Dedicó su carrera a atender a pacientes terminales. Ahora, su historia busca impulsar el debate sobre la eutanasia en México
Por Mauricio Torres, CNN en Español
Un hombre está acostado en su cama, no se puede mover, apenas puede hablar. A su lado, su esposa se reclina para limpiarle la boca con un trozo de papel y, momentos después, ve cómo el doctor que está con ellos —robusto, de bigote poblado y voz gruesa— toma una sonda e inyecta un medicamento que, dice, ayudará al paciente a sentir menos dolor. Desde fuera de la habitación, otras personas observan lo que ocurre.
Aunque nadie lo diga con palabras, la situación es clara: su familiar está muriendo.
Esta es una de las primeras escenas de “El último viaje”, un documental estrenado a finales de septiembre en cines de México que cuenta la historia del médico y tanatólogo mexicano Federico Rebolledo, quien dedicó alrededor de 40 años de su carrera a ayudar tanto a sus pacientes como a sus familias a enfrentar la muerte y sus efectos. Pero no solo eso. La pieza también narra cómo Rebolledo debió aplicar sus enseñanzas en su propio entorno tras recibir un diagnóstico de cáncer terminal. Murió en 2021.
Rodolfo Santa María, director de la cinta y yerno de Rebolledo, dijo en entrevista con CNN que el plan de rodar “El último viaje” comenzó hace varios años, mucho antes de que su suegro supiera que estaba enfermo. En principio —explicó—, el objetivo era mostrar cómo trabajaba Rebolledo, incluso con sus seres queridos, pero todo dio un giro cuando la familia supo que iba a morir.
“En ese momento, yo me alejé del proyecto, como que no me atreví. Dije: ‘Es una cosa muy íntima; no sé si voy a invadir’, recordó Santa María.
“Hasta después, que él mismo me dijo: ‘¿Por qué no estás aquí, por qué no estás siguiendo con el trabajo que estabas haciendo?’, fue que lo volví a tomar. Entonces, hay una carga ética por ahí, pero también, justo por esa misma carga ética, cuando las personas con las que estás trabajando son copartícipes del proyecto, es mucho más fácil seguir adelante”, expuso.
Cuatro años después de la muerte de Rebolledo, Santa María busca que “El último viaje” no solo recuerde su labor, sino que también ayude a que avance el debate sobre la eutanasia en México, un país donde esta práctica está prohibida —como en la mayor parte de América Latina— y donde genera una profunda controversia.
De acuerdo con Santa María, Rebolledo comenzó a interesarse por la eutanasia y por cómo ayudar a que las personas pudieran morir con dignidad después de atender a su primer paciente terminal, un hombre que se negaba a ir al hospital porque decía que el tratamiento que recibiría ahí únicamente prolongaría su agonía.
“Ahí empezó a entender que hay un momento en el que la Medicina ya no debe ayudar a no morir, sino a reducir el dolor. Y un poco este paciente lo que le dijo fue: ‘Lo que quiero es morir tranquilo, ayúdame a no tener dolor y a morir tranquilo’”, contó.
La primera parte del documental se apega al plan original del proyecto: mostrar cómo Rebolledo atendía a sus pacientes y a sus familias. A lo largo de este segmento, se ve al médico y al tanatólogo atender llamadas, acudir a domicilios, hablar con enfermos, escuchar sus dolencias y suministrarles medicamentos.
También se le observa conversar con su familia y exponer algunas de sus reflexiones, como que se debe “hacer la maleta para viajar ligero” y que se necesita “empoderar a la gente de su propia muerte”.
Santa María dijo que estas escenas muestran que Rebolledo era “muy racional” y “tenía una teoría muy bien hecha” sobre su área de conocimiento, que expuso en libros como “Aprender a morir: fundamentos de tanatología médica” y en entrevistas con diversos medios, entre ellos CNN.
Además —argumentó el cineasta—, estos momentos dejan ver que Rebolledo “era un enemigo del sufrimiento humano” y, por ello, era partidario de legislar para que las personas puedan decidir cuándo y cómo morir.
En una escena del documental, él y su esposa, Victoria Angulo, están en su habitación. Mientras hablan sobre la muerte y lo difícil que es lidiar con el fallecimiento de un ser querido, él le dice que quiere impulsar una “revolución” en este ámbito.
“Yo necesito que me ayudes a hacer mi revolución. El planteamiento no es morirnos: terminar la vida. En tal momento, en tales condiciones y por tales razones, tengo derecho a disponer de mi vida”, sostiene.
En América Latina, Uruguay se convirtió en octubre en el primer país de la región que aprueba una ley que regula la eutanasia. Colombia y Ecuador la habían despenalizado por fallos de sus cortes constitucionales. En México, la Ley General de Salud prohíbe esta práctica y establece que debe ser sancionada penalmente como homicidio por piedad o suicidio asistido.
La Conferencia del Episcopado Mexicano rechazó en 2023 una iniciativa que planteaba introducir la eutanasia en la Ley General de Salud. En un comunicado, pidió que los actores políticos “dirijan sus esfuerzos a poner medios paliativos para atender el dolor en la enfermedad, sin jamás abrir la puerta a acciones que directamente quitan la vida a un ser humano, lo solicite o no”.
Desde 2008, en algunos de los 32 estados de México se han aprobado leyes de “voluntad anticipada”, que permiten a una persona en etapa terminal decidir no ser sometida a tratamientos que prolonguen su vida. La Ciudad de México fue la primera entidad que aprobó una legislación de este tipo.
La segunda parte del documental relata los últimos días de Rebolledo, quien murió de cáncer a los 72 años.
Sobre este hecho, Santa María recuerda dos aspectos. El primero, que su suegro decía que quería morir a los 75 años, pues le parecía tiempo suficiente para desarrollar un proyecto de vida. El segundo, que también argumentaba que preferiría fallecer por una enfermedad en vez de por un accidente u otro hecho repentino, porque así al menos tendría tiempo para despedirse.
Aunque no se le concedió morir a la edad que deseaba, sí logró decir adiós a las personas que quería.
En esa despedida, la cinta lo muestra en el centro de una reunión. Postrado, con una lesión en la frente, calvo —pero aún con bigote—, recibe a familiares y amigos que acuden a expresarle cariño en medio de música, tequila, sonrisas y llanto.
Santa María consideró que ese momento ejemplifica que su suegro “entendía el valor de la vida”, y ahora el documental busca mantener vigente su idea de que deben debatirse cambios legales que le den a la gente acceso a una “muerte digna”.
El cineasta, partidario de legalizar la eutanasia al igual que Rebolledo, reconoció que se trata de un tema complejo por sus implicaciones políticas, sociales y religiosas, entre otras, pero sostuvo que evadir el debate prolongará el sufrimiento de quienes tienen enfermedades irreversibles y afectará más a quienes tienen menos recursos para poder aminorar su dolor.
“Más allá de que creo que debería ser legal tener opción a la muerte, llevarlo a cabo no es fácil”, admitió Santa María.
“Un poco la idea es contar una historia, que la gente vaya al cine y viva una historia con profundidad y salga con una reflexión, pero si ayuda a ampliar el debate al respecto sería genial”.
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