Cómo logró Trump que se concretara la primera fase del acuerdo de alto el fuego en Gaza
Por Kevin Liptak, CNN
El presidente Donald Trump había estado sentado en el Comedor de Estado durante una hora y veintidós minutos el miércoles, escuchando pacientemente mientras un panel de influyentes de derecha relataban varias historias de violencia a manos de Antifa, cuando un visitante inesperado llegó a la puerta.
El secretario de Estado Marco Rubio entró a la sala desde el Cross Hall, susurró unas palabras a la secretaria general de la Casa Blanca, Susie Wiles, antes de que Trump le hiciera la pregunta que había pasado la última hora o más preguntándose en silencio: “¿Alguna noticia de Medio Oriente?”.
Rubio le dijo que sí, pero que tendría que esperar a que se marcharan los periodistas para comentarle.
Trump no parecía tener prisa. Al dar la palabra al siguiente participante, Rubio, visiblemente ansioso, tomó un bloc de notas y un bolígrafo para escribir un mensaje.
“Muy cerca”, escribió, subrayando las palabras para enfatizar. “Necesito que apruebes pronto una publicación de Truth en redes sociales para que puedas anunciar el acuerdo primero”.
El acuerdo que Trump anunciaría dos horas después pareció ser un gran avance.
Israel y Hamas acordaron la liberación de todos los rehenes retenidos en Gaza a cambio de un intercambio de prisioneros palestinos, así como una retirada parcial de las tropas israelíes del enclave asediado.
Es demasiado pronto para declarar el fin de la guerra. Siguen pendientes varios asuntos, y nuevas negociaciones podrían revelar brechas insalvables entre ambas partes.
Sin embargo, tras meses de falsas esperanzas, avances estancados y posturas atrincheradas, el acuerdo fue una clara victoria para un presidente que, en las últimas semanas, parecía decidido a convertir su plan en realidad.
El miércoles, antes de anunciar el acuerdo, declaró que planeaba viajar pronto a la región para asistir a la firma.
En múltiples ocasiones, Trump ha seguido adelante con su amplio marco de 20 puntos, eludiendo las reservas de ambas partes de las negociaciones sobre algunos de sus detalles.
El mes pasado, después de que Israel hiciera varias revisiones al texto del plan, algunos líderes árabes se resistieron y pidieron que la propuesta no se hiciera pública, según informaron personas familiarizadas con la situación. La Casa Blanca la publicó de todos modos, y los líderes árabes se sumaron.
Y cuando Hamas ofreció una respuesta que estuvo muy lejos de respaldar plenamente cada uno de los 20 puntos del plan, el primer ministro Benjamín Netanyahu dudó en presentar la respuesta como una victoria.
Trump lo vio de otra manera y le dijo a Netanyahu que estaba siendo negativo, según una persona familiarizada con la llamada.
A las pocas horas de recibir noticias de Hamas, consideró que el grupo estaba “listo para una paz duradera” y ordenó a Israel que detuviera sus bombardeos.
En cada caso, Trump ignoró las preocupaciones que creía que podrían obstaculizar el progreso hacia el fin de una guerra que ya está cansado de afrontar.
Al avanzar con rapidez, incluso en medio de las dudas de sus aliados, Trump esperaba generar el impulso que se le había escapado desde que asumió el cargo hace ocho meses.
Queda por ver si su enfoque generará una paz duradera. Su anuncio del miércoles no mencionó el desarme de Hamas, una condición en la que Netanyahu ha insistido.
Tampoco especificó el papel que Hamas podría desempeñar en Gaza en el futuro. En cambio, sugirió que esas cuestiones se dejarán para otra fase de las conversaciones.
El anuncio del miércoles, afirma, constituye el “primer paso hacia una paz sólida, duradera y eterna”.
El plan de 20 puntos que sentó las bases para la próxima liberación de rehenes surgió en medio de una crisis diplomática.
Los descarados ataques israelíes contra los líderes de Hamas en Qatar el 9 de septiembre fueron considerados inicialmente en la Casa Blanca como tan provocativos que podrían revertir cualquier avance hacia el fin de la guerra.
Trump había dedicado gran parte de su presidencia a cultivar la relación con los funcionarios cataríes, quienes durante mucho tiempo habían desempeñado un papel mediador con Hamas en los esfuerzos por poner fin al conflicto de Gaza.
En mayo, se convirtió en el primer presidente en funciones en visitar la pequeña nación del Golfo. Aceptó un regalo inusual del reino: un lujoso Boeing 747 que ahora está siendo reacondicionado para servir como Air Force One.
Sus estrechos vínculos con los líderes cataríes hicieron que los ataques israelíes en Doha fueran aún más irritantes para Trump.
Estaba furioso porque Netanyahu apenas intentó advertirle de los planes israelíes. Para cuando el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, habló por teléfono con los cataríes para advertirles del inminente ataque, este ya había comenzado, según dirían posteriormente funcionarios del país del Golfo.
Tras bastidores, el ataque agravó la continua irritación de Trump hacia su homólogo israelí. La expansión de las operaciones militares de Netanyahu en Medio Oriente había llevado a Trump a preguntarse por qué su supuesto amigo y aliado parecía empeñado en sembrar el caos regional.
En una acalorada llamada telefónica posterior, Trump criticó duramente a Netanyahu, calificando los ataques de “inaceptables”.
Posteriormente, el presidente declaró a algunos asesores que creía que el primer ministro intentaba “joderlo” obstaculizando los esfuerzos para llegar a un acuerdo, según una persona familiarizada con su comentario. Y entre algunos aliados de Trump, creció la preocupación de que el presidente estuviera siendo manipulado.
Sin embargo, en medio de la furia, otro fenómeno estaba en marcha. Los ataques israelíes —que mataron a un agente de seguridad catarí, pero no lograron eliminar a ningún líder de Hamas— galvanizaron a las naciones árabes contra Israel.
Y la ira de Trump contra Netanyahu proporcionó una nueva ventaja en una relación ya de por sí tensa.
El cambio en el ambiente diplomático fue una ventana, según Trump y sus asesores. En lugar de permitir que los ataques trastocaran las conversaciones de alto el fuego, que se encontraban prácticamente estancadas, Trump y Witkoff —con la incorporación del yerno del presidente Jared Kushner, quien retomó el papel de negociador en Medio Oriente que desempeñó durante el primer mandato de Trump— decidieron aprovechar la crisis para convertirla en una oportunidad.
Combinando componentes de varios planes ofrecidos por naciones árabes, líderes europeos y una propuesta escrita por el ex primer ministro del Reino Unido Tony Blair, quien había estado discutiendo un plan de posguerra para Gaza con la Casa Blanca durante meses, Witkoff y Kushner redactaron un plan de 21 puntos en el lapso de unas pocas semanas para presentarlo a los líderes árabes en una cumbre en Nueva York el 23 de septiembre.
En el marco de la Asamblea General de la ONU, Trump presentó el borrador a los líderes árabes.
Aunque no la consideraron perfecta, la propuesta recibió un amplio respaldo de un grupo clave de países, entre ellos Qatar y Turquía, con la esperanza de que pudiera poner fin al conflicto de casi dos años lo antes posible.
“Tuvimos una sesión muy productiva”, declaró Witkoff al día siguiente. “Presentamos lo que llamamos el plan de 21 puntos de Trump para la paz en Medio Oriente y Gaza. Creo que aborda las preocupaciones israelíes y, también, las de todos los vecinos de la región”.
Witkoff predijo entonces que, en los próximos días, la administración estaría lista para “anunciar algún tipo de avance”.
Sin embargo, antes de que se produjera ese avance, Netanyahu tendría que sumarse. Trump declaró a los líderes árabes en la cumbre de Nueva York que confiaba en lograr que el líder de Israel aprobara el plan y lo implementara.
Pero el trabajo para lograrlo apenas comenzaba. Durante los días siguientes y durante todo el fin de semana, Witkoff y Kushner mantuvieron horas de reuniones con Netanyahu y su equipo para repasar el plan palabra por palabra.
El escepticismo del primer ministro ante la propuesta fue evidente desde el principio. Cuestionó las disposiciones sobre la retirada israelí, objetó las referencias a la creación de un Estado palestino y se opuso a cualquier escenario en el que la Autoridad Palestina fuera responsable del gobierno de Gaza, según declaró una persona familiarizada con las conversaciones.
Las intensas negociaciones se prolongaron, con Trump llamando ocasionalmente para intentar suavizar las diferencias.
Trump, Witkoff y Kushner —los tres con experiencia en el mundo de las transacciones inmobiliarias— intentaron abordar las conversaciones con principios empresariales en mente: descubrir lo que cada parte busca y maniobrar para lograrlo.
Se realizaron varios cambios a petición de los israelíes, dijeron dos fuentes, y una de ellas los describió como relacionados con la retirada militar israelí de Gaza y el desarme de Hamas.
Cuando Netanyahu llegó a la Casa Blanca el 29 de septiembre, los asesores de Trump estaban tan seguros de que tendrían algo que anunciar que programaron una aparición conjunta de los líderes en el Comedor de Estado.
Pero en las horas previas al evento, los dos hombres estaban en el Ala Oeste y continuaban regateando sobre los detalles desde el otro lado de la mesa en la Sala del Gabinete, revisando copias impresas del plan punto por punto.
Y tras la insistencia de Trump —quien lo consideró un paso necesario para cerrar un acuerdo—, Netanyahu accedió a disculparse con el líder de Qatar por los ataques aéreos del mes anterior. Realizó la llamada desde el Despacho Oval mientras Trump sostenía el teléfono sobre su muslo derecho.
Finalmente, el texto que Netanyahu acordó difería del que los líderes árabes habían visto una semana antes.
No se especificó nada sobre la retirada de Israel de Gaza, y las referencias a un eventual Estado palestino se redujeron a una vaga mención de “una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino”.
Cuando los funcionarios árabes se enteraron de los cambios, instaron a la Casa Blanca a posponer la publicación del plan, creyendo que no era la misma propuesta que habían acordado. Pero ya era demasiado tarde. Y Trump estaba ansioso por aprovechar la oportunidad.
“Este es un gran, gran día, un hermoso día, potencialmente uno de los grandes días de la historia de la civilización”, dijo el mandatario junto a Netanyahu en el Comedor de Estado de la Casa Blanca, advirtiendo que si Hamas rechazaba el plan, respaldaría plenamente los esfuerzos de Israel para eliminar al grupo por completo.
A pesar de sus reservas, los líderes árabes dieron su respaldo público al plan y, según una fuente, también un entendimiento privado de que estos cambios limitarían a Netanyahu a aceptar la propuesta.
Los días siguientes fueron una espera. Trump estaba ansioso por escuchar la respuesta de Hamas.
En una llamada con el emir de Qatar dos días después de anunciar el plan, Trump preguntó sobre los avances, pero le dijeron que la respuesta del grupo podría tardar un tiempo, según una persona familiarizada con la llamada.
Los problemas de comunicación con los líderes militares de Hamas en Gaza contribuyeron a la demora en recibir una respuesta. También influyeron las divisiones entre los líderes de Hamas sobre algunos aspectos del plan, según funcionarios estadounidenses, a quienes sus socios regionales informaron de las dificultades.
Aun así, Trump se impacientaba. El viernes por la mañana, lanzó un ultimátum hasta el domingo por la noche, con la esperanza de que incitara a Hamas a responder.
Pero la respuesta solo tardaría unas horas más en llegar: Hamas había acordado liberar a todos los rehenes restantes, aunque no abordó otros aspectos clave de la propuesta de Trump.
“Este es un día importante”, dijo el presidente en un animado video grabado en el Despacho Oval. “Veremos cómo se desarrolla todo. Tenemos que dejar la última palabra escrita”.
Netanyahu se mostró mucho menos entusiasta, interpretando la respuesta de Hamas como un rechazo a algunos de los planes de Trump. Le sorprendió la rápida aceptación del plan por parte de Trump, y se quedó doblemente desconcertado cuando el presidente ordenó a Israel que dejara de bombardear Gaza mientras se ultimaban los detalles de la liberación de los rehenes.
En una llamada telefónica, Trump lamentó la actitud negativa de Netanyahu, según una persona al tanto de la llamada. (Trump lo negó posteriormente, afirmando que Netanyahu ha sido “muy positivo”).
En su opinión, la respuesta fue una señal de que Hamas estaba listo para la paz, y optó por centrarse en lo que el grupo sí acordó en lugar de en lo que no.
La Casa Blanca publicó con entusiasmo la respuesta completa del grupo desde sus cuentas oficiales en redes sociales.
Para Trump, la declaración de Hamas de que estaba listo para liberar a todos los rehenes restantes retenidos desde los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023 fue suficiente.
Tras meses de un progreso frustrantemente lento, Trump parecía dispuesto a proceder como si la paz finalmente estuviera cerca, aunque los detalles más finos permanecieran inciertos.
Jennifer Hansler de CNN contribuyó a este informe.
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