A Donald Trump le conviene enfrentarse a Bernie Sanders
Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.
(CNN Español) – Dice Andrés Oppenheimer que lo peor que puede hacer un hispano en Estados Unidos es votar por Bernie Sanders. A continuación, explica las razones que tiene para desechar a este incansable precandidato.
La de más peso es que ese voto servirá para reelegir a Donald Trump. Y es cierto: no hay interés mayor en las filas demócratas que sacar a Donald Trump de la Casa Blanca.
Lo que le conviene a Trump es enfrentarse a un candidato que se califica de socialista democrático, que se fue de luna de miel a la extinta Unión Soviética y al que todavía, opino, le dura cierto entusiasmo por la dictadura de Cuba y el régimen represivo de Daniel Ortega en Nicaragua.
No obstante, algunos de los argumentos de Sanders se han abierto paso en la imaginación de los estudiantes y en las clases medias. Por ejemplo, pagar los estudios universitarios y la factura médica de la sociedad estadounidense por medio de los presupuestos generales del Estado.
Es muy efectivo preguntarse por qué las naciones desarrolladas de Europa pueden costear ambos renglones, mientras Estados Unidos no lo consigue.
El problema radica en que ya existe en este país una red de hospitales públicos cuyo costo absorbe el Estado y cuya calidad, en general, es pésima: los hospitales para veteranos de guerra.
Por otra parte, Sanders no dice cuánto va a costar asumir el costo de la educación superior o de la sanidad pública y universal, ni cómo se va a pagar.
Mi opinión es que Oppenheimer tiene razón: elegir a Bernie Sanders como candidato del Partido Demócrata será una garantía de que Trump estará otros cuatro años en la Casa Blanca.
A esto se agrega otro peligro adicional: que el Senado continúe en manos republicanas y, al mismo tiempo, que los demócratas pierdan el control de la Cámara de Representantes, arrastrados por la avalancha de votos que obtendría el presidente Trump si se opone a un socialista.
Fue lo que sucedió en Gran Bretaña cuando los laboristas eligieron a Jeremy Corbyn. El conservador Boris Johnson se relamió de gusto. Había llegado su hora.