La guerra más antigua de la que se tiene registro se desencadenó por cambios climáticos, según investigadores
(CNN) — Los 61 esqueletos humanos que fueron desenterrados en el valle del Nilo en la década de 1960, en lo que hoy es Sudán, han sido considerados durante mucho tiempo como la evidencia más antigua de una guerra organizada entre humanos.
Los restos descubiertos en Jebel Sahaba, que tienen más de 13.000 años de antigüedad, muestran lesiones sufridas como resultado de una violencia brutal e intensa, principalmente heridas punzantes por armas como lanzas y flechas.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports que volvió a examinar los restos con los métodos científicos más nuevos sugiere que el grupo no murió en una única masacre como se creía antes. Ahora se cree que es más probable que hayan sido asesinados durante episodios de violencia esporádica y recurrente que tuvieron lugar durante varios años, y que probablemente se desencadenaron por grandes cambios climáticos y ambientales durante ese periodo.
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Los investigadores de Francia y el Reino Unido encontraron en los esqueletos heridas curadas que no se habían documentado en estudios anteriores, lo que sugiere que hubo múltiples redadas, emboscadas y escaramuzas a lo largo de la vida de estas personas.
Isabelle Crevecoeur (derecha) y Marie-Hélène Dias-Meirinho (izquierda) estudian los restos de Jebel Sahaba en el Departamento sobre Egipto y Sudán del Museo Británico. Los investigadores creen que los cambios climáticos desencadenaron la guerra más antigua de la que se tiene registro.
Científicos descubren más de 100 heridas
Todos los integrantes de que lo que habría sido una comunidad de cazadores, pescadores y recolectores eran posible blanco de la violencia. Los hombres, mujeres y niños se veían afectados de manera indiscriminada, explicó Isabelle Crevecoeur, investigadora del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés) y la Universidad de Burdeos.
«La única diferencia está vinculada con lo que podría ser el combate cuerpo a cuerpo. Las mujeres tienen más fracturas del antebrazo y los hombres más fracturas de mano. En un combate cuerpo a cuerpo, de manera más instintiva las mujeres podrían intentar protegerse a sí mismas (con los brazos) mientras que los hombres podrían luchar más con las manos».
En el caso de los niños, tenían más probabilidades de haber sufrido traumatismo en el cráneo por fuerza bruta.
La naturaleza de los proyectiles de las heridas sugiere que la violencia no era doméstica o entre miembros de la misma comunidad, añadió.
Los investigadores revelaron más de 100 heridas nuevas, algunas curadas y otras no. Algunos de los esqueletos todavía tenían escamas de armas de piedra incrustradas en los huesos.
La marca hecha por un arma de proyectil, como una lanza de piedra o una punta de flecha, se ve en la superficie de un hueso de la cadera.
En casi todos los esqueletos había evidencia de trauma, ya sea por fracturas de los huesos o heridas producto de armas de proyectil. Cerca del 40% tenía tanto heridas curadas como no curadas, lo que sugiere que la violencia formaba parte de la estructura de la vida en ese momento.
Cambios climáticos drásticos, posibles desencadenantes de la guerra
A través de la datación por radiocarbono, los investigadores también pudieron establecer con precisión que los esqueletos tienen al menos 13.400 años de antigüedad. Esto hace que el hallazgo sea el cementerio y el ejemplo de violencia interpersonal más antiguo que se conoce.
La investigadora explico que no había forma de estar seguros de por qué se peleaba la gente ya que no hay documentos escritos.
Dicho esto, los investigadores creen que el conflicto surgió cuando grupos rivales que vivían en la zona compitieron por alimentos y otros recursos limitados debido a los cambios climáticos drásticos en el clima. Esos cambios sucedieron entre 11.000 y 20.000 años atrás, hacia el final de un período conocido como el último máximo glaciar, en el que las capas de hielo cubrieron gran parte del hemisferio norte alterando el clima de la Tierra.
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Crevecoeur dijo que el valle del Nilo pudo haber sido un refugio para diferentes grupos que alguna vez vivieron en área más amplia y a los que un clima muy árido llevó hacia el río, donde habría sido más fácil encontrar animales para cazar y pescar. También había evidencia de inundaciones muy severas del Nilo en ese momento, agregó.
«Estos cambios no fueron graduales en absoluto. Tuvieron que sobrevivir a estos cambios que fueron brutales», dijo Crevecoeur.