia. Las opiniones expresadas en este artículo son propias de la autora.
(CNN) — ¿Quién no aprecia una buena historia de amor, en especial en estos días?
En un mundo desquiciado por el miedo y el odio, algunos días el amor parece ser nuestra única esperanza. Sin ir más lejos, miren cómo el matrimonio del príncipe Enrique y Meghan Markle, ha cautivado al mundo, dándonos un breve respiro en el caos de la divisiva política y el furibundo belicismo que oímos cada día.
Desde niña, leer ha sido mi escape favorito, un lugar seguro para soñar cuando los problemas del mundo se volvían demasiado pesados. Pero últimamente parece que esos problemas se han metido en mi refugio de lectura.
Y no soy la única amante de los libros que se siente así.
Los Escritores de Narrativa Romántica de EE.UU. (RWA, en inglés), una asociación con más de 9.000 miembros, se tambalea por las recientes críticas y acusaciones de racismo y falta de diversidad en el mundo de las publicaciones de novelas rosa -un sector multimillonario que desde hace tiempo viene siendo criticado por su falta de diversidad e inclusión.
Desde el escándalo, la RWA se ha visto forzada a cancelar el concurso por el prestigioso premio RITA 2020, luego del retiro de un gran número de escritores y jueces y la renuncia de varios integrantes de su junta directiva. El presidente, Damon Suede, y su directora ejecutiva, Carol Ritter, entre ellos.
El drama comenzó cuando la entonces presidenta de la Comisión de ética de la RWA, la autora Courtney Milan, una chinoestadounidense acérrima defensora de los escritores de color en las editoriales, se refirió públicamente a un libro de la autora Kathryn Lynn Davis titulado “Somewhere Lies the Moon” como a un “maldito desastre racista” que describe estereotipos perjudiciales de las mujeres chinas.
La saga romántica, situada en Scottish Highlands, se publicó en 1999.
Davis, que es blanca, presentó una denuncia de ética a la Asociación de Escritores de Romance contra Milan, alegando que había perdido un acuerdo de un libro por las críticas de Milan. Davis desde entonces se retractó, diciéndole a The Guardian que su reclamo de haber sido perjudicada profesionalmente, no había sido preciso. Milan fue censurada por la junta de la RWA, suspendida por un año del grupo y proscripta de por vida en los cargos de liderazgo. Después de dos demandas, una larga investigación y la presentación de un informe ante la junta, le retiraron todos salvo uno de los cargos a Milan.
Los miembros se sublevaron por el fuerte castigo. Y se inició un tuit: #IStandWithCourtney (“estoy con Courtney”).
“La controversia no me sorprende”, me dijo Hanna Rhys Barnes, miembro actual de la junta, y agregó, “Como mujer de color, me sumé a la organización para ayudar a hacer la diferencia trayendo a primer plano las cuestiones de igualdad, diversidad y justicia, pero la justicia y la igualdad no son lo mismo para mí”. Barnes evitó explicar qué quería decir con esto, o responder a preguntas directas sobre el racismo dentro del grupo o en el sector de la publicación de novelas rosa. Barnes dijo que “definitivamente se mantendrá” dentro de la organización después de que finalice su período este verano.
La reconocida autora Nora Roberts tiene fuertes sentimientos sobre la asociación RWA. Roberts ingresó desde un principio de la contienda, apoyando el derecho de Milan a denunciar el racismo dentro de la RWA y en el sector editorial. Vieja aliada de la comunidad LGBTQ, Roberts escribió en un blog reciente, que había renunciado a la RWA en 2005, cuando la dirección decreto que definía el romance como algo entre un hombre y una mujer. (Desde entonces, los Escritores de Novelas Románticas Arcoiris, un grupo de autores LGBTQ del género, se incoporaron a la asociación RWA, que a su vez rechazó definir el “romance” como heterosexual). De la actual controversia, Roberts escribió que si bien no está en Twitter y no ha estado en la RWA desde 2005, le “ha sido imposible no estar al tanto de la horrenda situación en la RWA, a su directiva y a Courtney Milan que, a medida que escaló, arrojó luz sobre una marginalización sistémica de larga data de los autores de color y de los autores LGBTQ. Lamento todos los años que no oí, no vi, no escuché, no tomé conciencia de todas las situaciones tristes e injustas que ahora están saliendo a la luz”.
Y si bien la suspensión de Milan se revirtió rápidamente, junto a otras sanciones en su contra, no se hizo lo suficientemente rápido como para frenar la indignación.
Irónicamente, la RWA fue cofundada en 1981 por una mujer negra, Vivian Stephens, exeditora de Harlequin Books y editora de Dell Publishing. Stephens fue una pionera que ayudó a crear una lucrativa carrera a las mujeres negras y no blancas que escriben novelas románticas.
“Las mujeres estadounidenses pasaron por la revolución sexual”, le dijo Stephens a la revista Black Enterprise en 1982. “La mujer promedio no es una virgen de 21 años”.
Stephens, viendo una falta de representación de las escritoras negras en el sector editorial, quería que se valoraran todas las voces. Y no se enfocó solo en narradoras negras. Como editora en Dell Publishing en los años 70, Stephens llevó adelante la misión de comprar historias románticas de asiáticas, latinas e indígenas estadounidenses.
Y para las lectoras como yo, el trabajo de Stephens ha hecho una gran diferencia. No toda historia de amor comienza con una rubia de ojos azules y su vaquero de ojos verdes. Y si bien esto parece obvio hoy, hasta los años 80 era casi imposible encontrar un libro que contara una historia de amor sincera sobre las mujeres que se ven como yo.
De hecho, no fue hasta que autoras de superventas como Zane y Terry McMillan, dos mujeres negras, capturaron mi atención hace casi 20 años, con historias de amor eróticas y románticas que expresaban con autenticidad la cultura negra, que me molesté siquiera en leer ficción romántica. (Incluso ahora, debo decir que la novela histórica y las de misterio, siguen siendo mis géneros favoritos.)
Si tuviera que elegir, preferiría vivir con pasión a leer sobre las fantasías románticas de otros. Sin embargo, entiendo la atracción de autores de culto como Zane y la extremadamente famosa “50 Sombras de Grey” de E.L. James.
Bochornosamente, a pesar del temprano trabajo de Stephens por reconocer el talento de las escritoras de color, hasta el año pasado, ninguna mujer negra había ganado el premio RITA en 36 años. Finalmente, en 2019, los RITA fueron otorgados a dos autores negros: Kennedy Ryan y M. Malone. Y Nisha Sharma fue la primera ganadora sudasiática.
Esta exclusión y discriminación flagrante de los escritores que la organización apuntaba a sostener desde su fundación es la razón por la que muchas escritoras negras y no blancas rehúyen de la RWA.
Una de ellas, Brenda L. Thomas, autora de varias novelas románticas publicadas por Simon & Schuster, nunca ha sido miembro de la RWA pero dijo que sigue de cerca las repercusiones. Me comentó que posponer el concurso RITA, el máximo premio estadounidense para la novela romántica, hasta el año próximo no es suficiente para convencerla de que la organización tiene una seria intención de plantarle cara al racismo.
“Tienen que ir más allá de los arreglos rápidos que típicamente usan las empresas cuando surgen controversias raciales, como contratar a un experto en diversidad para que se haga cargo”, como lo ha hecho el grupo.
Thomas, que me dijo que había publicado sus libros con una editorial pequeña como Brown Girls Books, quiere que los editores y los autores “asuman más responsabilidad” por su trabajo, para que nadie pueda considerarlo un “desastre racista”.
Los está exhortando a trabajar con más ahínco, a hacer la investigación necesaria para crear personajes realmente diversos.
“Es difícil para todos nosotros, más allá de nuestra raza o género, escribir con autenticidad sobre los personajes externos a nuestra propia cultura y creatividad. Tenemos que ir más allá de los estereotipos.”
Es un buen consejo. Espero que los miembros de RWA aprendan a escuchar voces como la de Courtney Milan y la de Thomas.
Traducción de Mariana Campos