¿Nace un nuevo eje progresista en América Latina?
Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina.
(CNN Español) — El reciente viaje a México del presidente electo de la Argentina, Alberto Fernández, después del contundente triunfo en primera vuelta sobre Mauricio Macri, es muy relevante para América Latina y el Caribe. En la tradición argentina quien asumía la presidencia realizaba su primer viaje al exterior a Brasil. En este caso, apenas seis días después de las elecciones Fernández decidió visitar a Andrés Manuel López Obrador. El presidente de México lo recibió con los brazos abiertos dejando bien claro que hoy existe una afinidad política progresista como nunca antes tuvieron estos dos países, lo que permite avizorar un nuevo eje regional de norte a sur.
En sus declaraciones públicas tanto López Obrador como Fernández son muy críticos del Fondo Monetario Internacional y las políticas neoliberales que ambos consideran han fracasado en sus respectivos países. También coinciden en la necesidad de relanzar los mecanismos de integración regional abandonados por los gobiernos anteriores.
Después del triunfo de Macri en 2015 y la destitución de Dilma Rousseff en 2016, quienes sustentan una visión conservadora y liberal sentenciaron que no habría más gobiernos progresistas en décadas. Los seguidores de Macri —con la típica soberbia de quien disfruta las mieles de un triunfo— popularizaron la consigna “no vuelven nunca más”. Se equivocaron. Peor aún, para la historia quedará registrado que Macri es uno de los pocos presidentes latinoamericanos que no obtuvo la reelección y perdió por ocho puntos en primera vuelta, principalmente por su fracaso en la economía.
De López Obrador se decía que no le interesaba la política exterior y que ni siquiera tenía pasaporte. Sin embargo, en menos de un año de gobierno ha tomado decisiones de gran relevancia internacional. Por un lado, México asumirá en 2020 la presidencia de la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, un organismo de integración regional sin Estados Unidos, para darle un nuevo impulso latinoamericanista. Por el otro, ante las persecuciones en Ecuador a dirigentes afines al expresidente Rafael Correa, decidió acoger en su embajada en Quito a varias personas, entre ellas la expresidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivanedeira, aunque el gobierno de Ecuador niega diga dichas persecuciones. Si bien es cierto que México tiene una gran tradición de brindarle refugio a personas perseguidas, no es menos cierto que —en este contexto regional— es todo un gesto político el de brindarle asilo a opositores al presidente Lenín Moreno, así como recibir a Alberto Fernández antes de asumir la presidencia.
No es la primera vez que México y la Argentina buscan estrechar sus vínculos de manera directa. Ya lo hicieron en los años veinte y treinta del siglo pasado. Que estas dos potencias lo intenten puede ser muy significativo para América Latina y el Caribe.