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‘Nunca antes habían tenido miedo’: por qué crece la preocupación de algunas personas con ‘green card’

Por Catherine E. Shoichet, CNN

Esta semana, una empresaria de Colorado llamó a su abogado de inmigración presa del pánico, luchando con una preocupación que nunca esperó: si viaja al extranjero para asistir a una conferencia, ¿podría acabar deportada?

Una mujer de Camerún que vive en el Medio Oeste tomó una decisión desgarradora: volar a casa para asistir al funeral de su padre sería demasiado arriesgado.

Una inmigrante de ascendencia palestina canceló sus planes de viaje internacional y se preocupó por la posibilidad de que ya no fuera seguro salir de su casa de Nueva Inglaterra con un keffiyeh que ha llevado durante años.

Y una tatuadora canadiense que vive en el estado de Washington compartió sus temores en las redes sociales sobre un próximo viaje al otro lado de la frontera.

Estas cuatro personas no se conocen y muchos detalles de sus vidas son diferentes. Pero tienen al menos una cosa en común. Son inmigrantes con una “green card”, un documento que les acredita como residentes permanentes legales en Estados Unidos. Y le dijeron a CNN que todavía tienen miedo de que la administración de Trump pueda echarlos del país.

La abogada de inmigración LaToya McBean Pompy dice que este miedo creciente es el mayor problema que ve entre sus clientes que tienen “green cards”.

“Nunca antes habían tenido miedo”, dice, “pero hoy, tienen miedo”.

Alrededor de 12,8 millones de titulares de una tarjeta de residente permanente viven en Estados Unidos, de acuerdo con las últimas estimaciones de la Oficina de Estadísticas de Seguridad Nacional.

Y a algunos de ellos los pilló por sorpresa la detención a principios de mes de un exlíder estudiantil de las protestas en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Mahmoud Khalil, que ayudó a dirigir el movimiento de protesta estudiantil de la universidad exigiendo un alto el fuego en Gaza, está casado con una ciudadana estadounidense y tenía tarjeta de residencia. No se enfrenta a ningún cargo penal, pero funcionarios de la administración Trump le han acusado de incitar a la violencia y apoyar el terrorismo, afirmaciones que los abogados y partidarios de Khalil niegan.

“Creo que el hecho de que resultara ser un residente permanente subrayó la vulnerabilidad de todos los no ciudadanos en este país ante mucha gente que no lo había pensado bien”, dice David Leopold, abogado de inmigración en Ohio y expresidente de la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración.

Leopold dice que no es raro que los titulares de una “green card” sean detenidos y deportados si son acusados y condenados por ciertos delitos.

“Es bastante rutinario”, dice, señalando que el estatuto enumera delitos como el fraude de documentos, delitos de drogas y delitos que se consideran “graves agravados” en la ley de inmigración.

Sin embargo, el intento de la administración Trump de deportar a Khalil bajo la parte del estatuto que cita “consecuencias adversas potencialmente graves para la política exterior de Estados Unidos” es mucho más raro y preocupante, dice Leopold.

“¿Quién será el próximo?”, dijo Leopold a los periodistas en una reciente llamada con defensores de los derechos de los inmigrantes. “¿Un activista del clima? ¿Un activista de los derechos de género? ¿Un activista trans? ¿Alguien preocupado por la atención sanitaria? ¿Alguien que simplemente se opone a Donald Trump?”

Incluso antes de la detención de alto perfil de Khalil, muchos titulares de una “green card” estaban luchando con temores que no esperaban, dice McBean Pompy.

“Creo que tenía que ver con ICE (el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) y las actividades de aplicación que la gente estaba viendo y publicando sobre lo que estaba sucediendo en sus comunidades”, dice.

Comentarios recientes de funcionarios, como el vicepresidente J. D. Vance, han suscitado aún más preocupación, afirma.

“El titular de una ‘green card’, aunque me caiga bien, no tiene derecho indefinido a estar en Estados Unidos, ¿verdad?”, dijo Vance en una entrevista con Fox News la semana pasada. “Los ciudadanos estadounidenses tienen derechos diferentes de las personas que tienen tarjetas de residencia, de las personas que tienen visados de estudiante. Así que mi actitud al respecto es que no se trata fundamentalmente de libertad de expresión. Y para mí, sí, se trata de seguridad nacional, pero también, y lo que es más importante, de quién decidimos como ciudadanos estadounidenses que puede formar parte de nuestra comunidad nacional. Y si el secretario de Estado y el presidente deciden: ‘Esta persona no debería estar en Estados Unidos, y no tiene derecho legal a permanecer aquí’, es tan sencillo como eso”.

McBean Pompy, que reside en White Plains, Nueva York, y con frecuencia publica sus análisis sobre temas de inmigración en las redes sociales, compartió un clip de las declaraciones de Vance con sus seguidores, describiendo los comentarios del vicepresidente como “un nuevo estándar chocante”.

“Cuando nuestros responsables políticos hablan de este tema de una manera tan laxa, me hace sentir un poco incómoda”, dijo a CNN, “porque hay normas muy estrictas que rigen los derechos y capacidades de un titular de ‘green card’ en Estados Unidos, y solo quiero asegurarme de que estamos siguiendo el debido proceso”.

Marina Sinden, titular de una “green card” en el estado de Washington y casada con un ciudadano estadounidense, está deseando visitar a su familia en Canadá por Pascua. Sin embargo, esta artista del tatuaje de 37 años dice que no le hace mucha ilusión lo que teme que pueda ocurrir cuando intente regresar a su hogar estadounidense.

“Me preocupa mucho volver a cruzar a Estados Unidos. (…) Tengo todo un mundo aquí que perder si no se me permite volver a entrar”, dice Sinden.

La escalada de las tensiones entre Estados Unidos y Canadá, junto con el reciente caso de una mujer canadiense detenida en la frontera durante 12 días, pesan sobre ella.

“Me preocupa mucho pasar por una experiencia así”, dice Sinden. “Tengo una casa aquí. Tengo un negocio físico. Tengo vehículos. Tengo hijos en la escuela. Y tengo una hija que dice el juramento a la bandera de Estados Unidos todos los días”.

Sinden dice que le preocupa que un error administrativo en su expediente de una solicitud anterior de “green card” pueda causar confusión. Aunque resolvió ese problema en los tribunales, su tarjeta de residente permanente actual es válida y no tiene antecedentes penales.

“Me preocupa que, a pesar de todo lo que he hecho para hacer lo correcto (y) respetar las normas… podrían quitarme toda mi vida por un problema administrativo… en el que algo se archivó incorrectamente una vez”, dice.

El estrés es algo difícil de entender para quienes no han tratado directamente con el sistema de inmigración estadounidense, dice María, una empresaria de 38 años de Colorado. Pidió que solo se la identificara por su nombre de pila por temor a que hablar de ello pudiera poner en peligro su situación legal en Estados Unidos.

María explicó a CNN que llegó a Estados Unidos desde Costa Rica cuando tenía 5 años. Ahora tiene la “green card”, pero de niña estuvo indocumentada durante años después de que su familia se quedara sin visado.

“Recuerdo sentir que no podíamos ir al médico, que no podíamos hacer nada, porque el miedo a la deportación era muy real”, dice. “Es terrible, y ahora, Dios mío, todos mis traumas y miedos de la infancia se están reavivando y viviendo de nuevo, algo con lo que nunca pensé que tendría que volver a lidiar”.

Esta semana, cuando se disponía a hacer un depósito para asistir a una importante conferencia de trabajo en el extranjero, María llamó a su abogado. Incluso con la tarjeta de residente permanente que tiene desde hace años, la situación le parece cada vez más incierta, dice.

“Me dijo: ‘No pasa nada, estás bien, puedes ir’”, cuenta. “¿Pero sigo teniendo miedo? Sí”.

Para el abogado de inmigración Charles Kuck, es un signo revelador de los tiempos. La última vez que recibió tantas llamadas de residentes legales preocupados, dice, fue después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

En las últimas semanas, Kuck ha recibido numerosas llamadas de clientes con “green card” y ha tratado de tranquilizarlos.

“Los titulares de ‘green cards’ deberían estar bien”, dice Kuck. “A menos que participen en actividades que (el secretario de Estado) Marco Rubio consideraría terrorismo, creo que no tienen ningún problema. Y esa es la gran mayoría de la gente”.

Los titulares de la “green card” tienen en gran medida los mismos derechos que los ciudadanos estadounidenses, afirma, “a menos —y siempre hay un ‘a menos’— que hayan cometido un delito. Si han cometido un delito, no tienen derecho a volver a entrar en Estados Unidos sin ser sometidos a un interrogatorio y quizá a un procedimiento de deportación”.

Tampoco tienen derecho a vivir indefinidamente fuera del país, dice.

McBean Pompy dice que aconseja a los titulares de la tarjeta de residente permanente que no permanezcan fuera de Estados Unidos más de seis meses. Si lo hacen, dice, es posible que el Gobierno estadounidense “alegue que han abandonado su residencia”. Además, los titulares de la tarjeta de residencia que estén en proceso de expulsión no deben viajar, dice. Y aconseja a sus clientes que no firmen documentos en el aeropuerto, sobre todo si no los entienden.

Leopold dice que el consejo que da a sus clientes varía en función de sus circunstancias. Ha aconsejado a muchos titulares de visados que se abstengan de viajar, sobre todo ante la posibilidad de que pronto lleguen nuevas prohibiciones de viaje por parte de la administración de Trump.

“Si yo no fuera ciudadano, me lo pensaría mucho antes de viajar. Y eso incluye a los titulares de la ‘green card’. Es menos arriesgado, obviamente, que un titular de la ‘green card’ viaje, porque tienes más derechos con la ‘green card’, y es mucho más difícil mantener a un titular de la ‘green card’ fuera del país”, dice. “Pero cualquiera que tenga manchas en su expediente, una condena, incluso condenas por delitos menores, no debería viajar a menos que haya hablado con un abogado”.

Decidir que no era seguro salir de EE.UU. y asistir al funeral de su padre en Camerún hace unas semanas fue desgarrador, dijo a CNN esta semana una mujer de 40 años titular de una “green card” en el Medio Oeste.

Además de su dolor, ver las noticias recientes y las publicaciones en las redes sociales en su teléfono la ha dejado devastada e insegura sobre su vida como inmigrante en este país, dijo.

“Cuando obtuve la ‘green card’, pensé que todo iba a ir bien para mí. … Últimamente, con todo lo que está pasando, ni siquiera lo sé”, dijo la mujer. Pidió que solo se la identificara por su primera inicial, L, porque llegó a Estados Unidos en busca de asilo y le preocupa que hablar pueda poner en peligro a su familia.

“Cuando vemos lo que está ocurriendo, el número de personas que están siendo deportadas, nos da mucho miedo”, dijo L.

Tras la reciente detención de Khalil, un titular de “green card” de ascendencia palestina declaró a CNN que le preocupaba salir de su casa de Nueva Inglaterra con un keffiyeh, por no hablar de viajar al extranjero. Pidieron ser identificados por su inicial K por temor a que hablar pudiera poner en peligro su caso de inmigración.

“Ni siquiera puedo tener la garantía de que en mi casa no venga un agente y me expulse por la fuerza porque el presidente o el secretario de Estado consideren que alguien es una amenaza… Es realmente difícil sentirse seguro cuando eso es lo que se nos dice”, declaró K, quien añadió que los informes sobre otras detenciones y deportaciones no han hecho sino intensificar los temores.

“Y creo que la intención era el miedo”, dijo K. “Fue muy intencionado: que la gente tuviera miedo de hablar, que la gente tuviera miedo de ejercer las libertades que les corresponden por derecho”.

Además de las preguntas sobre si pueden viajar con seguridad y si se les puede retirar la “green card”, los abogados de inmigración dicen que estos días también están recibiendo más preguntas de los titulares de la “green card” sobre la posibilidad de convertirse en ciudadanos estadounidenses.

“Creo que habrá mucha más gente solicitando la ciudadanía de la que normalmente lo habría hecho”, afirma Kuck.

Las autoridades calculan que más de dos tercios de los casi 13 millones de titulares de tarjeta de residente permanente en Estados Unidos pueden optar a la ciudadanía.

Pero a pesar de su elegibilidad, algunos de sus clientes son más reticentes ahora a solicitar la ciudadanía, dice McBean Pompy.

“Están tomando una decisión: ‘Vale, voy a esperar a ver cómo se desenvuelven las cosas con esta administración antes de seguir adelante’, porque no quieren verse atrapados en ninguno de los grandes cambios”, dice.

María, de Colorado, dice que ahora siente que hacerse ciudadana es la única forma de mantener a salvo a su familia y asegurarse de que su hijo de 12 años no tenga que enfrentarse a las mismas preocupaciones a las que ella se enfrentaba de niña. Pronto tiene previsto iniciar los trámites.

“No quiero separarme de mi familia”, afirma.

Sinden dice que ve las cosas de otra manera. Ya había pensado en hacerse ciudadana estadounidense. Y podrá solicitarla este mes. Pero la escalada de tensiones con su país de origen, dice, le ha hecho sentirse tan mal acogida en Estados Unidos que hacerse ciudadana le parece ahora un paso demasiado lejos.

“No creo en las políticas actuales ni en la agresión a mi país. No sé hasta dónde va a llegar esto”, dice.

Por eso, en lugar de buscar la ciudadanía estadounidense, Sinden ha optado por algo más permanente que la tarjeta de residencia.

Hace poco se tatuó una hoja de arce canadiense en la palma de la mano.

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Jennifer Hauser, de CNN, ha contribuido a este reportaje.

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