¿Por qué cada vez más mujeres recurren a la cirugía de extracción de implantes mamarios?
Por Jacqui Palumbo, CNN
Cuando Katie Corio llegó a los treinta, su opinión sobre los implantes mamarios cambió. Fisicoculturista, entrenadora y modelo de fitness de San Diego, se había sometido a una cirugía de aumento de senos a los 24 años, una operación que parecía rutinaria para su carrera en desarrollo, para la que solía usar tops de bikini o sujetadores deportivos.
“Era joven, tenía hambre profesional y quería progresar en la industria. Todo el mundo se ponía implantes, y era casi algo que la gente esperaba que hiciera”, dijo en una entrevista en video.
Ocho años después, sin embargo, los implantes de silicona que le habían colocado debajo del músculo le resultaban pesados y engorrosos, sobre todo durante los ejercicios de pectoral, describió Corio. Sentía que había elegido una talla demasiado grande y había perdido sensibilidad en los pezones después de la cirugía.
“Se estaba volviendo muy incómodo, y sentía que mi cuerpo decía: ‘Bueno, hora de quitármelos. Ya son demasiado’”, dijo. Cabe destacar que en 2019 también se enteró de que el fabricante estaba retirando del mercado el implante texturizado que tenía por su relación con un tipo raro de linfoma, lo que le generaba preocupación por su salud.
En una serie de publicaciones en Instagram y TikTok en febrero, Corio le anunció a su medio millón de seguidores que se iba a retirar los implantes. Se sometió al procedimiento, llamado cirugía de explante mamario, en febrero y posteriormente publicó un video de 19 minutos al respecto en YouTube. La reacción —en su mayoría de apoyo, pero en parte crítica— fue inmediata y contundente. Su video de Instagram alcanzó más de 14 millones de visualizaciones.
“Fue impactante”, comentó sobre por qué cree que hubo tanto interés en su decisión. Cree que su publicación despertó curiosidad sobre cómo lucirían sus senos después de la extirpación, pero también motivó a varias mujeres interesadas en la cirugía a hacerle preguntas, incluyendo a quién consultó y qué procedimiento eligió.
Con la cirugía de explante, existen diferentes opciones: la extracción, más sencilla; la opción de extirpar la cápsula o el tejido cicatricial circundante, si es necesario; o también un levantamiento de senos adicional. Los resultados y el tiempo de recuperación pueden variar para cada paciente y pueden tardar varios meses en asentarse por completo.
Corio esperaba ayudar a otras mujeres. Antes de su propia extirpación, inicialmente creyó que sería sencillo consultar con su cirujano original, pero dijo que se horrorizó cuando este empezó a argumentar que debería cambiar de opinión sobre la cirugía de explante completo y optar por implantes más pequeños.
“Fue literalmente como si intentara asustarme para que no me quitara los implantes”, dijo en un video publicado en Instagram. “Fue horrible”. Según Corio, el cirujano, quien no respondió a la solicitud de comentarios de CNN, le mostró fotos extremas de senos desinflados, con cicatrices y desiguales, como ella relató en YouTube, y le preguntó a su pareja, quien la acompañaba, si quería que se viera así. Recordó que su médico le dijo: “Eres joven y atractiva, y deberías tener senos atractivos”.
Lo que sucede cuando las mujeres quieren quitarse los implantes es mucho menos discutido que la decisión de hacerse implantes más grandes. Las mujeres pueden sentirse desanimadas por el costo, las presiones culturales o la presión dentro de la propia industria de la cirugía plástica.
“Varios pacientes me han dicho: ‘Volví a mi cirujano original y se negó a realizar el explante’”, comentó la Dra. Nina Naidu, cirujana plástica certificada con sede en la ciudad de Nueva York, en una llamada telefónica. “Es tu cuerpo. Si ya no los quieres, ¿no es tu decisión extirparlos?”.
A pesar de estas barreras, la extracción de implantes mamarios ha ido en aumento en los últimos años. Una encuesta mundial de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés) reveló un marcado incremento entre 2020 y 2024, ya que los cirujanos realizaron casi dos tercios más de procedimientos.
En Estados Unidos, los datos de la Sociedad Estadounidense de Cirujanos Plásticos (ASPS, por sus siglas en inglés) muestran un crecimiento constante entre 2020 y 2023, aunque las cifras se estabilizaron el año pasado, una tendencia que el grupo vincula a la incertidumbre económica.
Aun así, las extracciones siguen representando una pequeña parte del total de cirugías estéticas (alrededor del 2 % a nivel mundial), en comparación con el 9,5 % de los aumentos, según la encuesta de la ISAPS. La cirugía plástica suele ser un juego de conjeturas cuando se trata de celebridades, pero varias estrellas han sido sinceras sobre la decisión de retirar sus implantes, entre ellas Pamela Anderson y, más recientemente, Ashley Tisdale, SZA y Chrissy Teigen.
“Me han ido de maravilla durante muchos años, pero ya no aguanto más. ¡Me gustaría poder subirme la cremallera de un vestido de mi talla y tumbarme boca abajo con total comodidad! ¡No es para tanto!”, anunció Teigen en Instagram en 2020. Le contó a Glamour UK que se había puesto implantes cuando era modelo de trajes de baño, a los 20 años, pero que sus pechos habían cambiado mucho con la lactancia.
Al igual que en el caso de Teigen, la decisión a menudo no es solo una cuestión de un cambio en los ideales de belleza, sino que puede deberse a cambios en el estilo de vida o la edad, como la menopausia, que pueden aumentar aún más el tamaño de los senos.
April Ball, una nutricionista de 49 años comentó, al igual que Corio, que sentía la presión de tener senos más grandes. Además, su pareja la animó a operarse de implantes.
“En gran parte fue por ser inmadura, por no haberme desarrollado del todo”, dijo sobre su decisión. “Y simplemente pensaba que necesitaba modificarme para ser más atractiva o encajar”.
El pasado marzo, Ball, quien también vive en el sur de California, finalmente se retiró los implantes después de 18 años. Nunca se había acostumbrado a su tamaño y le costaba encontrar ropa que le quedara bien. Su cirujano original le había dado una talla más grande de la que quería, explicó, y después de la cirugía le comentó que la mayoría de las mujeres deseaban haber elegido una talla más grande. (El cirujano de Ball no respondió a la solicitud de comentarios de CNN). Pero los toleró hasta que se divorció y comenzó a cambiar su vida. Volvió a estudiar para obtener dos maestrías, fue a terapia y “simplemente me conocí mejor”, recordó.
Ball dijo que la segunda cirugía le costó unos US$ 10.000 más, ya que optó por un levantamiento de senos además del explante, y los costos básicos de la cirugía habían aumentado con el tiempo. Se dijo a sí misma: “Trabajaste muy duro. Ahora puedes permitírtelo y seguir cuidando de los niños y de todo; esto es para ti”.
Aunque muchos pacientes simplemente “ya no los quieren”, dijo Naidu, el cirujano de la ciudad de Nueva York, un pequeño porcentaje tiene problemas de salud. Una de sus pacientes, Karina Karapetyan, una cantautora de 37 años de Brooklyn, dice que nunca se había sentido cómoda con sus implantes, que eran más grandes de lo que inicialmente había deseado. Se sometió a la cirugía a mediados de sus 20 años y, al igual que Ball, había tenido una pareja que la presionaba y un cirujano que, en su opinión, no la escuchaba. Pero Karapetyan también había comenzado a experimentar una serie de otros síntomas inquietantes, como confusión mental, opresión en el pecho y depresión, que finalmente atribuyó a sus implantes. Siempre había sido activa (levantamiento de pesas, escalada en roca, baile), pero pronto se encontró luchando por hacer cardio básico. Le costaba respirar profundo.
“Sentía que nunca podía despertar del todo”, explicó por teléfono. “Sentía que arrastraba las palabras. No podía conectar mis pensamientos con claridad. El pensamiento crítico me resultaba muy difícil”.
En los últimos años, un número creciente de estudios ha examinado la relación entre el aumento mamario y la enfermedad por implantes mamarios (BII, por sus siglas en inglés), un conjunto de síntomas sistémicos —como fatiga, confusión mental, caída del cabello, dolor articular y molestias gastroenterológicas— que suelen ser autoinformados por las mujeres, pero que aún no se han reconocido como diagnóstico médico. Algunas teorías plantean que la funda de silicona de los implantes puede causar una respuesta inflamatoria. El año pasado, una revisión exhaustiva de estudios sugirió una posible relación entre las infecciones mamarias y los implantes. Muchos de los síntomas de la BII se solapan con los de otras enfermedades crónicas, lo que dificulta su identificación.
La BII sigue generando controversia en el ámbito de la cirugía plástica, pero la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) la ha reconocido como una posibilidad. En 2021, la agencia reforzó sus requisitos de seguridad para la venta y distribución de implantes mamarios y actualizó sus directrices sobre riesgos de seguridad, junto con los riesgos conocidos de cáncer, para incluir los síntomas sistémicos asociados con la BII (aunque señaló que la investigación aún está en curso).
El Dr. Anthony Youn, cirujano plástico certificado en Troy, Michigan, cuya franqueza en torno a las explantaciones y otras cirugías le ha granjeado un gran número de seguidores en línea, declaró a CNN que, al igual que Naidu, cree que el riesgo de la enfermedad por implantes mamarios es generalmente bajo. Sin embargo, también cree que ha habido una brecha en el campo, en parte debido a la discriminación de género en la medicina y en parte a la falta de formación.
“Como cirujanos, somos muy buenos detectando complicaciones quirúrgicas, sangrado, infección, rotura… [pero] este tipo de síntomas vagos, que podrían deberse a otras cosas… en nuestra formación, no nos centramos tanto en eso”, explicó Youn. “¿Cuánto saben los cirujanos plásticos sobre las causas de la confusión mental en las mujeres? Bueno, no mucho”.
En Facebook, grupos de apoyo con decenas o cientos de miles de miembros comparten sus propias experiencias con enfermedades y cirugías, y se apoyan mutuamente para obtener información. Shontia Marshall, ingeniera de control de calidad de 40 años de Grayson, Georgia, fundó uno de estos grupos en 2018 tras experimentar una serie de síntomas debilitantes y misteriosos unos nueve años después de su aumento mamario, incluyendo náuseas intensas, confusión mental y pérdida de peso rápida que la incapacitaron para trabajar y cuidar a sus dos hijos pequeños.
Las pruebas realizadas por hospitales y especialistas no pudieron identificar el problema. “Fue muy extraño, porque con todos mis análisis, se demostró que no estaba enferma… y yo pensaba, ¿cómo? Estaban viendo entre mis visitas cuánto peso estaba perdiendo. Pero fueron muy desdeñosos”, dijo. “Incluso los pillé riéndose, como diciendo: ‘Bueno, esta chica está loca’”.
Un gastroenterólogo le detectó úlceras en el intestino delgado y sugirió que podría tener una enfermedad autoinmune. Pero el siguiente paso diagnóstico fue una punción lumbar, dijo. Para entonces, ya había encontrado mujeres con síntomas similares a los suyos en uno de los grupos de Facebook.
La extracción de implantes puede brindar alivio a los pacientes que sufren, independientemente de si existe un efecto placebo, como señaló Youn. La revisión de estudios publicada el año pasado mostró una mejora significativa en los pacientes que se extrajeron los implantes.
Karapetyan inicialmente trató sus síntomas como una condición psicológica con antidepresivos, bajo el cuidado de su médico de cabecera. Sin embargo, tras su cirugía en 2023, Karapetyan afirmó que sus síntomas se resolvieron casi instantáneamente y ahora cree que fueron causados, al menos parcialmente, o exacerbados por la enfermedad por implantes mamarios. Marshall también afirmó que casi todos sus síntomas se resolvieron en pocos meses tras la cirugía de explante. Nunca recibió reconocimiento médico de que sus síntomas pudieran haber sido causados por la BII aunque, cuando enfermó en 2018, el tema se estudió y debatió mucho menos.
“Pasé por mucho tratando de descubrir el problema subyacente”, dijo.
En general, las cuatro mujeres que hablaron con CNN describieron frustraciones al tomar decisiones sobre sus cuerpos: cirujanos que, según ellas, no las escucharon, o las persuadieron de no someterse a una cirugía de explante, o que habían roto su confianza durante la cirugía de aumento inicial.
En 2011, Naidu descubrió en una encuesta hecha a casi 900 cirujanos plásticos que los cirujanos hombres eran más propensos a colocar implantes más grandes a sus pacientes que las cirujanas, aunque no se estudió ninguna causa. Sin embargo, anecdóticamente, ella también suele realizar reducciones de tamaño, y está horrorizada por la cantidad de testimonios que ha escuchado de pacientes a quienes se les han vendido implantes más grandes, e incluso en un caso en el que, según ella, descubrió que el cirujano anterior de una paciente le había mentido descaradamente sobre el tamaño del implante que le había colocado.
“Es indignante y un gran perjuicio para nuestros pacientes”, dijo. “No es algo ocasional. A menudo vienen a mí y me dicen: ‘No voy a volver con mi cirujano original porque no me escuchó’”.
Esta desconfianza también ha llevado al intercambio de información en Facebook, Instagram, TikTok y YouTube, ya que las mujeres comparten lo que desearían haber sabido antes de someterse a un aumento de senos y agregan cirujanos que deben ver o evitar.
Y si bien Youn atribuye a la ayuda de las redes sociales la posibilidad de identificar algunos de los problemas que enfrentan sus pacientes, también advierte contra la desinformación. Como ha visto CNN, las comunidades en línea pueden ser insulares, difundir consejos anecdóticos y poco profesionales, y potencialmente influir en los pacientes para que se sometan a cirugías de explante más extremas de las que podrían necesitar, como capsulectomías completas, que también eliminan el tejido cicatricial circundante a los implantes. A menudo se habla de esto en redes sociales como la única forma de curar la enfermedad por implnates mamarios, a pesar de la falta de evidencia científica que demuestre que la cápsula sea un factor.
En términos generales, sin embargo, tanto Youn como Naidu expresaron frustraciones dentro de su campo hacia los cirujanos que desestiman las preocupaciones de sus pacientes.
“Para algunos cirujanos plásticos, existe un incentivo financiero para descartarlo porque no quieren que sea real, ya que eso reduce sus ganancias”, dijo Youn, quien señaló que realiza menos aumentos que antes y que guía a sus pacientes sobre los posibles riesgos. “No voy a manipularlos para que crean algo que no es cierto solo para ganar más dinero”.
Desde que se recuperó de su terrible experiencia, Marshall dice que nunca más ha buscado un procedimiento cosmético y que ha hecho “mucha meditación, mucha oración y simplemente me he aceptado a mí misma y a mi cuerpo como es”.
En California, seis meses después de su cirugía, Corio está satisfecha con los resultados: no tuvo la flacidez extrema que le advirtió su médico y, de hecho, dice que sus senos lucen igual que antes del aumento. Como profesional del fitness, sí nota una deformidad muscular, llamada distorsión dinámica, al flexionar, debido a que la cirugía de aumento coloca el implante debajo del músculo.
“A veces me arrepiento de haberme puesto los implantes en primer lugar”, dijo. “Ahora tengo mucho menos fuerza en el pecho y odio esta extraña deformidad al flexionarse, pero está bien, da igual… pero al final no me arrepiento, porque sé que puedo ayudar a mucha gente a superar esta experiencia”.
“Definitivamente no me arrepiento de haberlos sacado”, añadió. “Fue lo mejor que he hecho en mi vida”.
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