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Los planes de Barack Obama para enfrentar a Donald Trump

Por Edward-Isaac Dovere, CNN

Barack Obama solía confiar en que Estados Unidos sobreviviría a Donald Trump. Ya no está tan seguro.

El 44º presidente aún puede congregar a miles de personas o llamar a Gavin Newsom para planificar estrategias sobre la iniciativa de redistribución de distritos del gobernador de California. Pero sus allegados afirman que, tras ocho años fuera de la Casa Blanca, la incertidumbre y la ansiedad han avanzado sobre el mensaje de esperanza y cambio de Obama.

Después de reducir deliberadamente su presencia pública durante los años de Biden —aunque siguió siendo el principal recaudador de fondos del partido—, Obama y sus asesores están replanteando su estrategia de minimizar su presencia pública para permitir el surgimiento de la próxima generación de demócratas. Los intentos de Trump por impedir que los demócratas accedan al poder desde su regreso a la Casa Blanca y sus llamados a procesar o clausurar instituciones progresistas podrían, según teme Obama, privar a esa próxima generación de esa oportunidad.

“El daño es tan profundo que esto exige un enfoque diferente en general, y una implicación distinta por parte del presidente Obama en particular”, dijo Eric Holder, el exsecretario de Justicia que describió la mentalidad de su amigo de toda la vida.

“Si nos mantenemos enfocados, si estamos dispuestos a involucrarnos, si estamos dispuestos a trabajar, la nación y nuestra democracia pueden sobrevivir a esto”, dijo Holder a CNN. “Habrá daños en el camino, de eso no hay duda. No ganaremos todas las batallas”.

O como el propio Obama suele decirlo en conversaciones privadas, según varias personas que han hablado con él: “Si tienes convicciones y no las pones a prueba, entonces son solo modas”.

Para el expresidente, hacer campaña por candidatos moderados a gobernador, como tiene previsto hacer Obama el sábado con dos paradas consecutivas para apoyar a Mikie Sherrill en Nueva Jersey y a Abigail Spanberger en Virginia, es la parte fácil.

Lo que le ha preocupado es qué hacer el resto del año y en los años venideros, según conversaciones de CNN con dos decenas de altos funcionarios y operadores demócratas, así como con varios amigos que han hablado con el expresidente desde que Trump regresó a la presidencia.

Obama rechazó una entrevista para este reportaje.

Obama, otrora símbolo de la juventud, ahora tiene 64 años y lleva tanto tiempo fuera de la Casa Blanca que un niño nacido el día antes de su primera elección como presidente podrá votar en las elecciones de mitad de mandato del próximo año.

Estados Unidos no es el país unido, sin estados rojos ni azules, que Obama sugirió hace 21 años en la Convención Nacional Demócrata. Tampoco es la sociedad posracial que algunos esperaban con la elección del primer presidente negro.

Quienes conocen a Obama afirman que se ha sentido sorprendido e indignado por la cantidad de personas adineradas que ahora forman parte de su círculo social y que han hecho concesiones a Trump. Está contactando a líderes empresariales e institucionales, instándolos a no ceder ante el Gobierno actual, incluso si eso implica beneficios económicos.

Obama se está preparando para los procesos judiciales que Trump quiere que su Departamento de Justicia lleve a cabo. Evalúa si mantener la tradición e invitar a Trump, junto con los demás expresidentes vivos, a la inauguración de su centro presidencial en Chicago, prevista para la primavera. Presumiblemente, su invitación sería rechazada. Pero Trump, siempre buscando una oportunidad para atacar a Obama y a los demócratas, podría aceptarla.

A Obama también le preocupa qué hacer y decir si la Corte Suprema deroga por completo la Ley de Derecho al Voto, después de que varios magistrados se mostraran recientemente dispuestos a, al menos, debilitar esta ley histórica. O si aumentan las tensiones con los agentes de inmigración y los miembros de la Guardia Nacional desplegados en ciudades estadounidenses. O si Trump toma medidas concretas para intentar nuevamente permanecer en el cargo más allá del final de su mandato, algo que Trump ha desestimado últimamente.

“Él no quiere ser el líder del partido; era el líder del mundo libre. Pero parece que a veces tiene que decir lo que piensa”, declaró a CNN una persona cercana a Obama. “Nadie se esperaba esto: que fuera tan grave, tan desagradable, literalmente el estado de derecho en cuestión cada día”.

Obama siente que la política de su partido lo está dejando atrás, pero también se pregunta si los problemas del Partido Demócrata son tan profundos como para necesitar su ayuda para recuperar su relevancia.

Para un sector de votantes demócratas y figuras mediáticas —representado en muchos sentidos por la invitación de Marc Maron a Obama para el último episodio de su podcast a principios de este mes—, el expresidente representa para siempre la nostalgia de una época en la que la intelectualidad y el progresismo reinaban y el mundo tenía más sentido para ellos.

“Hay gente que apenas recuerda su presidencia y hace videos en TikTok sobre él”, dijo Rob Flaherty, estratega experto en redes sociales e influencia, y añadió: “En este momento, los demócratas necesitan defender la democracia liberal, y él es una de las voces más efectivas para eso”.

Spanberger y Sherrill han hecho campaña con algunos de los posibles aspirantes a la nominación demócrata de 2028, pero no han aparecido con los dos últimos nominados del partido: el expresidente Joe Biden ni la exvicepresidenta Kamala Harris. Sin embargo, ambos pidieron específicamente el apoyo de Obama.

El atractivo de Obama entre los demócratas sigue siendo tan grande que incluso personas cercanas a él se sorprendieron de lo mucho que Harris, en su libro postelectoral, que en realidad busca ajustar cuentas, lo eximió de responsabilidad por no haberla apoyado inicialmente el verano pasado, después de que Biden se retirara de la contienda.

En California, los estrategas que trabajaban en la iniciativa de Newsom para rediseñar los distritos electorales de la Cámara de Representantes no pusieron a prueba el atractivo de Biden ni de Harris, según fuentes cercanas a la iniciativa. Bill y Hillary Clinton obtuvieron cierto reconocimiento, al igual que otros como la representante Alexandria Ocasio-Cortez, pero nadie igualó la capacidad de Obama para movilizar a los demócratas y lograr que los independientes estuvieran dispuestos a escuchar.

Obama cambió su postura: pasó de apoyar la redistribución independiente de distritos a respaldar la decisión de California de tomar represalias contra los republicanos de Texas que intentaban crear cinco escaños más para el Partido Republicano a pedido de Trump.

“Si hay algo que toda nuestra nación ha llegado a comprender sobre el presidente Barack Obama es que le importan profundamente la democracia, la decencia y el decoro que conlleva liderar una nación tan diversa e inspiradora”, declaró Isaac Bryan, asambleísta del sur de Los Ángeles.

Bryan, de 33 años, quien lució una camiseta con la palabra “Hope” (Esperanza) en la foto de su primera licencia de conducir, afirmó sin embargo ser consciente de que el atractivo de Obama está perdiendo vigencia.

“Todos tenemos que aceptar que ya no somos los más populares”, declaró Bryan a CNN. “Para esta nueva generación, el presidente Obama no tiene el mismo carisma que tenía para la mía y las generaciones anteriores”.

Obama no respaldó a Zohran Mamdani. Sus asesores afirman que su llamada telefónica durante el verano al candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York tenía como objetivo validarlo ante quienes desconfiaban del socialista demócrata de 34 años y reafirmar su papel como mentor de la próxima generación.

Cuando se supo de la llamada, algunos de los seguidores más acérrimos de Mamdani comenzaron a publicar comentarios que afirmaban que el simple hecho de hablar con Obama era prueba suficiente de que Mamdani había sido manipulado.

Las críticas sorprendieron no solo al círculo de Obama, sino también al de Mamdani.

“Siempre habrá un pequeño grupo de personas que conciben la política como si fuera un grupo indie de moda y se sienten algo fuera de onda cuando más gente los descubre”, dijo Jabari Brisport, compañero del partido Socialista Democrático de EE.UU. en la legislatura de Nueva York y amigo cercano de Mamdani. “No siempre se trata de que Obama te llame y eso signifique que te estás vendiendo. No, Obama, por primera vez, ha tenido que felicitar a un socialista. Eso es un avance del lado de Obama”.

Para Obama y sus detractores, la campaña del año pasado sirve como ejemplo de lo que no entiende y de lo que puede salir mal. Entre bastidores, la campaña de Harris le había pedido que presionara a celebridades negras como Jay-Z y LeBron James para que la apoyaran. Sus comentarios durante una parada en Pittsburgh, camino a su primer mitin en apoyo a Harris, donde arremetió contra los jóvenes negros por no apoyar a una mujer negra, provocaron una reacción inmediata y polémica.

“Me dirijo directamente a los hombres; en parte, esto me hace pensar que, bueno, simplemente no les convence la idea de tener una mujer como presidenta, y buscan otras alternativas y otras razones para ello”, dijo Obama, añadiendo que “parece ser algo más marcado entre los hombres”.

Durante días, la campaña recibió respuestas airadas, incluso del popular locutor de radio Charlamagne tha God, mientras veían cómo las redes sociales republicanas intensificaban la tensión para su propio beneficio.

Jay-Z nunca la apoyó, y responsabilizó a la acusación contra el rapero Sean Combs de haberle generado demasiada presión.

El discurso de campaña de Obama en futuros mitines fue rápidamente modificado tras los sucesos de Pittsburgh.

Se extrajeron lecciones para el resto de la campaña, pero también para lo que vino después, comenzando con un discurso postelectoral en el Foro Anual de la Democracia organizado por su fundación, en el que se detuvo en cómo contrarrestar “los momentos en que, potencialmente, una de las partes intenta manipular el sistema y afianzar su poder, ya sea suprimiendo activamente el voto, politizando las fuerzas armadas o utilizando el poder judicial o el sistema de justicia penal para perseguir a sus oponentes”.

Desde entonces, Obama ha decidido que incluso los momentos más insignificantes requieren respuesta, como cuando, durante una aparición en Londres el mes pasado, dedicó un momento a responder al “espectáculo” de su sucesor al hacer afirmaciones sin fundamento sobre el consumo de Tylenol por parte de las mujeres embarazadas, afirmaciones que iban mucho más allá de la nueva recomendación de su Gobierno

Sus asesores han creado redes para amplificar los comentarios que ha hecho en otros eventos, ya sea refutando directamente a Trump o, como cuando, a través de su trabajo en la Fundación Obama, habló con jóvenes líderes de Europa del Este sobre el auge del autoritarismo en todo el mundo, ofreciendo un análisis incisivo de la situación en Estados Unidos.

“En pocas palabras”, dijo Holder, “que un presidente diga algo no significa necesariamente que sea cierto. ¡Miren, hay otro presidente que parece racional y sensato!”.

Constantemente intentan evitar lo que sucedió en septiembre, cuando las críticas a Trump que hizo en un evento en Erie, Pensilvania, captaron tanta atención que compitieron con el discurso sobre violencia política que el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, pronunció ese mismo día y que durante mucho tiempo fue uno de los favoritos de Obama.

En agosto, en el punto álgido del fracaso de los demócratas de Texas en su oposición a la redistribución de distritos que Trump exigía a mediados de la década, al representante estatal James Talarico se le facilitó un número para una conferencia telefónica. Al principio, la voz que escuchó al conectarse sonaba como la de un imitador de Obama, pero pronto se vio inmerso en elogios por sus apariciones en Fox News y en el podcast de Joe Rogan.

Talarico, quien ahora se postula para el Senado de Estados Unidos, dijo durante la llamada que, como millennial de 36 años, cree que creció con más esperanza gracias al liderazgo de Obama.

“Lo agradeció. Dijo que tenemos que ayudar a la Generación Z a alcanzar esa mayor esperanza, porque han pasado por mucho”, recordó Talarico con CNN, y agregó: “Definitivamente percibí una urgencia; sentía la responsabilidad de ayudar a la próxima generación de líderes a estar a la altura de las circunstancias”.

Además de reunirse con aliados como la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y con algunos políticos que lo buscaron —Shapiro y el gobernador de Maryland, Wes Moore, entre otros— Obama organizó varias reuniones no anunciadas con personas influyentes, intentando mantenerse al día con los rápidos cambios en los medios y la atención pública para fundamentar sus propias decisiones sobre cómo y dónde expresarse. Pide que se le cuestione, lo que, según algunos que han hablado con él, revela sus dudas sobre si su reorientación hacia el tema de la “agenda de la abundancia” es suficiente.

Entre los invitados de Obama se encontraba Faiz Shakir, principal asesor de Bernie Sanders y fundador de la empresa de medios y contenido progresista More Perfect Union. Hablaron sobre política progresista.

Shakir reconoce que Obama no puede volver a presentarse a la presidencia, pero espera una mayor presencia pública, tal vez mediante asambleas ciudadanas para mostrar a otros demócratas qué deberían hacer y cómo deberían comportarse en ellas.

“Lamentablemente, no puede salir ahí fuera y enfrentarse a la realidad”, dijo Shakir, “pero creo que quiere ponerse a prueba: ¿Estoy entendiendo bien lo que piensa la gente en este país?”

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