ANÁLISIS | La presidencia turbulenta y anárquica de Trump terminará con un histórico segundo juicio político
(CNN) — El fatídico momento en que la Cámara de Representantes vote el miércoles a favor de llevar a juicio político al presidente Donald Trump por segunda vez se ubicará entre los momentos decisivos de la historia de Estados Unidos mucho después de que los ciudadanos que sufren estos días trágicos y desgarradores hayan desaparecido.
Una cascada de episodios desconcertantes, comenzando con la negativa de Trump a aceptar su derrota electoral y que abarca su incitación al asalto del Congreso, ha hecho añicos las históricas suposiciones sobre la inexpugnabilidad del gobierno del pueblo, para el pueblo. Salvo por la fractura de la unión antes de la Guerra Civil, el sistema de controles y equilibrios políticos de este país nunca antes había estado bajo el tipo de tensión impuesta por un presidente autocrático desesperado por aferrarse al poder.
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La sensación de que se está haciendo historia se ve magnificada por la creciente evidencia de que Estados Unidos está luchando por la democracia misma en una lucha que perdurará después de que Trump deje el cargo la próxima semana, como muy tarde. Nuevas advertencias de violencia por parte de extremistas pro-Trump en 50 estados y la marcha de milicias hacia Washington instigan la sensación más opresiva desde el 11 de septiembre de 2001 de que la nación está bajo amenaza. Pero esta vez el peligro para la libertad de Estados Unidos no proviene de un grupo terrorista extranjero, sino de estadounidenses radicalizados.
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En tanto, en una ruptura con las alineaciones políticas vistas durante todo el mandato de Trump, varios republicanos dicen que se unirán a los demócratas de la Cámara de Representantes para llevar a Trump a juicio político. También hay las primeras señales de que la base de poder de Trump en el Senado, representada por el líder de la mayoría republicana Mitch McConnell, se está desgastando, dejando al presidente, hasta el martes por la noche, más vulnerable que nunca.
El único cargo de juicio político que se espera que la Cámara apruebe el miércoles acusando a Trump de delitos graves y faltas es condenatorio. Su simple claridad explica por qué este juicio político no es un mero ritual partidista inútil en los últimos días de la presidencia más aberrante de la historia.
«Donald John Trump, con tal conducta, ha demostrado que seguirá siendo una amenaza para la seguridad nacional, la democracia y la Constitución si se le permite permanecer en el cargo, y ha actuado de una manera tremendamente incompatible con el autogobierno y el imperio de la ley», dice el artículo
Es una señal extraordinaria de tiempos turbulentos y un período anárquico el que Trump se convierta en el primer presidente en ser llevado a juicio político en dos ocasiones, solo 13 meses después de que la Cámara resolviera por primera vez que sus abusos de poder merecían la destitución.
En un giro poético, la votación tendrá lugar en la misma cámara de la que los legisladores huyeron hace una semana por temor a perder sus vidas ante una turba invasora que buscaba lastimar al vicepresidente Mike Pence y a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y frustrar la transferencia del poder al presidente electo Joe Biden.
Con el tiempo, los eventos de esta semana desorientadora tomarán su lugar junto con hitos — como la Declaración de Independencia, la abolición de la esclavitud, Pearl Harbor y el asesinato del presidente John Kennedy– que conforman la narrativa general de Estados Unidos. Pero la historia se vive en retrospectiva. Los acontecimientos actuales se viven hacia adelante con toda su alarmante intensidad y asustan porque nadie sabe cómo acabarán. Y los nervios del país ya estaban en un punto de ruptura casi un año después del inicio de una pandemia única en un siglo que ha traído muerte y enfermedad y profundizó aún más las divisiones políticas.
‘Combate armado’ en el Capitolio
La votación formal de juicio político en la Cámara de Representantes está lejos de ser el único giro apenas creíble rumbo a la toma de posesión de Biden en siete días.
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El horror de los eventos de la semana pasada y sus graves implicaciones se vuelven aún más claros a medida que surgen más detalles sobre el día en que un presidente en ejercicio incitó a sus partidarios a atacar a otra rama del gobierno en el acto de dar por consumada su derrota electoral.
La idea de que el alboroto en el que murieron cinco personas fue solo un estallido político que se salió de control fue desacreditada el martes por el tono serio de una conferencia de prensa celebrada por el fiscal de distrito en funciones en Washington.
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«Creo que la gente se va a sorprender con algunos de los atroces contactos que sucedieron dentro del Capitolio», dijo Michael Sherwin, refiriéndose a casos y cargos «alucinantes» que incluyen sedición y conspiración. Dijo que algunos de los acusados tenían antecedentes militares.
Un agente federal dijo que los videos y otra información vista por los investigadores pintan una imagen aterradora de los eventos dentro del Capitolio mientras la policía y los agentes federales luchaban para salvar a los legisladores y al personal.
«Hubo un combate armado en ese edificio», dijo el funcionario.
Parte del endurecimiento de la opinión de los legisladores contra Trump puede atribuirse a las reuniones informativas sobre esos eventos y las amenazas rumbo a la toma de posesión,
Después de salir de una reunión informativa de senadores sobre la seguridad de la toma de posesión, el senador Chris Van Hollen planteó el espectro de una «marcha de un millón de milicianos» sobre Washington.
«No tenemos idea de cuántos vendrán. Necesitamos estar preparados», dijo el demócrata de Maryland.
Una advertencia al Ejército
El martes, en otro momento insondable, los líderes militares más importantes de Estados Unidos advirtieron que no había lugar para el extremismo en las filas del ejército y que los soldados deben apoyar y defender la Constitución. La declaración fue notable en sí misma. Pero que el Estado Mayor Conjunto decidiera que era necesario emitirla representa uno de los eventos más aterradores de los últimos días.
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En un terremoto político simultáneo, McConnell, quien ató su ahora destruida mayoría republicana a la salvaje presidencia de Trump, hizo saber que estaba contento de que el presidente fuera llevado a juicio político.
El movimiento inesperado de McConnell, reportado por primera vez por The New York Times, se produjo en medio de su disgusto por el ataque al Capitolio por parte de partidarios de Trump y en la creencia de que otro juicio político ayudaría a los republicanos a purgar la mancha de esta presidencia del partido.
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McConnell no dijo cómo votaría en un juicio en el Senado. Pero su giro mantiene abierta la posibilidad remota de que suficientes republicanos puedan unirse a una mayoría de dos tercios para asegurar la primera condena en un juicio político a un presidente.
En la Cámara de Representantes, la representante de Wyoming, Liz Cheney, una conservadora acérrima, anunció que votaría a favor del juicio político de Trump, consagrando la división con sus compañeros republicanos en la Cámara.
«Nunca ha habido una traición más grande por parte de un presidente de Estados Unidos a su cargo y su juramento a la Constitución», dijo Cheney.
Otros dos republicanos, los representantes Adam Kinzinger de Illinois y John Katko de Nueva York, dijeron que también votarían a favor del juicio político, y se espera que varios de sus colegas republicanos sigan su ejemplo en una votación que se hará eco a lo largo de la historia, dijeron las fuentes a CNN.
En otro desarrollo que exacerba la sensación de que se hace historia a un ritmo vertiginoso, Pence escribió a la Cámara de Representantes para negarse formalmente a unirse al Gabinete e invocar la Enmienda 25 para declarar que Trump ya no puede cumplir con los deberes de su cargo.
«No creo que ese curso de acción sea en el mejor interés de nuestra nación o sea consistente con nuestra Constitución», escribió Pence, luego de que los líderes demócratas advirtieran que una intervención del vicepresidente sería el único paso que podría evitar la votación de juicio político del miércoles.
Trump lanza una advertencia ominosa
La acción dentro del Capitolio se produjo mientras las fuerzas de seguridad entraban en masa en Washington para dar seguridad a la toma de posesión de Biden y Trump esquivaba notablemente una oportunidad para enfriar las tensiones.
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Si bien dijo que nunca quiere violencia, el presidente usó un viaje a su muro fronterizo en Texas el martes para reforzar las falsedades y el lenguaje incendiario que finalmente lo llevó a su segundo juicio político.
Calificó el proceso como «una continuación de la mayor caza de brujas en la historia de la política» y advirtió que estaba «causando una tremenda ira» y era «peligroso» para Estados Unidos en un «momento muy sensible».
En comentarios más siniestros, Trump dijo que hablar de usar la Enmienda 25 para expulsarlo de su cargo no representaba ningún peligro para él, pero que esto podría volver para perseguir a Biden.
«Tengan cuidado con lo que desean», advirtió el presidente.
Trump también defendió sus comentarios la semana pasada en un mitin cerca de la Casa Blanca que terminó con su multitud marchando hacia el Capitolio.
Con solo siete días restantes en el cargo, la mente del presidente también está volviendo a una polémica serie de indultos que constituirían otro abuso de poder.
Jamie Gangel, Pamela Brown y Kara Scannell de CNN informaron el martes que el presidente continúa analizando los indultos para él y sus hijos adultos. Una fuente dijo que tal medida se consideraba aún más probable a partir de los eventos de la semana pasada, aunque había preocupación entre algunos asesores y aliados sobre la percepción pública de los indultos después de la muerte de cinco personas en el motín.
Tal acción del presidente sería vista en Estados Unidos y alrededor del mundo como un insulto más a la democracia. El daño histórico que Trump ya ha infligido a la reputación de Estados Unidos en este sentido es incalculable.
Pero lo que está en juego en torno a la votación del miércoles y lo que será una lucha prolongada durante la administración de Biden para reforzar las instituciones políticas de EE.UU. se puede ver en los comentarios provenientes de la Rusia autoritaria, el adversario estadounidense que interfirió en las elecciones de 2016 en un intento por ayudar a Trump.
«Tras los acontecimientos que se desarrollaron después de las elecciones presidenciales, no tiene sentido referirse a Estados Unidos como ejemplo de democracia», dijo Vyacheslav Volodin, presidente de la Cámara baja del Parlamento ruso y partidario del presidente Vladimir Putin.
«Estamos a punto de reevaluar los estándares que promueve Estados Unidos, que exporta su visión de democracia y sistemas políticos a todo el mundo. Aquellos en nuestro país que aman citar su ejemplo como líder también tienen que reconsiderar sus puntos de vista».