La histórica sentencia a Bolsonaro: estos son los dos impactos más grandes –y contradictorios- para Brasil
Análisis por Gonzalo Zegarra, CNN en Español
Jair Bolsonaro se convirtió este jueves en el primer expresidente de Brasil en ser condenado y sentenciado por un intento de golpe de Estado, un momento y una decisión altamente simbólicos en un país en el que los responsables de las interrupciones a la democracia y de las dictaduras nunca fueron juzgados por sus actos.
Si Bolsonaro mostró al país la tobillera que debió usar en las últimas semanas, su imagen en una prisión amenaza con tener un alto efecto político para seguidores y detractores. Pero también para las instituciones de Brasil, por lo que representa la sentencia decidida por el panel de cinco miembros del Supremo Tribunal Federal. Es un impacto doble y, a la vez, contradictorio.
“Desde el punto de vista de la democracia, creo que es positivo” que Bolsonaro sea condenado, dijo a CNN Fernando Tiburcio, abogado constitucionalista y analista político. “Es una señal clara de que esto no debe ocurrir de nuevo. Es la primera vez que habrá una condena (por liderar un intento de golpe) y que la va a cumplir”, destacó.
El Ministerio Público informó que la Justicia ya ha condenado hasta julio a cerca de 650 acusados de participar en el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasilia el 8 de enero de 2023, con penas de entre tres y 17 años, varios de ellos por los mismos crímenes por los que fue sentenciado Bolsonaro: tentativa de golpe, abolición violenta del Estado democrático de derecho, organización criminal, daño al patrimonio público y deterioro de bienes protegidos.
Los jueces del Supremo Tribunal Federal fueron –en un voto de 4 contra 1– aún más allá: condenaron a Bolsonaro a 27 años y 3 meses de prisión, aunque la Fiscalía apuntaba a una condena de cuatro décadas.
Durante todo el proceso, Bolsonaro se declaró inocente y consideró que se trató de una “cacería de brujas”. Podrá apelar ante el pleno de 11 miembros de la máxima corte, que no volvería a juzgar todas las acciones, sino revisaría puntos específicos como posibles contradicciones de la sentencia o interpretaciones legales.
El juez Alexandre de Moraes, relator del caso, dijo en su presentación que “no hay ninguna duda” de que Bolsonaro y los coacusados conspiraron para anular el triunfo electoral de 2022 del presidente Lula da Silva e intentar imponer una dictadura.
Cármen Lúcia, la jueza con más años de experiencia del panel y que tuvo el voto que aseguró la mayoría y selló la suerte de Bolsonaro, habló también de la importancia histórica del fallo en la exposición de sus argumentos: “Toda acción penal exige un juicio justo y aquí no es diferente. Lo que tal vez sea inédito en esta acción penal es que en ella late el Brasil que me duele. La presente acción penal es casi un encuentro de Brasil con su pasado, con su presente y con su futuro”.
Durante la última dictadura militar (1964-1985), fue aprobada una Ley de Amnistía que permitió liberar a presos políticos y facilitar el retorno de exiliados, pero también impidió juzgar a militares y agentes del Estado responsables de torturas, asesinatos y desapariciones. Por décadas ha sido vista como una forma de garantizar la impunidad.
Cuando volvió el gobierno civil, las autoridades se disculparon por los actos cometidos, pero no hubo señalamientos ni responsabilidades a nivel individual.
“(La condena a Bolsonaro) es una decisión muy significativa sobre la memoria brasileña. Es un proceso histórico acerca de la idea de impunidad”, dijo a CNN Alessandra Terra de Faria, profesora de Ciencia Política en Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro.
La docente considera importante que los acusados sean condenados de forma individual. “Es muy importante para la memoria. Cuando hay una responsabilidad particular, una rendición de cuentas, da un mensaje claro que la democracia no permitirá que se la golpee”, resaltó.
Terra de Faria dijo también que la condena tiene un efecto “muy emblemático, pedagógico” de cara al futuro. “La idea de hacer responsable a Bolsonaro es importante como un remedio para prevenir la violencia. Además, es relevante porque el golpe fracasó. Este momento solo es posible porque el golpe no prosperó”, comentó.
En 2016, cuando Bolsonaro era diputado, dedicó su voto a favor del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff a la memoria de Carlos Alberto Brilhante Ustra, un fallecido oficial del Ejército que en 2008 fue condenado por secuestros y torturas durante la última dictadura. Fue una de tantas veces que el excapitán ultraderechista reivindicó el proceso militar que dejó cientos de muertos y desaparecidos.
En ese sentido, la condena a Bolsonaro no implica, al menos en el corto plazo, una reconciliación en una sociedad polarizada. Lo contrario, podría alimentarla y, con ello, neutralizar el impacto positivo sobre la democracia brasileña.
El domingo, cuando Brasil celebraba un nuevo aniversario de su independencia, miles de personas salieron a manifestarse a las calles en actos divididos: seguidores de Bolsonaro criticaron al Poder Judicial y pidieron amnistía para los acusados, mientras grupos de izquierda y movimientos sociales marcharon a favor de la soberanía nacional y la independencia de poderes.
Tiburcio dijo que los grupos bolsonaristas tuvieron mayor presencia en las calles y da por descontado que la condena generará nuevas manifestaciones de grupos de derecha. “Va a haber movilizaciones. Lo que veo es que estamos lejos de un proceso de pacificación. Va a colocar un poco más de combustible en el fuego”, apuntó, y abrió la posibilidad de una radicalización de algunos sectores.
Bajo ese escenario, destacó que hay algunos críticos al accionar de los jueces, especialmente en casos relacionados a la libertad de expresión, por lo que la Justicia podría entonces perder legitimidad entre los grupos que apoyan a Bolsonaro. “Es un tema complejo, tiene que ser evaluado”, añadió.
Los magistrados habían sido foco de acusaciones también fuera del país. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aliado de Bolsonaro, aplicó restricciones de visados y sanciones financieras a funcionarios involucrados en el proceso judicial, y presentó los aranceles del 50 % a los productos brasileños con argumentos políticos. El Gobierno de Brasil rechazó los señalamientos y dijo que es una injerencia en los asuntos internos del país.
Esta semana, la Casa Blanca endureció el tono. Consultada por el juicio a Bolsonaro, la secretaria de prensa, Karoline Leavitt, dijo que el presidente Trump no teme “usar el poder económico y militar de EE.UU. para proteger la libertad de expresión alrededor del mundo” y recordó que Washington ya ha tomado “acciones significativas” con respecto al país sudamericano. En Brasilia, la Cancillería condenó los comentarios en un comunicado.
El enfrentamiento diplomático se traslada también a las calles. Los colores estadounidenses se volvieron comunes en las manifestaciones bolsonaristas, y el domingo una bandera gigante de EE.UU. fue desplegada en la simbólica avenida Paulista, punto de concentración de la derecha en Sao Paulo.
Bolsonaro ya estaba impedido de postular a cargos públicos por ocho años desde 2023, tras ser hallado culpable de difundir información falsa sobre la seguridad del sistema electoral brasileño ante gobiernos extranjeros.
“La condena refuerza la inelegibilidad de Bolsonaro, no va a participar de los comicios (presidenciales de octubre de 2026). Pero va a lanzar un candidato, creo que es el camino natural, y va a llegar fuerte. El país está muy dividido”, dijo Tiburcio.
Los analistas consultados coinciden en que el mejor ubicado es el gobernador de Sao Paulo, Tarcisio de Freitas, que en recientes sondeos ha mostrado un considerable apoyo.
Terra de Faria considera que la derecha está debilitada de cara a la próxima votación, pero aseguró que está intentando reorganizarse en medio de divisiones, con una posible candidatura del diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario que desde hace meses vive en Estados Unidos, donde busca reunir apoyo para su padre.
La politóloga indicó que la derecha “trata de usar este momento” para formar una candidatura fuerte. “Tarcisio tiene más posibilidades. Eduardo está fuera del país, haciendo lobby. Dice que lo hace por el padre, pero lo hace por sí mismo”, opinó.
Con su líder en prisión, el bolsonarismo tiene poco más de un año para definir qué tipo de candidato presentará en una democracia que, por primera vez, habrá negado una amnistía por un intento de golpe.
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