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Fragmentada, la oposición venezolana intenta resistir entre la máxima presión de Trump y la de Maduro

CNN en Español

La oposición venezolana enfrenta aguas turbulentas ante la creciente represión interna y la escalada de la tensión entre Caracas y Washington. Denuncia una política que intensifica la persecución de voces disidentes, mientras sus filas se fragmentan por diferencias en la estrategia para lograr un cambio en el país.

Esta situación de fragilidad, persecución e incertidumbre coincide con el reciente despliegue de ocho destructores y un submarino nuclear de la Armada estadounidense en el Caribe, en operaciones antidrogas, tras acusar al presidente Nicolás Maduro de liderar el Cártel de los Soles, una denuncia que él rechaza.

Para el profesor Benigno Alarcón, especialista en gerencia pública, conflicto y negociación, Estados Unidos tomó en estas semanas una decisión distinta a sus acciones pasadas que incluían sanciones contra instituciones gubernamentales y personas que integran el círculo de poder. Una jugada que, según él, “hace lucir preocupada a la élite gubernamental venezolana frente a una situación inédita, planteada con términos diferentes a los conocidos, lo cual denota un juego completamente distinto”.

La oposición dice que el nuevo y complejo escenario político la encuentra atomizada y condicionada por la persecución y las presiones que la han obligado a la autocensura, la clandestinidad, el exilio o la cárcel. Mientras tanto, el Gobierno acusa a los opositores de conspiración e intentos de desestabilizar.

La escalada de la tensión con EE.UU. llega en un momento crítico para la oposición. Mucho ha cambiado para ellos desde 2024, cuando un camión con la imagen de Edmundo González recorría el país para impulsar su candidatura presidencial para las elecciones del 28 de julio de ese año. Pero tras esos comicios se anunció la reelección de Nicolás Maduro, en medio de cuestionamientos, protestas y dudas de observadores como el Centro Carter y un panel de expertos de Naciones Unidas.

En aquel momento, la oposición convocó a protestar, pidiendo conteo de votos y asegurando que el verdadero ganador fue González. Mientras, el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, instituciones de línea madurista, insisten en que se trató de un triunfo legítimo aunque sin presentar las actas electorales.

González está exiliado en España desde hace un año. Muchos dirigentes que antes caminaban libremente por las calles están detenidos sin abogados ni juicio, mientras María Corina Machado, la dirigente que logró unificar el año pasado a la oposición, sostiene que la disidencia ha iniciado una fase clandestina. Machado se convirtió en el motor de la campaña electoral, recorrió el país incluyendo las principales ciudades y poblaciones remotas con la promesa de cambios que permitieran el reencuentro de las familias tras intensas olas migratorias en los últimos años. Aunque ella afirma estar resguardada, el Gobierno venezolano asegura conocer su paradero.

Al cumplirse un año de las elecciones presidenciales, Machado advirtió que su lucha se ha trasladado “de forma organizada y en resistencia” a la clandestinidad. Aunque lleva ocho meses sin aparecer en actos públicos, desde su participación el 9 de enero en una concentración en Caracas, mantiene su vocería en medios internacionales y digitales. Ese 9 de enero se presentó en Chacao, en el este de Caracas, en una concentración junto a sus seguidores en la antesala a la fecha establecida en la Constitución venezolana para la toma de posesión. Al momento de su retiro denunció haber sido detenida por funcionarios del estado. Las autoridades venezolanas niegan el incidente.

Además, Machado “conserva vínculos constantes con el Gobierno de Estados Unidos y otros aliados internacionales, representando al liderazgo legítimo de las fuerzas democráticas en Venezuela”, según indicó el equipo de Vente Venezuela a CNN. Por su parte, el Gobierno de Maduro defiende tanto su legitimidad como sus más recientes triunfos electorales en los comicios presidenciales del 28 de julio de 2024 y los comicios locales de este año.

Machado no respondió a la solicitud de CNN para comentar sobre el despliegue naval autorizado por Washington. Sin embargo, en declaraciones pasadas a Fox News, respaldó las acusaciones de Estados Unidos contra Maduro como líder del Cártel de los Soles, afirmando que “el tiempo de Maduro terminó” y que debe respetar la voluntad de los venezolanos que votaron en su contra”. El Gobierno de Venezuela rechaza tanto los señalamientos de Estados Unidos contra Maduro como la supuesta existencia del Cártel de los Soles.

El ministro de Interior y Justicia de Venezuela, Diosdado Cabello, ha amenazado con represalias contra Machado en caso de continuar en ascenso la escalada con Washington. “Si nos aprietan, nosotros la apretamos a ella”, dijo en referencia a la líder opositora.

Por su parte, Machado se refirió a la coyuntura política entre Caracas y Washington asegurando, en entrevista con el medio digital Infobae el 3 de septiembre, que cada día que pasa “se cierra el cerco” contra el régimen de Maduro.

En tanto, el dos veces candidato presidencial por la oposición, Henrique Capriles, rechazó cualquier intento de intervención militar en Venezuela en entrevista con CNN. También insistió en llamar a una negociación cara a cara entre Maduro y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El diputado, electo en mayo, pidió a Washington pruebas de la existencia del Cártel de los Soles y detalles de quiénes lo conforman y dónde operan.

Mientras, el expresidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, actualmente exiliado en Estados Unidos, se pronunció en redes sociales asegurando que “no hay margen para relativizar o negar lo que sucede en Venezuela”. Y agregó: “No habrá impunidad para Maduro” y “habrá justicia en Venezuela”.

Para el profesor Alarcón, existe una situación en la que “el Gobierno de alguna manera aumenta los niveles de represión contra todo actor que se pueda convertir en un problema y que pueda ocasionar una pérdida del control interno”, lo cual se refleja en una persecución contra activistas políticos. A su juicio, esta situación se puede llegar a intensificar como una forma de responder al Gobierno de Estados Unidos, incrementando la presión interna para llamar a la potencia norteamericana a que baje la presión.

Según la ONG Foro Penal, a finales de agosto se reportaban 823 presos políticos, de los cuales 170 son militares. Por otra parte, el Comando Con Venezuela, una alianza de partidos opositores que apoyaron la candidatura de Edmundo González Urrutia, documenta 373 detenciones arbitrarias de dirigentes políticos, activistas y líderes sociales.

De estos, 105 pertenecen al Movimiento político Vente Venezuela, fundado y liderado por María Corina Machado, la figura más destacada de la oposición actual. El gobierno venezolano asegura, sin presentar pruebas, que la mayoría de las personas detenidas han cometido delitos de conspiración, terrorismo y traición a la patria, entre otros.

Según la doctora en Comunicación Política Carmen Beatriz Fernández, desde el 29 de julio de 2024, fecha en la cual se produjeron protestas de calle en rechazo al resultado electoral y que fueron fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad, se mandó un mensaje a la sociedad en dos sentidos. “Un mensaje de miedo, de amedrentamiento y de decir ‘Aquí hemos entrado en una fase distinta’” y, por otro lado, “un mensaje sobre el sistema electoral que conocíamos, indicando que éste ha cambiado”.

Para Fernández, Machado comenzó a hablar de la clandestinidad recientemente, pero ya era una realidad desde antes. La experta considera que esa situación afecta muy negativamente las capacidades organizativas de los actores políticos.

En opinión del sociólogo y defensor de los derechos humanos Rafael Uzcátegui, Machado y González, por una suma de circunstancias, lideraron la estrategia más eficaz de la oposición en 25 años de confrontación con el bolivarianismo. Asimismo, destaca que todos los liderazgos, incluyendo el de ellos, se debilitan con el paso del tiempo si no ofrecen resultados para las expectativas que crearon, o para los propios deseos de la población.

Sin embargo, Uzcátegui sostiene que, aunque haya comenzado a erosionarse, María Corina Machado sigue siendo, de lejos, el principal liderazgo de la alternativa democrática. En ese sentido, considera que sigue estando a tiempo de tomar decisiones para mostrar resultados a favor de una transición, como sería liderar una coalición orgánica, con todas las fuerzas políticas y sociales posibles.

Las voces críticas se han reducido a murmullos luego de masivas detenciones, que en agosto de 2024 superaron las 2.000, según informó el propio Maduro. Entre las personas aprehendidas se encontraban menores de edad. Algunos de los casos fueron revisados por la Fiscalía General que emitió medidas humanitarias que les permitieron salir de los centros de reclusión. En la mayoría de los casos quedaron bajo régimen de presentación y prohibición de salida del país entre otras medidas cautelares.

Las ruedas de prensa dieron paso a esporádicos pronunciamientos en redes sociales de quienes permanecen en Venezuela, evitando tocar temas delicados o ser citados en medios. No hay convocatorias callejeras, las protestas —incluso sindicales— son cada vez menos frecuentes y concurridas.

Al respecto, Uzcátegui afirma que los partidos políticos están “proscritos”, por la vía de los hechos hasta el punto de que “nadie quisiera intentar ejercer sus derechos políticos en estas circunstancias”. Pero, en su opinión, si se quiere continuar promoviendo la redemocratización del país hay que innovar para continuar luchando por ello, pues “la historia demuestra que ninguna política de cohabitación, por sí sola, ha logrado la transición a la democracia”. Así que, en su criterio, “no es solo un asunto de viabilidad, complicada y riesgosa, sino también de necesidad”.

Alarcón considera que existen dos líneas opositoras. Por un lado, una oposición que lideran María Corina Machado y Edmundo González, que fue la que participó en las elecciones del año pasado, con una posición muy firme y de apoyo a las dinámicas de los Estados Unidos con relación a Venezuela. Pero hay otra oposición, que algunos llaman sistémica, es decir, que funciona con el sistema y que ha asumido una posición muy parecida a la del Gobierno. A su juicio, hay una gran diferencia entre ambas.

Algunos partidos opositores decidieron participar en las elecciones regionales y legislativas del 25 de mayo, así como en las municipales del 27 de julio, procesos con baja participación y en los que el oficialismo se impuso ampliamente. Mientras, Machado y otros líderes llamaron a la abstención, denunciando que los procesos fueron amañados.

Para Fernández, el sistema venezolano estableció un nuevo contrato con la oposición donde quien quiera participar debe aceptar que el Gobierno de Maduro impulsa lo que define como “una minidemocracia”, en la que está dispuesto a celebrar muchas elecciones, pero no a ceder el poder, salvo en los espacios locales. Además, explica la experta que, si un opositor suscribe ese contrato, es bienvenido. Pero si no lo suscribe, “lo que le espera es represión, cárcel y todo lo peor”. Fernández resume la situación como “democracia mínima, pero votaciones máximas como mecanismo de sostén”.

En este contexto, la escalada de tensión de Estados Unidos con Venezuela ha abierto un nuevo panorama. Habrá que ver si esto impulsa o aplaca a las líneas opositoras a Maduro.

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