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Inundaciones como las de China y Alemania, ¿dónde más podrían suceder?

Ángela Reyes

(CNN Español) — Los científicos lo habían advertido una y otra vez: el cambio climático aumenta la probabilidad de eventos meteorológicos más extremos. Pero después de las inundaciones en Europa, que dejaron más de 200 muertos, algunos manifestaron su preocupación por la rapidez con la que se amplificaron estos eventos. Y luego llegaron las lluvias torrenciales a China, que se cobraron decenas de vidas más. ¿Qué sucederá ahora? Estos eventos son cada vez más probables y amenazan a todo el planeta, incluida América Latina. Aquí te explicamos qué factores están detrás de estas lluvias e inundaciones mortales.

El calentamiento global

El calentamiento global ha hecho que la atmósfera del planeta se caliente, explicó a CNN en Español Ricardo Álvarez, experto en análisis de riesgo y adaptación al cambio climático. Como resultado, la atmósfera puede retener más humedad. Acumula más agua durante más cantidad de tiempo y, una vez que ya no puede acumular más, comienzan las lluvias torrrenciales.

Y las lluvias torrenciales —en la ciudad china de Zhengzhou, por ejemplo, cayeron más de 20 centímetros de lluvia solo en una hora, lo que equivale a un tercio de toda la lluvia de 2020— dan lugar a las inundaciones que pueden ser por el desbordamiento de ríos o cursos de agua y/o porque cae más agua de la que el suelo puede absorber. En algunos casos pueden ser inundaciones repentinas, en las que el agua puede subir metros en cuestión de segundos.

Además del calentamiento global, que hace que los eventos extremos sean más probables y más fuertes, hay otros factores que influyen en las inundaciones.

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El tipo de suelo

Otro factor que influye en las inundaciones es el tipo de suelo. Los suelos arenosos son más absorbentes que los de arcilla, por ejemplo, mientras que los rocosos, por su parte, tienen una capacidad de absorción del agua mucho menor.

(Y aquí hay una paradoja: los suelos más absorbentes podrían minimizar el riesgo de inundación en caso de lluvias fuertes. Sin embargo, en las ciudades costeras, por ejemplo, los suelos más permeables absorben más el agua que avanza producto del aumento del nivel del mar y esto es peligroso para las construcciones. El ejemplo más claro es Miami, donde, luego del derrumbe en Surfside, expertos han advertido que el avance del agua puede corroer los cimientos de los edificios y, eventualmente, hasta podría causar un colapso como el que sucedió, cuyas causas siguen bajo investigación).

Los riesgos del suelo donde fue construido Miami Beach, la zona cercana al edificio que colapsó

La topografía

Además del tipo de suelo y la presencia de cursos de agua, tierra adentro hay que tener en cuenta el factor topografía, según explica Álvarez.

En áreas montañosas, cuando hay lluvias torrenciales y el agua corre cuesta abajo por la pendiente puede causar inundaciones repentinas y también aluviones de lodo que pueden ser mortales.

Inundaciones devastan comunidades en Alemania 1:38

Los incendios forestales

Los incendios forestales —que esta temporada ya han consumido más de 600.000 hectáreas en Estados Unidos— también influyen en las probabilidades de inundación. Las llamas, explica Álvarez, cambian la naturaleza de los suelos: al quemar la materia orgánica los vuelven “prácticamente impermeables”. Y, como resultado, cuando llega la lluvia no puede penetrar en el suelo y que esta la absorba sino que corre por el terreno.

1 de 15 | El incendio Dixie sigue ardiendo este 20 de julio en el condado de Butte, en California, donde ha quemado más de 24.000 hectáreas. (Crédito: Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California) 2 de 15 | Los bomberos extinguen puntos calientes en una zona afectada por el incendio Bootleg, cerca de Bly, Oregon, el 19 de julio. (Crédito: David Ryder/Reuters) 3 de 15 | El incendio Tamarack arde en Markleeville, California, cerca de la frontera con Nevada, el sábado 17 de julio. El incendio fue provocado por un rayo el 4 de julio y ha dado lugar a la evacuación obligatoria de varios campings y barrios de la zona. (Crédito: Ty O’Neil/SOPA Images/LightRocket via Getty Images) 4 de 15 | Un miembro del Equipo Gestión de Incidentes del Noroeste sostiene un mapa del incendio de Chuweah Creek al tiempo que los incendios devastan Nespelem, Washington, el viernes 16 de julio. (Crédito: David Ryder/Reuters) 5 de 15 | Los bomberos rocían agua desde el tren de bomberos de Union Pacific mientras luchan contra el incendio Dixie en California el 16 de julio. (Crédito: Noah Berger/AP) 6 de 15 | Caballos suben a una ladera quemada por el incendio de Chuweah Creek en el este de Washington. (Crédito: David Ryder/Reuters) 7 de 15 | El fuego del incendio Bootleg ilumina el humo cerca de Bly, Oregon, en la noche del 16 de julio. (Crédito: Payton Bruni/AFP/Getty Images) 8 de 15 | Un bombero lucha contra el incendio Bootleg en el Bosque Nacional Fremont-Winema, a lo largo de la frontera entre Oregon y California, el jueves 15 de julio. (Crédito: US Forest Service/ZUMA Press Wire) 9 de 15 | Dee McCarley, evacuada por los incendios, abraza a su gato Bunny en un centro de la Cruz Roja en Klamath Falls, Oregon, el miércoles 14 de julio. (Crédito: Nathan Howard/AP) 10 de 15 | Un avión lanza retardante de llamas en el incendio de Chuweah Creek en Washington el 14 de julio. (Crédito: David Ryder/Reuters) 11 de 15 | El fuego consume una casa mientras el incendio Sugar, parte del incendio del Beckwourth Complex, arrasa Doyle, California, el 10 de julio. Es la segunda vez en menos de un año que la pequeña ciudad es arrasada por un incendio forestal. (Crédito: Noah Berger/AP) 12 de 15 | Dos hombres abrazan a un miembro de la Cruz Roja en un centro de evacuación del incendio Bootleg en Klamath Falls, Oregon, el 12 de julio. (Crédito: Mathieu Lewis-Rolland/Reuters) 13 de 15 | El incendio Sugar arde en Doyle, California, el 9 de julio. (Crédito: Noah Berger/AP) 14 de 15 | Un grupo de bomberos monitorea el incendio Sugar en Doyle, California, el 9 de julio. (Crédito: Noah Berger/AP) 15 de 15 | En esta fotografía de exposición larga, tomada a primera hora del 2 de julio, las llamas rodean un lago Shasta afectado por la sequía durante el incendio Salt en Lakehead, California. (Crédito: Josh Edelson/AFP/Getty Images)

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La combinación de los incendios con ciertas topografías y lluvias hace que la probabilidad de inundaciones repentinas sea muy alta, de acuerdo al experto.

Y el problema de los incendios ahora mismo no se limita a Estados Unidos. En el último mes, las llamas han arrasado en zonas a lo largo del planeta donde no solían arder con tanta frecuencia como ahora, incluyendo áreas de Canadá y de Siberia.

Las regiones costeras también están amenazadas por el aumento del nivel del mar

A la probabilidad de lluvias más intensas, en las zonas costeras se suma el aumento del nivel del mar, que también afecta las inundaciones por marea alta.

Un estudio de Climate Central, una organización que se enfoca en los impactos de la crisis climática, prevé un aumento de entre 0,6 y 2,1 metros del nivel del mar en el transcurso de este siglo, que dejaría prácticamente inhabitable el terreno en el que viven 200 millones de personas. El aumento del nivel del mar

¿Qué pasará en Miami con el aumento del nivel del mar? 1:00

Un peligro extra: “aquí es imposible que pase esto”

Pese a la evidencia irrefutable —que hoy adopta formas tan diversas como olas de calor que dejan cientos de muertos, ‘tornados de fuego’ y ríos desbordados fuera de control que destruyen todo lo que encuentran a su paso—, siguen existiendo negacionistas del cambio climático. Existen mitos amplificados por algunos políticos como el expresidente Donald Trump y también existen creencias que, aunque no son mitos en sí mismas, también son peligrosas en las circunstancias actuales.

Una de ellas, explica Álvarez, es la de pensar que catástrofes como las que veo en las noticias no me van a suceder a mí. “Hay una tendencia natural (…) de pensar que si no ha ocurrido aquí en mi sitio, no va a pasar nada. O que, si va a pasar algo, va a ser muy poco”, explica. Y Álvarez cuenta un ejemplo que vivió de cerca: en 1992, el huracán Andrew, de categoría 5, destruyó buena parte del sur de Miami. Como parte del trabajo de evaluación, se encuestó a la población de la zona y el resultado fue que cuanto más lejos estaban las personas del lugar por donde había pasado el ojo del huracán, menor era la percepción sobre su gravedad.

En este sentido, las inundaciones en Alemania fueron una alerta para muchos en el llamado primer mundo: el cambio climático no se trata (únicamente) de la supervivencia de los osos polares en el Ártico ni de comunidades en países pobres desplazadas por los efectos de la sequía o los huracanes. Sus efectos ya se sienten en todos los rincones del planeta. Y, según científicos, no han hecho más que comenzar.

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