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Las señales de Trump a Zelensky y Europa: acepten este plan o estarán solos

Análisis por Tim Lister, CNN

El plan de 28 puntos elaborado por los enviados de Estados Unidos y Rusia y presentado a Ucrania esta semana tenía una fecha límite y una amenaza implícita: firmarlo o enfrentar el riesgo de ser abandonado.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo el viernes que al líder ucraniano Volodymyr Zelensky “le tendría que gustar” el plan estadounidense, sugiriendo que no está de humor para negociar y diciendo que tiene hasta este jueves para aceptarlo.

Zelensky reconoció la dura elección en un sombrío discurso a la nación el viernes, presentando el plan como una elección entre perder a Estados Unidos como aliado y ceder a las demandas rusas, a las que responden muchos de los 28 puntos.

Si Kyiv perdiera el apoyo de Estados Unidos, las consecuencias serían graves para su suministro de armas y su acceso a la inteligencia, agravando las crisis existentes: falta de soldados, crisis financiera y una creciente falta de confianza entre los ucranianos en una presidencia manchada por el escándalo.

Sobre todo, rechazar la propuesta anunciaría una separación existencial de Estados Unidos, con enormes implicaciones estratégicas para Ucrania y sus aliados europeos. Se correría el riesgo de que Estados Unidos le diera la espalda al conflicto por completo, incumpliendo sus promesas de garantizar la seguridad de Ucrania y diciendo no solo a Zelensky, sino también a los europeos: “Están solos”.

No obtener armas estadounidenses perjudicaría a Ucrania, pero no tanto como hace tres años. Esto se debe en parte a que el conflicto cambió mucho: los tanques, las armas antitanque y los vehículos blindados ahora desempeñan un papel secundario ante los omnipresentes drones.

Y esto se debe en parte a que el flujo de armas desde Europa ahora es mayor que el de Estados Unidos. Desde el inicio de la guerra hasta junio de 2025, Europa asignó al menos US$ 40.000 millones en ayuda militar, US$ 5.000 millones más que Estados Unidos.

La pérdida de armamento estadounidense afectaría sobre todo a las defensas aéreas ucranianas, que incluyen baterías y misiles Patriot. Zelensky ha pedido repetidamente más defensas aéreas a Estados Unidos, pero los Patriots escasean. Incluso si Estados Unidos cortara su propio suministro de misiles y repuestos, podría permitir que los aliados europeos y de otros países siguieran prestando ayuda.

Ucrania también ha contado con un suministro limitado de misiles ATACM estadounidenses de gran eficacia.

La administración Trump ha mostrado una mayor disposición a vender armas estadounidenses a un fondo financiado por Europa, conocido como la Lista de Requisitos Prioritarios de Ucrania (PURL), con un valor aproximado de US$ 90.000 millones. Sin embargo, podría castigar a Ucrania abandonando el programa si Kyiv rechaza el plan.

En el lado positivo, Ucrania ha desarrollado una formidable industria de drones y misiles, aunque necesita expandirse. Las autoridades ucranianas han afirmado que el 90 % de los drones que utiliza se fabrican en Ucrania.

Estados Unidos dejó de compartir inteligencia con Ucrania brevemente en marzo, después del infame encuentro en el Despacho Oval entre Trump y Zelensky.

La naturaleza exacta de esa cooperación nunca se ha divulgado públicamente, pero probablemente incluye una alerta temprana de lanzamientos de misiles rusos y un análisis en tiempo real de los movimientos de tropas rusas, algo fundamental en un momento en que las fuerzas rusas están avanzando en varias partes del frente.

En octubre, Zelensky reconoció que todas las defensas de Ucrania contra los misiles rusos (Patriot, NASAMS e IRIS-T) tendrían datos limitados sin la inteligencia estadounidense, lo que significa que no habría suficiente información para garantizar la defensa.

La inteligencia estadounidense también ha sido utilizada en ataques ucranianos en el interior de Rusia, incluso contra infraestructura militar y energética, dijeron fuentes ucranianas a CNN.

Los europeos están mejorando su acceso a dicha inteligencia, pero se necesitan años para construir y coordinar esas capacidades.

Los mayores problemas de Ucrania son más bien locales y no se podrían solucionar con tanques ni misiles estadounidenses. Sus fuerzas armadas sufren una crisis de personal. Decenas de miles de soldados se ausentaron sin permiso solo en los primeros siete meses de este año.

Muchas unidades de infantería tienen una dotación de personal insuficiente, pero reducir la edad de reclutamiento de 25 años se considera una mina política.

Si Kyiv rechaza el plan, el respaldo estadounidense a su solvencia podría ser otra víctima. El Fondo Monetario Internacional afirma que Ucrania necesita US$ 65.000 millones en apoyo presupuestario solo durante el próximo año. La Unión Europea ha tenido dificultades para llegar a un acuerdo sobre cómo utilizar los activos rusos congelados como garantía de préstamos.

El plan de 28 puntos –obra del enviado de Trump, Steve Witkoff, y del funcionario ruso Kirill Dmitriev– amenaza con hacer estallar las delicadas negociaciones sobre el uso de esos activos.

Se invertirán US$ 100.000 millones en activos rusos congelados en las iniciativas lideradas por Estados Unidos para reconstruir e invertir en Ucrania. Estados Unidos recibirá el 50 % de las ganancias de esta operación.

“Los fondos rusos congelados en poder de Europa serán descongelados”, insiste el plan, incluso si esos fondos están fuera del control de Estados Unidos y Europa no es parte del plan.

El plan ruso-estadounidense (punto 5) dice que “Ucrania recibirá garantías de seguridad fiables”, pero no ofrece ningún detalle.

Palabras como: “Se espera que Rusia no invada los países vecinos” (punto 3) no inspirarán confianza en Kyiv.

Algunos informes sugieren que, según un anexo del plan, “un ataque armado significativo, deliberado y sostenido por parte de la Federación Rusa a través de la línea de armisticio acordada hacia territorio ucraniano será considerado como un ataque que amenaza la paz y la seguridad de la comunidad transatlántica”.

CNN no ha podido confirmar dicha cláusula.

Sin garantías precisas y detalladas, respaldadas por el Congreso de Estados Unidos para que tengan fuerza de ley y respaldadas por la amenaza de sanciones, es difícil entender por qué Zelensky accedería al esbozo básico del plan.

Pero el rechazo conllevaría un riesgo existencial.

Mucho antes de la invasión total de Ucrania por parte de Rusia, el sueño del presidente de Rusia, Vladímir Putin, era separar a Europa de Estados Unidos. Un tema predilecto del Kremlin desde que Trump asumió el cargo ha sido contrastar los esfuerzos de Trump por resolver el conflicto con los belicistas europeos.

El plan de 28 puntos refleja la visión distante que tiene esta administración estadounidense de la OTAN, piedra angular de la paz en Europa durante 80 años.

Se afirma que “se celebrará un diálogo entre Rusia y la OTAN, con mediación de Estados Unidos”, intercambiando el papel de aliado por el de árbitro.

Los líderes europeos, junto con Japón y Canadá, estuvieron tan cerca como pudieron de un rechazo cortés del plan en una declaración el sábado, diciendo que “requiere trabajo adicional”.

Agregaron que estaban “preocupados por las limitaciones propuestas a las fuerzas armadas de Ucrania”, que dejarían al país vulnerable a ataques.

Algunos europeos piensan que éste es un momento catártico.

“Nos han dicho repetida e inequívocamente que la seguridad de Ucrania, y por lo tanto la seguridad de Europa, será responsabilidad de Europa. Y así es”, declaró el exministro de Asuntos Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis, el sábado X.

Hace apenas un mes, Zelensky declaró que, en una llamada telefónica con Trump, había “discutido oportunidades para reforzar nuestra defensa aérea, así como acuerdos concretos en los que estamos trabajando para garantizarlo. Hay buenas opciones e ideas sólidas sobre cómo fortalecernos verdaderamente”.

Esas buenas opciones se han evaporado.

La posible pérdida de sistemas de armas y de inteligencia –y su impacto inmediato en un campo de batalla que cada vez se inclina más a favor de Moscú, así como en los suministros energéticos de Ucrania– son muy importantes.

Pero palidecen en comparación con la perspectiva de que Washington esté dispuesto a recompensar la agresión de Putin, ignorar su toma de territorio europeo y distanciarse de la alianza por la paz más exitosa de la era moderna.

“Existe una larga tradición de grandes potencias en Europa que hacen acuerdos a costa de países más pequeños, lo que genera un sufrimiento terrible”, escribe Anne Applebaum en The Atlantic.

“El pacto Molotov-Ribbentrop, con sus protocolos secretos, nos trajo la Segunda Guerra Mundial. El acuerdo de Yalta nos trajo la Guerra Fría. El pacto Witkoff-Dmitriev, si se mantiene, encajará perfectamente en esa tradición”, dijo.

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