La contrarrevolución de Maduro
Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) — En marzo de 2019 y en medio de las fallas eléctricos que padecía (y sigue padeciendo) Venezuela, Nicolas Maduro instó a los ciudadanos de su país a participar de la “resistencia activa”.
Un mes después, Maduro dijo que era el primero en defenderlos. Durante el programa televisivo de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Constituyente, el mandatario dijo que están integrados por “gente buena, gente patriota, gente sacrificada (…) que practican el cristianismo puro’’. Y exaltado, exclamó: “En el siglo XXI, el cristianismo puro se llama chavismo”.
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En otra muestra de necedad, Maduro relacionaba el cristianismo con los colectivos: grupos de civiles armados -algunos encapuchados- que siembran el terror en las calles y que a bordo de motocicletas, embisten a quienes se atreven a manifestarse en contra del gobierno.
En un informe de 2019 y que Maduro descalificó, la Oficina para los DD.HH. de la ONU documentó 66 muertes durante las manifestaciones antigubernamentales realizadas de enero a mayo de ese mismo año, de las cuales 52 “son atribuibles a las fuerzas de seguridad del Gobierno o a los colectivos”.
Los colectivos de Maduro son en Venezuela, la reencarnación de los Tonton Macoute de Duvalier, los Camisas Negras de Mussolini, los Camisas Pardas de Hitler, los Camisas Azules de la España de Franco…
Son la cara mas visible e inquietante del neofascismo de nuevo cuño que germina, como hongos venenosos y pestilentes, en los humedales de la ultraderecha y la ultraizquierda.
Los colectivos de Maduro son los hijos bastardos de la orgía populista y de la sinrazón y la violencia institucionalizadas. O al menos, santificadas desde el poder.
Mi colega Francho Baron presentaba, en un reportaje especial publicado por CNN en Español en mayo de 2019, a Valentín Santana, líder de La Piedrita, uno de los colectivos más peligrosos de Caracas.
Santana es un ser que da grima. Exaltado, fanático, irreflexivo, radicalizado… Una mole granítica.
En 2009, el fallecido presidente Hugo Chávez, pidió su detención porque lo consideraba violento. Eso nunca ocurrió.
Pues bien, este miércoles, los paramilitares de Maduro han atacado a tiro limpio y con piedras y palos, a los diputados opositores y periodistas que este miércoles intentaban llegar al Palacio Federal Legislativo para una sesión que sería liderada por Juan Guaidó.
“Dispararon contra los vehículos donde íbamos’’, cuenta el diputado Carlos Prosperi. “Nos disparan en el carro”, aseveró otra diputada, Delsa Solorzano. Los dos iban en la camioneta atacada.
Un equipo de CNN que transitaba cerca de la caravana presenció el ataque y también resultó afectado.
La policía y otras fuerzas del orden no intervinieron.
Diosdado Cabello felicitó a los paramilitares, porque según dijo, “así somos los revolucionarios”.
Cabello, esta vez, ha sido honesto. Solo que tales revolucionarios, los que el chavismo enaltece, transitan despavoridos hacia la nada, un inmenso vacío que desde ya, huele a pólvora y sangre. A muerte.