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El descubrimiento de una posible señal de vida en las nubes de Venus desató la polémica. Ahora, los científicos dicen tener más pruebas

Julia Hernández

(CNN) — Hace cuatro años, el inesperado descubrimiento en las nubes de Venus de un gas que en la Tierra es signo de vida -la fosfina- suscitó controversia, y se ganó críticas en observaciones posteriores que no coincidían con sus hallazgos.

Ahora, el mismo equipo que realizó aquel descubrimiento volvió con más observaciones, presentadas por primera vez el 17 de julio en una reunión de la Real Sociedad Astronómica en Hull, Inglaterra. Con el tiempo, constituirán la base de uno o varios estudios científicos, y ese trabajo ya comenzó.

Los datos, según los investigadores, contienen pruebas aún más contundentes de que la fosfina está presente en las nubes de Venus, nuestro vecino planetario más cercano. A veces llamado el gemelo malvado de la Tierra, el planeta es similar al nuestro en tamaño pero presenta temperaturas superficiales que pueden fundir el plomo y nubes hechas de corrosivo ácido sulfúrico.

El trabajo se benefició de un nuevo receptor instalado en uno de los instrumentos utilizados para las observaciones, el telescopio James Clerk Maxwell de Hawai, lo que dio al equipo más confianza en sus hallazgos. “También hay muchos más datos”, explica Dave Clements, lector de astrofísica del Imperial College de Londres.

“Tuvimos tres campañas de observación y, en una sola, obtuvimos 140 veces más datos que en la detección original”, explicó. “Y lo que tenemos hasta ahora indica que volvemos a tener detecciones de fosfina”.

Otro equipo, del que también forma parte Clements, presentó pruebas de otro gas, el amoníaco.

“Eso es posiblemente más significativo que el descubrimiento de fosfina”, añadió. “Estamos muy lejos de afirmarlo, pero si hay vida en Venus produciendo fosfina, no tenemos ni idea de por qué la produce. Sin embargo, si hay vida en Venus produciendo amoníaco, sí tenemos una idea de por qué podría querer respirar amoníaco”.

¿Señal de vida?

En la Tierra, la fosfina es un gas maloliente y tóxico producido por la materia orgánica en descomposición o por bacterias, mientras que el amoníaco es un gas de olor acre que se encuentra de forma natural en el medio ambiente y que también es producido en su mayor parte por bacterias al final del proceso de descomposición de residuos vegetales y animales.

“Se descubrió fosfina en la atmósfera de Saturno, pero eso no es inesperado, porque Saturno es un gigante gaseoso”, dijo Clements. “Hay muchísimo hidrógeno en su atmósfera, así que los compuestos basados en hidrógeno, como la fosfina o el amoníaco, son los que dominan allí”.

Sin embargo, planetas rocosos como la Tierra, Venus y Marte tienen atmósferas en las que el oxígeno domina la química, porque no tenían suficiente masa para mantener el hidrógeno que tenían cuando se formaron originalmente, y ese hidrógeno se escapó.

La nave espacial Mariner 10 de la NASA capturó esta vista de Venus en la década de 1970, envuelto en una densa capa global de nubes. (Crédito: NASA/JPL-Caltech).

Encontrar estos gases en Venus es, por tanto, inesperado. “Según todas las expectativas normales, no deberían estar ahí”, dijo Clements. “Tanto la fosfina como el amoníaco han sido sugeridos como biomarcadores, incluso en exoplanetas. Así que encontrarlos en la atmósfera de Venus también es interesante por ese motivo. Cuando publicamos los hallazgos de fosfina en 2020, como es comprensible, fue una sorpresa”.

Estudios posteriores cuestionaron los resultados, sugiriendo que la fosfina era en realidad dióxido de azufre ordinario. Los datos de instrumentos distintos a los utilizados por el equipo de Clements -como la nave espacial Venus Express, el Infrared Telescope Facility de la NASA y el ya desaparecido observatorio aerotransportado SOFIA- tampoco lograron replicar los hallazgos de fosfina.

Pero Clements afirmó que sus nuevos datos, procedentes del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array, o ALMA (por sus siglas en inglés), descartan que el dióxido de azufre pueda ser un contaminante y que la ausencia de fosfina en otras observaciones se deba a la sincronización. “Resulta que todas nuestras observaciones que detectaron fosfina fueron tomadas cuando la atmósfera de Venus pasaba de la noche al día”, dijo, “y todas las observaciones que no encontraron fosfina fueron tomadas cuando la atmósfera pasa del día a la noche”.

Durante el día, la luz ultravioleta del Sol puede romper las moléculas de la atmósfera superior de Venus. “Toda la fosfina se desintegra, y por eso no se ve”, dijo Clements, añadiendo que la única excepción fue el Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja, que realizó observaciones por la noche. Sin embargo, un análisis más detallado de los datos realizado por el equipo de Clements reveló débiles rastros de la molécula, lo que refuerza la teoría.

Clements también señaló una investigación no relacionada de un grupo dirigido por Rakesh Mogul, profesor de química y bioquímica de la Universidad Politécnica Estatal de California, Pomona. Mogul volvió a analizar datos antiguos de la sonda Pioneer Venus Large Probe de la NASA, que entró en la atmósfera del planeta en 1978.

“Mostró fosfina dentro de las nubes de Venus en torno al nivel de partes por millón, que es exactamente lo que hemos estado detectando en gran medida”, dijo Clements. “Así que está empezando a unirse, pero todavía no sabemos qué lo está produciendo”.

Utilizando los datos de la sonda Pioneer Venus Large Probe, el equipo dirigido por Mogul publicó en 2021 un “caso convincente de fosfina en las profundidades de la capa de nubes (de Venus)”, confirmó Mogul en un correo electrónico. “Hasta la fecha, nuestros análisis siguen siendo indiscutibles en la literatura”, dijo Mogul, que no participó en la investigación del equipo de Clements. “Esto contrasta fuertemente con las observaciones telescópicas, que siguen siendo controvertidas”.

¿Microbios que respiran?

El amoníaco en Venus sería un descubrimiento aún más sorprendente. Presentados en las charlas de Hull por Jane Greaves, profesora de astronomía de la Universidad de Cardiff, Reino Unido, los hallazgos serán la base de otro artículo científico, en el que se utilizarán datos del telescopio de Green Bank, en Virginia Occidental.

Las nubes de Venus están formadas por gotas, explicó Clements, pero no son gotas de agua. Hay agua en ellas, pero también tanto dióxido de azufre disuelto que se convierten en ácido sulfúrico extremadamente concentrado, una sustancia altamente corrosiva que puede ser mortal para los seres humanos con una exposición grave. “Está tan concentrado que, por lo que sabemos, no sería compatible con ningún tipo de vida que conozcamos en la Tierra, incluidas las bacterias extremófilas, a las que les gustan los ambientes muy ácidos”, dijo, refiriéndose a organismos capaces de sobrevivir en condiciones ambientales extremas.

El hemisferio norte de Venus aparece en esta vista global de la superficie del planeta, tal como la vio la nave espacial Magellan de la NASA en una imagen creada en 1996. (Crédito: NASA/JPL)

Sin embargo, el amoníaco que contienen estas gotas de ácido puede actuar como amortiguador de la acidez y reducirla a un nivel lo suficientemente bajo como para que algunas bacterias terrestres conocidas pudieran sobrevivir en él, añadió Clements.

“Lo más interesante sería que el amoníaco fuera producido por algún tipo de vida microbiana, ya que sería una forma estupenda de regular su propio entorno”, explicó Greaves en las charlas de la Royal Astronomical Society. “Haría que su entorno fuera mucho menos ácido y mucho más superviviente, hasta el punto de que solo es tan ácido como algunos de los lugares más extremos de la Tierra, así que no es una completa locura”.

El papel del amoníaco, en otras palabras, es más fácil de explicar que el de la fosfina. “Entendemos por qué el amoníaco puede ser útil para la vida”, afirma Clements. “No entendemos cómo se produce el amoníaco, al igual que no entendemos cómo se produce la fosfina, pero si hay amoníaco allí, tendría un propósito funcional que podemos entender”.

Sin embargo, Greaves advirtió que ni siquiera la presencia de fosfina y amoníaco sería una prueba de vida microbiana en Venus, porque falta mucha información sobre el estado del planeta. “Hay muchos otros procesos que podrían tener lugar, y no disponemos de la verdad sobre el terreno para decir si ese proceso es posible o no”, dijo, refiriéndose a las pruebas contundentes que solo pueden provenir de observaciones directas desde el interior de la atmósfera del planeta.

Una forma de llevar a cabo tales observaciones sería convencer a la Agencia Espacial Europea de que encienda algunos instrumentos a bordo de la sonda Jupiter Icy Moons Explorer, que se dirige al sistema de Júpiter, cuando pase por Venus el año que viene. Pero los datos serían aún mejores con DAVINCI, un orbitador y sonda atmosférica que la NASA tiene previsto lanzar a Venus a principios de la década de 2030.

Optimismo con cautela

Desde una perspectiva científica, los nuevos datos sobre la fosfina y el amoníaco son intrigantes, pero justifican un optimismo prudente, afirma Javier Martín-Torres, profesor de ciencias planetarias de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido). Martín-Tres dirigió un estudio publicado en 2021 que cuestionaba los hallazgos sobre la fosfina y postulaba que la vida no es posible en las nubes de Venus.

“Nuestro artículo enfatizaba las duras y aparentemente inhóspitas condiciones de la atmósfera de Venus”, dijo Martín-Torres en un correo electrónico. “El descubrimiento de amoníaco, que podría neutralizar las nubes de ácido sulfúrico, y de fosfina, una posible biofirma, desafía nuestra comprensión y sugiere que podrían estar en juego procesos químicos más complejos. Es crucial que abordemos estos hallazgos con una investigación científica cuidadosa y exhaustiva.”

Los hallazgos abren nuevas vías de investigación, añadió, pero es esencial tratarlos con una buena dosis de escepticismo. Aunque la detección de fosfina y amoníaco en las nubes de Venus es emocionante, no es más que el principio de un largo viaje para desentrañar los misterios de la atmósfera de ese planeta, afirmó.

Los conocimientos actuales de los científicos sobre la química atmosférica de Venus no pueden explicar la presencia de fosfina, señaló la Dra. Kate Pattle, profesora del departamento de física y astronomía del University College de Londres. “Es importante señalar que el equipo que está detrás de las mediciones de fosfina no afirma haber encontrado vida en Venus”, dijo Pattle en un correo electrónico. “Si la fosfina está realmente presente en Venus, podría indicar vida, o podría indicar que existe una química atmosférica venusina que aún no comprendemos”.

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