Los astrónomos llegaron a pensar que el auto de Musk era un asteroide. Esto podría ser un problema más amplio
Jackie Wattles, CNN
Siete años después de que SpaceX puso en órbita alrededor del Sol al deportivo rojo cereza de Elon Musk, los astrónomos, sin saberlo, volvieron a prestar atención a sus movimientos.
Los investigadores vieron e identificaron correctamente el vehículo cuando inició su excursión extraterrestre en febrero de 2018, después de haber despegado al espacio durante el espectacular lanzamiento inaugural del cohete Falcon Heavy. Pero más recientemente, el auto dio lugar a un caso de alto perfil de identidad equivocada, ya que los observadores espaciales lo confundieron con un asteroide.
Varias observaciones del vehículo, recopiladas por barridos del cielo nocturno, fueron inadvertidamente almacenadas en una base de datos destinada a objetos diversos y desconocidos, según el Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional (MPC, por sus siglas en inglés).
Un astrónomo aficionado notó una serie de puntos de datos en enero que parecían encajar, describiendo la órbita de un objeto relativamente pequeño que se movía entre las trayectorias orbitales de la Tierra y Marte.
El científico ciudadano asumió que el objeto misterioso era un asteroide no documentado y envió rápidamente sus hallazgos al MPC, que opera en el Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en Cambridge, Massachusetts, como un centro de datos que busca catalogar todos los asteroides, cometas y otros cuerpos celestes pequeños conocidos. Un astrónomo del lugar verificó el hallazgo.
Y así, el Centro de Planetas Menores registró un nuevo objeto, el asteroide “2018 CN41”.
Sin embargo, en 24 horas, el centro se retractó de la designación.
La persona que originalmente había señalado el objeto se dio cuenta de su propio error, dijo el astrónomo del MPC Peter Veres a CNN, al notar que, de hecho, habían encontrado varias observaciones no correlacionadas del auto de Musk. Y los sistemas del centro no habían detectado el error.
“(El astrónomo aficionado) tenía razón. (Los puntos de datos) realmente estaban relacionados”, dijo Veres, que creó la entrada de la base de datos para 2018 CN41. Pero, una vez más, nosotros solo recibimos los números, las posiciones, e incluso los astrónomos (que utilizan) telescopios solo ven un punto que se mueve”.
“Así que desde esa perspectiva, si no sabes de antemano que es un Tesla Roadster, no hay forma de saberlo”, añadió Veres.
Fue un caso extraordinario de confusión de identidad. Pero dista mucho de ser el primero, ya que una serie de casos similares han inquietado a los astrónomos. Estas confusiones ponen de manifiesto las dificultades que plantea el seguimiento de objetos en el espacio profundo, un problema agravado por el creciente número de objetos fabricados por el hombre que se lanzan al éter.
Los objetos que atraviesan nuestro sistema solar fueron identificados erróneamente en varias ocasiones en los últimos años, dijo a CNN Paul Chodas, de la NASA. Chodas es director del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL, por sus siglas en inglés) en Pasadena, California.
Los expertos espaciales habían confundido el cuerpo de un cohete en curso de colisión con la Luna con un vehículo de lanzamiento de SpaceX antes de que se confirmara en 2022 que se trataba de un cohete propulsor de una de las pasadas misiones lunares de China.
Una pieza del cohete Saturno V de la misión Apolo 12, que transportó a tres astronautas en el segundo alunizaje tripulado en 1969, desconcertó a los científicos a principios de la década de 2000 cuando regresó a la órbita de la Tierra. Los astrónomos tuvieron que inspeccionar minuciosamente la extraña trayectoria del artefacto desechado para identificarlo con precisión.
El telescopio Pan-STARRS1 de la Universidad de Hawai detectó en 2020 otra parte de un cohete que ayudó a lanzar la fallida sonda lunar Surveyor 2 de la NASA en 1966, durante el apogeo de la carrera espacial del siglo XX. La detección desconcertó a los investigadores hasta que el Gobierno de EE.UU. ordenó un esfuerzo “interinstitucional de alto nivel” para determinar qué era el objeto, dijo Chodas.
El interés, y a veces la urgencia, por comprender y rastrear objetos en el espacio profundo proviene del deseo de entender fundamentalmente el funcionamiento del cosmos, así como de ayudar a los responsables de políticas y a científicos a comprender las amenazas, ya sean asteroides o adversarios extranjeros.
El auto deportivo de Musk logró esquivar a los profesionales encargados de rastrear objetos en nuestro sistema solar por varias razones.
Un factor clave: los expertos no han estado tan interesados en seguir el rastro del vehículo.
El auto no está en un viaje de investigaciones científicas. Fue enviado al espacio como una carga muerta en el vuelo de prueba inaugural del cohete Falcon Heavy de SpaceX, y ahora el vehículo está destinado a pasar su eternidad surcando sin rumbo nuestro vecindario cósmico.
El auto tiene una probabilidad extremadamente baja de impactar la Tierra. Así que, en lo que respecta a los astrónomos, es solo un pesado trozo de basura espacial.
Aun así, confundir una nave espacial u objeto hecho por humanos con un asteroide es problemático para el Centro de Planetas Menores, que solo se encarga de identificar objetos naturales.
“No queremos recibir (datos sobre) objetos artificiales en absoluto”, dijo Veres. “Básicamente es tiempo desperdiciado para nosotros”, agregó, refiriéndose al MPC.
El centro está trabajando con el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA para integrar mejor los datos de la base de datos del sistema Horizons de la agencia, que mantiene un seguimiento cercano de las trayectorias de las rocas espaciales y señala asteroides potencialmente peligrosos.
Veres dijo que escribió un código que tiene como objetivo mejorar la búsqueda de objetos creados por humanos que puedan escapar de los filtros del Centro de Planetas Menores mediante la verificación cruzada con la base de datos Horizons de la NASA. La solución se implementó esta semana, dijo Chodas.
Si ese ajuste se hubiera hecho antes, agregó, la corrección casi seguramente habría detectado el error.
Aún así, agregó Veres, actualizar el código no es una solución única.
“Aún no es a prueba de balas, y el problema es la cantidad de nuevos lanzamientos de naves espaciales”, dijo.
Hoy en día, el mundo de los vuelos espaciales es impulsado tanto por la industria comercial como por agencias gubernamentales como la NASA, señaló. Y las empresas privadas no siempre son transparentes sobre exactamente a dónde van los objetos que envían al espacio. Es un problema exacerbado por el hecho de que las empresas están haciendo lanzamientos mucho más frecuentemente que los programas espaciales gubernamentales.
SpaceX, por ejemplo, lanzó casi 140 cohetes solo en 2024, más que lo que la NASA lanzó durante todo el programa del transbordador espacial durante 30 años.
El problema no son solo los satélites y naves espaciales, señaló Veres, sino las partes de los cohetes que ocasionalmente son arrojadas al abismo después de terminar una misión.
Mientras que tanto JPL como MPC se centran en catalogar y rastrear asteroides naturales, cometas y otros cuerpos naturales, llegará el día en que los astrónomos deberán comenzar a observar de cerca los objetos hechos por el ser humano en el espacio profundo también, dijo Veres.
En este momento, Chodas estima que hay aproximadamente 100 objetos hechos por el ser humano en órbita alrededor del Sol. “La mayoría de (esos objetos) están perdidos porque no se rastrean mucho”, dijo.
“Lo más importante es esto: no hay una base de datos confiable de órbitas de estos objetos alrededor del Sol”, agregó Chodas.
Esa falta de datos podría ser un problema, ya que el aumento del tráfico podría enturbiar la visión de los astrónomos sobre el espacio y complicar el trabajo de rastrear asteroides que podrían impactar la Tierra.
“Creo que este tema se volverá más urgente en los próximos años”, agregó Veres.
Un caso en cuestión: AstroForge es una audaz startup con sede en Huntington Beach, California, que tiene como objetivo algún día extraer metales raros en el espacio profundo. La empresa planea lanzar una pequeña nave espacial, llamada Odin, a finales de febrero para sobrevolar un asteroide y tomar imágenes para investigar su superficie.
La misión marca una de las primeras veces que una empresa privada ha enviado una nave espacial al espacio profundo, o más allá de la Luna.
Al principio, la empresa se negó a decir públicamente a qué asteroide apuntaría, dejando abierta la posibilidad de que los observatorios pudieran detectar la nave espacial sin saberlo. AstroForge cedió después de la presión de la comunidad astronómica, reconociendo en enero que planeaba enviar el vehículo a un asteroide llamado 2022 OB5, una roca espacial relativamente pequeña que pasará a menos de 800.000 kilómetros de la Tierra el próximo año.
Pero el CEO de la empresa, Matthew Gialich, dijo a CNN que las cosas podrían cambiar. “Una de las mejores cosas que tenemos como empresa es que podemos cambiar de objetivo en cualquier momento… así que no es un gran problema para mí decir este”, dijo.
“Ahora, cuando encontremos este mítico asteroide que es puramente platino y vale US$ 1 billón en material real, ¿voy a decirle al mundo cuál es?” dijo Gialich, “Probablemente no”, añadió.
La presidenta de la Sociedad Astronómica Estadounidense, Dara Norman, publicó una carta en septiembre pidiendo una mejor transparencia entre los operadores espaciales. El documento fue un llamado a la acción para que la comunidad espacial global se uniera para aumentar la comprensión mutua, destacando varias preocupaciones importantes.
Los problemas incluyen cómo las investigaciones del cielo nocturno financiadas por el gobierno pueden estar restringidas debido a preocupaciones de seguridad nacional, la realidad de que las empresas espaciales comerciales no siempre son transparentes y la falta general de regulación.
En una entrevista con CNN el viernes, Norman dijo que cree que la Sociedad Astronómica de EE.UU. (AAS, por su sigla en inglés) hizo ese llamado ya que los responsables de políticas en todo el mundo apenas están comenzando a considerar estos problemas.
“Lo que nos gustaría hacer es trabajar en cooperación con esas entidades comerciales para poder asegurarnos de que la ciencia no se vea afectada de las maneras más atroces”, dijo Norman. “Si estamos confundidos sobre si algo es un asteroide desconocido o un Tesla Roadster, entonces comienza a costarnos dinero hacer cosas como rastrearlo o averiguarlo”, agregó.
Es por eso que una mejor coordinación y transparencia son cruciales, dijo Norman, para que los científicos puedan hacer su trabajo de manera eficiente: rastrear asteroides potencialmente peligrosos e intentar obtener una imagen más completa de los objetos que pueblan nuestro sistema solar.
“A medida que comenzamos a tener más actores en la escena global, se volverá aún más importante que todos seamos transparentes entre nosotros”, agregó Norman.
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