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Los aranceles, las deportaciones de Trump y el cambio climático encarecen los alimentos

Por Nathaniel Meyersohn, CNN

El presidente Donald Trump se comprometió a reducir los precios de los alimentos. Sin embargo, las políticas de su administración están contribuyendo a una aceleración de los costes, según economistas y empresas alimentarias.

Los comestibles se encarecieron el mes pasado a su ritmo más rápido en tres años, impulsados ​​por los aranceles de Trump, las medidas drásticas contra la inmigración y el clima extremo que perjudica la producción de alimentos.

Los precios subieron un 0,6 % en agosto con respecto al mes anterior, según la última lectura de la Oficina de Estadísticas Laborales, y un 2,7 % comparado con el año anterior.

El costo de los alimentos es un asunto muy personal para los consumidores, y las facturas semanales de comestibles influyen en su percepción general de la economía.

Más de la mitad de los estadounidenses consideran que el costo de los comestibles es un factor de estrés importante en sus vidas.

Los estadounidenses de bajos y medianos ingresos, los más afectados por el aumento del precio de los alimentos, están cambiando sus lugares de compra y sus productos.

Las empresas también están tomando medidas drásticas para atraer a los clientelas afectados por los aumentos, como el regreso de los cupones de papel.

“Los precios de los alimentos son una preocupación prioritaria para los consumidores y la gente de todo el país. Dominan las conversaciones en las mesas de la cocina”, dijo David Ortega, economista alimentario de la Universidad Estatal de Michigan. “También es un punto de conflicto político. La gente acudió a las urnas durante la última campaña electoral para votar por su candidato y bajar los precios de los alimentos”.

Ortega sostiene que el mayor impacto en los costos se da en los alimentos que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante para su producción en Estados Unidos, como las frutas y verduras, o aquellos cultivados casi exclusivamente en otros países y sujetos a aranceles elevados, como el café y el plátano.

“La agenda política que estamos viendo probablemente aumentará el precio de los alimentos”, pronosticó.

Si los aranceles se mantienen en los niveles actuales, los precios de los alimentos aumentarán un 3,4 % a corto plazo y se mantendrán un 2,5 % más altos a largo plazo, según estimaciones del Laboratorio de Presupuesto de la Universidad de Yale.

Este Laboratorio agrega que, con base en los gravámenes impuestos por Trump este año, la tasa arancelaria efectiva promedio en Estados Unidos se ha disparado a su nivel más alto desde 1935.

Pero el portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, dijo que un mes de datos no marca una tendencia y que la tasa de inflación bajo el gobierno de Trump se ha desacelerado en comparación con los últimos meses de la administración Biden.

Trump ha alcanzado “acuerdos comerciales sin precedentes y billones en compromisos de inversión históricos” que están “sentando las bases para la restauración a largo plazo de la grandeza estadounidense”, manifestó Desai.

La administración Trump afirmó que los acuerdos comerciales con otros países incluirían excepciones arancelarias para productos como el café y el banano. Sin embargo, actualmente, los alimentos de alta importación están experimentando algunos de los aumentos más pronunciados.

Los precios del café subieron un 3,6 % el mes pasado, el mayor incremento mensual desde 2011, según el último Índice de Precios al Consumidor.

En lo que va de año, el café se ha encarecido un 20,9 %, un alza anual casi récord. Estados Unidos obtiene la mayor parte del grano de Brasil, y las importaciones brasileñas, incluido el café, comenzaron a enfrentar aranceles del 50 % el mes pasado.

No se trata solo de esta bebida. Estados Unidos depende en gran medida de otros países para la mayoría de sus frutas y verduras. Las importaciones representan el 60 % de la fruta fresca y el 38 % de las verduras frescas en Estados Unidos, según el Departamento de Agricultura.

Los costos de estos productos están subiendo. El mes pasado, el precio de las manzanas aumentó un 3,5%; el de la lechuga, un 3,5 %; el de los plátanos, un 2,1 % con respecto al mes anterior, de acuerdo con el índice.

El tomate experimento un encarecimiento del 4,5 %. Estados Unidos depende de México para una variedad de tomates frescos, la mayoría de los cuales comenzaron a enfrentar aranceles del 17 % en julio, tras el vencimiento de un acuerdo comercial de casi tres décadas.

La producción agrícola en Estados Unidos depende de trabajadores indocumentados. Los jornaleros indocumentados que producen frutas y verduras representan el 42 % de los empleados del campo en Estados Unidos, según el Departamento de Agricultura.

Esto significa que la represión del Gobierno contra la inmigración, incluso en los centros de trabajo, está afectando a la industria alimentaria.

Las redadas migratorias han afectado importantes zonas de cultivo, dejando productos sin cosechar en las granjas de California y ahuyentando a los trabajadores de las instalaciones lecheras de Nueva York y otros estados.

Desde enero, 1,2 millones de trabajadores extranjeros han abandonado la fuerza laboral. El empleo agrícola cayó un 6,5 % entre marzo y julio, lo que representa una pérdida de aproximadamente 155.000 jornaleros, revirtiendo dos años de crecimiento.

Una fuerza laboral en disminución también enfriará las inversiones en la cadena de suministro de alimentos, dijo William Masters, profesor de economía de alimentos y nutrición en la Universidad de Tufts.

La menor cantidad de trabajadores inmigrantes ha elevado los costos laborales, lo que ha impulsado precios más altos, dicen los economistas.

“Si estás pensando en un nuevo huerto, invernadero o almacén, no lo harías ahora porque no conseguirías trabajadores”, comentó.

Las políticas de Trump no son el único factor que contribuyen al aumento de los precios: el cambio climático también está empinando los costos.

La escasez de suministro en las principales zonas productoras de naranjas, agravada por desastres provocados por el cambio climático, como huracanes más severos en Florida y sequías intensas en Brasil, ha impulsado los precios al alza. Los precios de las naranjas subieron un 0,9 % el mes pasado y un 5,2 % interanual.

Los de la carne de res aumentaron un 2,7 % el mes pasado y un 13,9 % interanual, provocados ​​por la reducción del ganado disponibles debido a la sequía y el cierre de procesadoras. El tamaño de los rebaños se encuentra en su nivel más bajo en 74 años, según la Federación Estadounidense de Oficinas Agrícolas.

En medio de los mayores costos de conseguir alimentos en los estantes de los supermercados, las empresas dicen que se ha abierto a una economía de dos niveles entre los compradores.

Los consumidores más adinerados siguen comprando alimentos e ingredientes de primera calidad, pero los de bajos ingresos están estresados. Compran tamaños más pequeños y evitan artículos discrecionales, adquiriendo solo lo esencial.

Los hogares de ingresos bajos y medios están haciendo viajes más cortos, pero más frecuentes y comprando más productos de marca blanca.

También comen menos fuera de casa, declaró el CEO de Kroger, Ron Sargent, en una conferencia telefónica sobre resultados la semana pasada.

Los hogares de ingresos más altos, aunque también están preocupados por la economía y los precios de los alimentos, siguen gastando. Y se están dando el lujo de comprar algunos productos premium.

Los inminentes recortes al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), o cupones de alimentos, presionarán aún más a los clientes de bajos ingresos.

La “gran y hermosa ley” de los republicanos introduce los mayores recortes en los 86 años de historia del programa y provocará que aproximadamente 4 millones de personas al mes pierdan parte o la totalidad de sus beneficios del SNAP.

Kroger está reintroduciendo los cupones de papel, una medida que pone de manifiesto cómo los compradores recurren a las promociones para reducir sus gastos de supermercado.

La compañía descontinuó algunos cupones de papel en 2023, lo que provocó la oposición de los clientes de mayor edad y menos familiarizados con la tecnología.

Pero Sargent dijo que Kroger está dando un giro radical a los cupones para llegar a los clientes “que no tienen un iPhone de US$ 600”.

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