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Hallan en el lago Michigan un naufragio desaparecido hace más de 100 años

Por Taylor Nicioli, CNN

Un “barco fantasma” que se hundió en el lago Michigan hace casi 140 años y que había eludido varios intentos de búsqueda en las últimas cinco décadas fue hallado, según investigadores de la Asociación de Arqueología Submarina de Wisconsin.

El velero de madera quedó atrapado en una tormenta en plena noche y se hundió en septiembre de 1886. Semanas después, un guardián de faro informó que los mástiles del barco sobresalían en la superficie del lago, y pescadores atraparon pedazos de la embarcación en sus redes. Aun así, los cazadores de naufragios no lograban ubicarlo… hasta ahora.

A principios de este año, un equipo de investigadores de la Asociación de Arqueología Submarina de Wisconsin y de la Sociedad Histórica de Wisconsin localizó el naufragio frente a la ciudad costera de Baileys Harbor, informó la asociación este domingo.

Bautizado como F.J. King, el barco se convirtió en una leyenda dentro de la comunidad de cazadores de naufragios de Wisconsin por su carácter esquivo, dijo el historiador marítimo Brendon Baillod, investigador principal y líder del proyecto.

“Realmente queríamos resolver este misterio y no esperábamos lograrlo”, dijo Baillod a CNN. “(El barco) parecía haber desaparecido en el aire. (…) En realidad no podía creer que lo encontramos”.

El naufragio es solo uno de los muchos hallados en los Grandes Lagos en los últimos años, y aún quedan cientos por recuperar solo en el lago Míchigan, según Baillod.

Construido en 1867, el F.J. King surcó las aguas de los Grandes Lagos para el comercio translagos. Transportaba granos en una época en la que Wisconsin era el granero de Estados Unidos. El navío de 44 metros de eslora también cargaba mineral de hierro, madera y otros productos.

La embarcación tuvo una lucrativa carrera de 19 años hasta aquella noche de septiembre, cuando un viento con fuerza de temporal hizo que se abrieran sus costuras, según el anuncio. El capitán, William Griffin, ordenó a la tripulación evacuar en el bote auxiliar, desde donde observaron cómo el F.J. King se hundía de proa.

Con los años, muchos cazadores de naufragios intentaron localizar la embarcación basándose en los reportes del capitán, pero sin éxito. Dentro de las comunidades de los Grandes Lagos, la historia del barco fantasma se difundió hasta convertirse en una leyenda local. Hace unos 20 años, el club de buceo Neptune’s Dive Club en Green Bay incluso ofreció una recompensa de US$ 1.000 por el hallazgo, según el anuncio.

Por la misma época, Baillod también se interesó en el misterio. Comenzó a revisar los registros originales del hundimiento y encontró la prueba faltante necesaria para localizar la nave: un artículo de periódico publicado una semana después de la tragedia con el testimonio de William Sanderson, un guardián de faro local.

En el artículo, Sanderson reportaba la ubicación del barco para que otros marineros evitaran los mástiles que sobresalían.

Baillod, actual presidente de la Asociación de Arqueología Submarina de Wisconsin, marcó el lugar en un mapa y trazó un cuadrante de 5,2 kilómetros cuadrados alrededor del punto de interés. Su equipo, que incluyó a 20 científicos ciudadanos, localizó el naufragio el 28 de junio usando tecnología de sonar, a menos de 0,8 kilómetros del sitio que Sanderson había señalado.

El equipo no esperaba encontrar de inmediato el legendario naufragio. Pero cuando la imagen de la embarcación, con un casco “notablemente intacto”, apareció en la pantalla tras su segunda pasada por la zona, reconocieron de inmediato los restos y celebraron. Luego enviaron dos vehículos operados a distancia a unos 36,5 a 50 metros de profundidad para confirmar que se trataba del F.J. King.

“Pensamos que otros probablemente ya habían buscado allí, pero aparentemente fuimos los primeros”, dijo Baillod. “Y nuestros miembros de ciencia ciudadana… fueron los primeros seres humanos en ver este barco desde 1886. Fue increíble”.

Ric Mixter, investigador de naufragios que ha escrito libros y producido documentales sobre restos en los Grandes Lagos, dijo que el hallazgo de un barco en tan buenas condiciones es “emocionante”. Mixter no participó en el descubrimiento.

“Creo que hay muchos secretos ahí abajo que (nos dicen) cómo era esa época. … es asombroso tener algo que ha estado intacto, y quizá podamos obtener detalles de ello”, afirmó Mixter, quien también es miembro de la junta de la Sociedad Histórica de Naufragios de los Grandes Lagos. “Y el hecho de que involucraran a exploradores y arqueólogos novatos para trabajar con ellos, para entusiasmarlos con los naufragios, me parece más importante que el propio King”.

Mixter agregó que no sorprende que el guardián del faro tuviera una mejor idea de la ubicación del barco que el propio capitán antes de que se hundiera, pues los marineros en medio de una gran tormenta suelen enfocarse más en evacuar y sobrevivir.

Los Grandes Lagos tienen más naufragios por milla cuadrada que cualquier otro cuerpo de agua en el mundo, en gran medida por el intenso tráfico de barcos en el siglo XIX y por el clima volátil del lago. Se tiene registro de los naufragios porque era obligatorio reportar cualquier barco comercial que navegara en los lagos. Desde principios del siglo XIX hasta el XX, unas 40.000 embarcaciones surcaron los Grandes Lagos, explicó Baillod.

Hay alrededor de 6.000 naves comerciales en el lecho de los Grandes Lagos, perdidas en tormentas u otros incidentes. Solo en el lago Michigan quedan más de 200 naufragios por descubrir, según Baillod, quien ha creado una base de datos de estas embarcaciones durante las últimas tres décadas.

Los restos en los Grandes Lagos se han localizado desde la década de 1960, pero en años recientes el ritmo de descubrimientos se aceleró notablemente, en parte por la atención mediática, la mayor claridad de las aguas y los avances tecnológicos, dijo Baillod. Algunos cazadores de naufragios y medios de comunicación llaman a esta etapa la “edad de oro” de los hallazgos.

“Ahora hay mucha más conciencia sobre los naufragios en los Grandes Lagos, y la gente está mirando al fondo para ver qué hay allí”, añadió. Parte de esa mayor visibilidad se debe a los mejillones quagga, una especie invasora introducida en la década de 1990. Estos moluscos filtraron la mayor parte de los lagos, que pasaron de tener un tono verdoso con solo unos pocos metros de visibilidad a un azul claro con hasta 30 metros de alcance.

“El turismo también ha crecido alrededor del paddleboard y el kayak, y estos naufragios se ven desde la superficie porque el agua es tan clara”, añadió.

También han ayudado los avances tecnológicos. “El sonar de barrido lateral costaba US$ 100.000 en 1980”, explicó. “El que usamos para encontrar este (naufragio) costó poco más de US$ 10.000. Han bajado mucho de precio”.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) trabaja en un proyecto para mapear el fondo de los Grandes Lagos en alta resolución para 2030. Si tiene éxito, se podrán ubicar todos los naufragios, dijo Baillod.

Mientras tanto, añadió que espera seguir descubriendo más restos de su base de datos en los próximos años, junto a los científicos ciudadanos: “Sigo buscando, y no dudo que seguiremos encontrando”.

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