Mike Tyson vuelve al boxeo profesional 19 años después de su última pelea, y existen preocupaciones sobre su salud neurológica
Julia Hernández
(CNN) — Mike Tyson entra al ring. Su apariencia juvenil oculta el poder que posee.
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Es 1985, y el peso pesado está a punto de hacer su debut profesional en el boxeo. Un minuto y 47 segundos después, el joven de 18 años ya ha obligado a su oponente, Héctor Mercedes, a retirarse tras una serie de devastadores golpes al cuerpo y la cabeza.
Fue el comienzo de una carrera formidable para Tyson, llena de altos y bajos. Ahora, 39 años después, “Iron Mike” regresará al ring a sus 58 años.
Este viernes, Tyson se pondrá los guantes nuevamente para un combate profesional contra el youtuber de 27 años Jake Paul en el AT&T Stadium, hogar de los Dallas Cowboys, a más de 7.000 días desde su última pelea profesional.
Su última pelea profesional fue hace más de 19 años, cuando perdió contra Kevin McBride, y su última pelea de exhibición fue hace cuatro años, cuando, coincidentemente, Paul peleaba en su segundo combate profesional en la cartelera de ese mismo evento.
Inicialmente, la pelea estaba programada para julio de este año, pero se pospuso cuando Tyson sufrió un brote de úlcera.
Competir al más alto nivel conlleva desafíos a medida que los atletas envejecen y se vuelve más difícil recuperar la buena condición física y mental. Pero en un deporte como el boxeo, también presenta desafíos neurológicos.
Dado que toda su vida profesional se ha basado en recibir golpes en la cabeza, Tyson podría tener un mayor riesgo de daño neurológico al regresar al ring, según el Dr. Nitin K Sethi, profesor asociado de Neurología en el Weill Cornell Medical College.
En particular, las comisiones de boxeo suelen categorizar a los luchadores mayores de 40 años como en “alto riesgo” de sufrir más lesiones.
“Cuando hablas de boxeadores mayores de 40 años, te preocupan dos cosas”, explicó Sethi, quien también trabaja como médico de ringside, a CNN. “Uno, me preocupa que el boxeador sea más propenso a sufrir una lesión cerebral traumática severa en el ring debido a su edad”, dijo. “La segunda cosa que me preocupa es que este es un luchador que ha pasado muchos años boxeando profesionalmente. Te preocupa el daño neurológico crónico”.
CNN ha contactado a Tyson para que tuviera la oportunidad de comentar sobre cualquier preocupación de salud que pudiera tener antes de la pelea contra Paul.
Tyson regresará al boxeo profesional 19 años después de su última pelea. Stephen McCarthy/Sportsfile/Getty Images
Daño
Como explica Sethi, el boxeo es “único”. El concepto de un deporte en el que el objetivo es golpear al oponente, principalmente en la cabeza, y provocar un nocaut implica riesgos de salud específicos.
Sethi, en su rol como médico de ringside donde evalúa la aptitud de los luchadores, observa de primera mano la frecuencia de las conmociones cerebrales en el boxeo. Dice que si detuviera una pelea cada vez que un boxeador muestra síntomas de conmoción, “no habría boxeo en absoluto”.
Pero el verdadero peligro del boxeo no proviene únicamente de los nocauts explosivos que emocionan a los fans. Las repercusiones a largo plazo pueden originarse en los golpes repetidos en la cabeza que los boxeadores reciben en una pelea y durante el entrenamiento.
“Cuando tienes a alguien cuya profesión implica recibir numerosos impactos en la cabeza, tanto en el entrenamiento como en el ring, estos golpes se acumulan”, comentó Sethi. “Por eso, cuando hablas de lesiones neurológicas crónicas en el boxeo, personalmente creo que ese es el problema más grande”.
Mike Tyson perfecciona su régimen de abstinencia mientras la pelea con Jake Paul es catalogada como profesional
Sin embargo, a diferencia de los nocauts y los signos obvios de conmoción, el efecto acumulativo de estos golpes solo aparece después, cuando “las luces ya no están sobre ellos, y a nadie le importa”, explicó Sethi.
Los boxeadores pueden desarrollar síntomas como insomnio, mareos crónicos, síntomas posconmocionales crónicos, signos de Parkinson crónicos y encefalopatía traumática crónica (CTE, por sus siglas) mucho después de retirarse.
Pero Sethi cree que se debería prestar igual atención al impacto de los golpes repetidos en la cabeza durante la carrera de un boxeador y aprender a protegerlos de problemas neurológicos a largo plazo.
La susceptibilidad a complicaciones neurológicas solo aumenta con la edad.
Tyson (izquierda) irrumpió en la escena del boxeo en 1985 cuando tenía 18 años. Aquí se le ve derrotando a Mark Young (derecha) en el Coliseo de Latham en su decimoquinta pelea profesional. Manny Millan/Sports Illustrated/Getty Images
Por ejemplo, el manual de estándares médicos de la Comisión Atlética del Estado de Nueva York enumera varios factores que pueden categorizar a los boxeadores como “combatientes de alto riesgo”, como tener más de 40 años y haber tenido más de un año de inactividad tras el inicio de su carrera profesional.
Muchos boxeadores han continuado peleando después de los 40 años, entre ellos leyendas como Sugar Ray Robinson, George Foreman, Evander Holyfield y Larry Holmes.
“La razón por la que los 40 años se utilizan como límite es por la preocupación de que cuando tienes boxeadores mayores en el ring son más propensos a lastimarse”, explicó Sethi. “Un cerebro mayor maneja una conmoción de manera menos eficiente que un cerebro más joven”.
Tyson cumple ambas condiciones, ya que peleará a los 58 años y no ha peleado profesionalmente desde 2005.
Según el Departamento de Licencias y Regulación de Texas (TDLR, por sus siglas en inglés), la comisión que ha autorizado la pelea, los boxeadores mayores de 36 años deben presentar resultados recientes de electroencefalograma o electrocardiograma en el período previo a una pelea.
El TDLR le dijo a CNN que los resultados de las pruebas “deben ser favorables para que se les apruebe competir”.
Además agregó que ha aprobado una pelea profesional entre Tyson y Paul con ciertas excepciones, lo que significa que la pelea durará ocho asaltos de dos minutos cada uno, y ambos boxeadores usarán guantes de 14 onzas.
Cambios para mejorar
Las lesiones cerebrales en el boxeo no son un fenómeno reciente.
Ya en 1928, el científico estadounidense Harrison Martland describió a los boxeadores como “punch drunk” (borrachos de golpes) cuando presentaban síntomas de conmoción, y otros términos para describir el estado neurológico de un luchador incluyen demencia pugilística.
Además de las pruebas neurológicas adicionales, Sethi cree que aún hay mucho más por hacer para proteger a los boxeadores y prevenir daños neurológicos a largo plazo.
La última pelea profesional de Tyson (derecha) fue en 2005, cuando perdió contra el irlandés Kevin McBride (izquierda). Pablo Martinez Monsivais/AP
“Muchos cambios en el boxeo deben venir de los mismos boxeadores, sus familias y los boxeadores retirados; ellos deben decir: ‘Hagan el deporte más seguro para nosotros’”, comentó. “La cultura del boxeo es tal que nadie dice jamás: ‘No más’”.
“Un boxeador nunca dirá: ‘Ya tuve suficiente. Me retiro’. Y siempre digo: ‘No hay nada de malo en decir no más’. Habrá días en que te metas al ring y no sea tu día, y decidas: ‘Está bien. No creo que pueda seguir con esto del boxeo’”.
A pesar de sus obvios riesgos para la salud, el boxeo sigue siendo uno de los deportes más populares del mundo, y Tyson ha contribuido a esa popularidad a lo largo de su larga y, a menudo, controvertida carrera. Sin embargo, cuando suba al ring este viernes, el impacto neurológico que podría experimentar podría superar los beneficios.
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