Las largas y muy especiales navidades puertorriqueñas
Nota del editor: Silverio Pérez es escritor, autor de los best sellers entre los que se destacan “LaVitrina Rota”, “Un espejo en la selva” y “Solo cuento con el cuento que te cuento”. Conductor de programas de radio y televisión y productor de documentales. Ha grabado más de una decena de discos. Cofundador de las agrupaciones puertorriqueñas: “Haciendo Punto en otro son” (nueva trova) y “Los Rayos Gamma” (sátira política).
(CNN Español) — Como músico e integrante del grupo Haciendo Punto en Otro Son, como escritor de la cotidianidad isleña, y como ciudadano de mi nación puertorriqueña, me he podido vivir desde distintas perspectivas la particularidad que tiene la celebración de la Navidad en Puerto Rico que sin lugar a dudas es la más larga y especial del mundo hispanoparlante.
La celebración realmente empieza el 19 de noviembre, día del Descubrimiento de Puerto Rico, pues en todas las escuelas del territorio, públicas y privadas, se conmemora la Semana de la Puertorriqueñidad. ¿Y cómo se celebra la puertorriqueñidad? Con comidas típicas, con música folclórica, con vestimenta que evoca la de nuestros jíbaros de la montaña, o con la bomba y plena costera. Así que es el 19 de noviembre donde arranca nuestra festividad.
Cuando la cultura estadounidense introdujo la celebración del Día de Acción de Gracias en nuestra isla y se comenzó a propagar la costumbre de una cena donde el pavo era el plato principal, el boricua, acostumbrado a los condimentados sabores caribeños, encontró que al desabrido pavo le hacía falta algo que lo convirtiera en un apetecible manjar. Y de pronto, al pavo lo adobaron con los mismos condimentos que al lechón asado y de ahí surgió el “pavochón”, un pavo con sabor a lechón. Y la cena de Acción de Gracias se convirtió en otro preámbulo de la Navidad.
Pero en nuestra cultura isleña los preámbulos tienen sus propios preámbulos, así que antes de ese preámbulo navideño, la gente comienza a decorar sus casas al son de música navideña desde el fin de semana antes de Acción de Gracias. De ahí en adelante vienen las fiestas de navidad de las empresas, de las comunidades y de todo aquel que se invente una razón para hacer una fiesta. Así que cuando llega la víspera de Navidad estadounidense, que para nosotros es Nochebuena, ya el boricua lleva 36 días de celebración.
En Estados Unidos le llaman “Holydays” a esos poquitos días que transcurren desde Navidad hasta el Año Nuevo. Nosotros seguimos de largo pues viene la festividad más añorada en nuestros campos: el 6 de enero, día de Los Tres Santos Reyes. Pero, igual que en Navidad, es la víspera de Reyes donde nosotros celebramos en grande. Esa noche hay promesas de reyes, parrandas, cenas y reuniones familiares para esperar a las 12 de la noche cuando llegan los Magos de Oriente con sus regalos a los niños.
Como de toda esa fiesta de Reyes va a sobrar mucha comida, pues en eso también somos muy exagerados. Nos inventamos otra fiesta el fin de semana siguiente a Reyes para consumir lo sobrante. A esa fiesta se le llamó las Octavitas. Hay quien, no conforme con ello, le añadió las Octavonas, que son 16 días después de Reyes. Pero esto no acaba aquí, pues si ya el fin de semana próximo son las Fiestas de la Calle San Sebastián, ¿qué sentido tiene detenerse? Así que realmente nuestras fiestas de Navidad terminan con la celebración de San Sebastián el 20 de enero, exactamente 62 días después de haber comenzado. ¿Alguien duda ahora de que son las más extensas y variadas del mundo?
Acompaño unas décimas, forma poética predominante en la tradición puertorriqueña, que atestiguan esta tradición.
El pavo no estaba asado
pues le faltaba un poquito
pero ya el arbolito
se veía iluminado.
En Puerto Rico ha cambiado
un tanto la tradición.
Aquí ya casi el lechón
juntito al pavo se asa,
y empieza de casa en casa
un tremendo vacilón.
El viernes en la mañana
después del día del pavo
debemos llevar a cabo
un acto que nos hermana.
Es tradición borincana
ese día madrugar
y a eso de las cuatro estar
dentro del “mall” más cercano
y con canasta en la mano
comprar, comprar y comprar.
En las urbanizaciones
ya se están organizando
la calle están decorando
con creativas variaciones.
De ángeles hay legiones
y hasta nieve hay en la grama.
Y del nacimiento el drama
toma escena en los bateyes.
Santa Claus y los Tres Reyes
completan el panorama.
No crean que ha terminado
esta gesta navideña
pues nuestra gente se empeña
en que sea un combo agrandado.
De octavitas ya hay pautado
un jolgorio similar
y después hay que enfilar
para la San Sebastián.
Y saliendo de San Juan
al campo me fui a trullar.
Y entre consumo y parranda
desde diciembre hasta enero
está este pueblo fiestero
embobao de propaganda.
Y aunque despistado anda
no todo es fatalidad.
En esta festividad
aún sentimos el fervor
del que sabe que el Señor
nos nació en la Navidad