Por temor a ICE, esta pareja de inmigrantes decidió regresar a El Salvador con sus gemelas estadounidenses
Por Merlín Delcid, CNN en Español
Comenzar una nueva vida en una zona rural de un país que no conoces no es nada fácil. Mucho menos si tienes apenas 10 años. Eso es lo que están viviendo Elizabeth y Paola Guerra, hermanas gemelas que son ciudadanas estadounidenses. Ambas debieron mudarse a El Salvador cuando sus padres inmigrantes decidieron “autodeportarse” por temor a las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Las gemelas llegaron a El Salvador en junio junto a su madre, Yesenia Ruano, después de haber vivido toda su vida en Milwaukee, en Wisconsin. Elizabeth dice que extraña su casa en Estados Unidos y trata de adaptarse a su nueva realidad en Tamanique, un distrito en el departamento de La Libertad, a 40 kilómetros de San Salvador.
Para pasar sus días, se entretiene alimentando y cuidando a un grupo de pollos y patos. “Son mis mascotas ahora”, dice, al tiempo que señala que le es difícil acostumbrarse al calor, ya que su casa está a pocos minutos de la costa.
Su hermana, Paola, también quisiera regresar a su casa en Estados Unidos, pero sabe que por ahora no es posible. Mientras espera el comienzo de la escuela, que será en enero, se entretiene hablando y jugando en línea con sus amigas que quedaron en Milwaukee. “Su casa estaba a la par de la nuestra”, recuerda, con nostalgia.
La madre de las niñas, de 38 años, tomó la decisión de regresar a El Salvador tras vivir 14 años en Estados Unidos, a donde habían viajado para escapar de la pobreza y el acoso de las pandillas. Ruano cuenta que corría el riesgo de ser detenida por ICE, porque no tenía documentos. Ella estaba tramitando su visa T, que se le otorga a las personas que han sido víctimas de trata, y hasta hace unos meses se presentaba rutinariamente ante las autoridades migratorias para avanzar con el proceso.
Sin embargo, tras la llegada de Donald Trump a su segunda presidencia, las condiciones cambiaron y las autoridades de inmigración le advirtieron que debía tener listos maletas y boletos de avión, porque tenía que esperar el resultado del trámite en su país de origen. La apelación para quedarse en Estados Unidos, cuenta en entrevista con CNN, fue rechazada y, ante el temor de ser arrestada prefirió irse voluntariamente.
“Algunas personas allá me decían que me quedara escondida, porque mucha gente lo hace, pero yo opté por sentirme libre de persecución”, sostiene.
Ella sabe que la decisión que tomaron no es nada fácil y que ha cambiado la vida de sus pequeñas, porque las alejaron de amistades, maestros y de su casa. “Ellas iban a clases de violín, las tenía en diferentes programas y todo eso desapareció de la noche a la mañana”, se lamenta.
Su esposo, Miguel Guerra, 39 años, viajó dos meses después que el resto de la familia, para terminar de vender algunas pertenencias y traer parte de sus herramientas a El Salvador, después de vivir durante 18 años indocumentado en Estados Unidos, donde trabajó en la construcción y en una empresa de venta de pizzas congeladas.
Guerra y Ruano son docentes de literatura y, entre sus planes, está el de buscar trabajo como maestros en las escuelas públicas cercanas a Tamanique. Antes de dejar El Salvador, Ruano trabajaba como docente en la Academia de Lenguaje y Bellas Artes.
La pareja dice que trata de adaptarse a las nuevas condiciones y confía en que, una vez las gemelas comiencen a asistir a la escuela, todo será diferente porque harán nuevas amistades y podrán adaptarse más rápido a su nuevo país.
Sin embargo, no pierden de vista que sus hijas pueden regresar a Estados Unidos cuando quieran. Al cumplir 18 años, ellas podrán decidir si quieren volver allá, explica su padre en entrevista con CNN. “Yo les digo a ellas que la vida no se acaba aquí, tenemos que ir a la Universidad, tenemos que ver de qué manera ellas se preparan, si quieren regresar a Estados Unidos, para que lleguen con las herramientas necesarias”, sostiene Guerra.
Él espera que las pequeñas sigan practicando su inglés, mientras aprenden sobre la cultura de El Salvador.
Guerra y Ruano mostraron a un equipo de CNN el terreno que compraron hace más de una década y a donde ahora planifican construir su nuevo hogar.
“La cocina a este lado y aquí que me quede el comedor y sala para que me quede toda esta parte de jardín”, explica emocionado Guerra, al tiempo que enumera todos los trámites que debe hacer antes de comenzar la construcción. Mientras tanto, seguirán viviendo en la casa de sus padres.
Copito, un pequeño Poodle blanco de siete años que la familia adoptó en 2023 en un refugio de animales en Estados Unidos, también se está adaptando a su nuevo hogar. “Pobrecito el animalito, ya se había encariñado con nosotros”, dice Ruano, mientras sostiene la correa con la que saca a pasear al perro.
“Allá lo sacaba a un parque a caminar, aquí no lo puedo sacar porque andan muchos perros callejeros y me lo van a morder”, señala.
En medio de la mezcla de emociones, esta familia refleja lo que muchos inmigrantes están viviendo a raíz de la dura política migratoria de la administración de Trump. Y, si bien es difícil adaptarse a ese país que habían dejado atrás, y que a sus hijas les es ajeno, todos se aferran a lo único que puede mantenerlos a flote: estar juntos.
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