Putin está usando a Trump para ganar tiempo. Y el plan de paz de 28 puntos juega a su favor
Análisis de Clare Sebastian, CNN
Después del shock y la confusión que rodearon la filtración de un plan de paz de 28 puntos que contenía algunas de las demandas más grandes de Rusia, y de las maratónicas conversaciones del fin de semana para revisarlas, Estados Unidos y Ucrania adoptaron este martes un tono cauteloso, pero esperanzador.
“Hay algunos detalles delicados, pero no insuperables, que deben resolverse”, escribió la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en X.
“Nuestras delegaciones alcanzaron un entendimiento común sobre los términos fundamentales del acuerdo discutido en Ginebra”, fue la evaluación del principal negociador ucraniano, Rustem Umerov.
En otras palabras, queda trabajo por hacer, y probablemente en las partes más importantes del plan. Pero lograr que Estados Unidos y Ucrania estén de acuerdo no es la parte más difícil de esto. Conseguir que Rusia acepte algún compromiso, cuando en los últimos días ha dado señales de que rechazará cualquier acuerdo revisado, parece casi imposible en esta etapa. Y, sin embargo, Rusia sí quiere que Estados Unidos siga intentándolo.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo el lunes que cree que el plan de paz de 28 puntos, que entre otras cosas requeriría que Ucrania se retire de los territorios que aún controla y se comprometa a no unirse nunca a la OTAN, “podría servir de base para un acuerdo de paz definitivo”. Hizo estos comentarios al día siguiente de que Estados Unidos y Ucrania realizaran una serie de revisiones clave al documento en las conversaciones en Ginebra.
Este martes, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, amplió esa posición, diciendo que el plan de 28 puntos estaba “basado en los entendimientos alcanzados en Anchorage”, donde los presidentes de Estados Unidos y Rusia se reunieron en agosto. Agregó que Rusia aún no había recibido el documento revisado, pero que “si el espíritu y la letra de Anchorage se pierden en los entendimientos clave que hemos documentado, entonces, por supuesto, la situación será fundamentalmente diferente”.
Y Rusia no solo está plantándose en lo que respecta a incorporar alguna demanda ucraniana en una propuesta de paz. También ha dado señales de que quiere excluir a Europa del proceso de negociación.
El lunes, el principal asesor del Kremlin, Yury Ushakov, describió la contrapropuesta europea al plan de paz de 28 puntos como “completamente no constructiva”. Lavrov fue aún más lejos este martes, con una diatriba histórica argumentando que los esfuerzos europeos para mediar en los acuerdos de Minsk en 2014 descalifican al bloque para desempeñar un papel ahora.
“Ya tuvieron sus oportunidades, chicos. No aprovecharon esas oportunidades, simplemente fallaron”, dijo. El Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington, sostuvo que los funcionarios rusos estaban acusando a Europa de socavar el proceso de paz “probablemente en un intento de desviar la atención del propio rechazo de Rusia al acuerdo”. Aprovechar este momento para enfatizar las divisiones dentro de la alianza de la OTAN puede ser otro efecto secundario conveniente.
El tiempo no es un recurso infinito para ninguno de los bandos de esta guerra, aunque Rusia probablemente tenga más para jugar que Ucrania. El lunes por la noche, Rusia lanzó lo que la Misión de Monitoreo de Derechos Humanos de la ONU en Ucrania dijo que fue su séptimo ataque generalizado contra instalaciones energéticas ucranianas en los últimos dos meses. La Comisión Europea estimó la semana pasada, según Reuters, que Ucrania necesitará más de 135.000 millones de euros (unos US$ 156.000 millones) en los próximos dos años para sobrevivir, si la guerra termina el próximo año. Y Rusia está intensificando la presión a lo largo de las líneas del frente, tensando la cada vez más urgente crisis de personal de Ucrania.
No obstante, las defensas aéreas rusas se activaron durante la noche de este martes, derribando casi 250 drones ucranianos, de acuerdo con el Ministerio de Defensa ruso, en lo que fue uno de los mayores asaltos de la guerra hasta ahora.
Novorossiysk, un centro clave de exportación de petróleo y actual sede de la flota rusa del mar Negro, fue atacada por segunda vez este mes, como parte de una acelerada campaña de drones de largo alcance contra instalaciones militares y energéticas que el comisionado de sanciones de Ucrania ha descrito como “sanciones por la fuerza”. Los ingresos de Rusia por petróleo y gas en los primeros 10 meses del año han caído más de un 20 % en comparación con 2024. Y las sanciones estadounidenses contra las mayores compañías petroleras de Rusia también entraron oficialmente en vigor el viernes: las primeras nuevas medidas del segundo mandato del presidente Donald Trump.
Y eso en parte puede explicar por qué Rusia apuesta por ralentizar este nuevo impulso diplomático de Estados Unidos, mientras hace creer a Trump que sigue participando, argumentó Orysia Lutsevych, subdirectora del programa Rusia-Eurasia en Chatham House.
“Putin juega con el tiempo ante Trump”, escribió. “Sus objetivos son obstaculizar la aplicación de las sanciones petroleras que entraron en vigor el 21 de noviembre y retrasar la adopción del proyecto de ley de sanciones secundarias que actualmente está en la Cámara de Representantes de Estados Unidos”.
Lavrov casi pareció confirmar esta estrategia este martes, aunque reconoció que conlleva riesgos. “No estamos apresurando a nuestros colegas estadounidenses”, dijo. “Esperamos mucho tiempo después de Anchorage, hablamos con ellos y simplemente les recordamos que estamos comprometidos con esos entendimientos. Hasta qué punto serán capaces de resistir los intentos de desviarlos, aún no lo sabemos”.
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