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La salida de Marjorie Taylor Greene muestra que Trump domina el Partido Republicano, pero es un aviso que no debería ignorar

Análisis por Stephen Collinson, CNN

El sorpresivo anuncio de Marjorie Taylor Greene sobre su salida de la Cámara de Representantes, tras una disputa con Donald Trump, muestra que el presidente aún tiene poder para castigar los desafíos a su autoridad dentro del Partido Republicano.

Pero si en su búsqueda de lealtad total Trump ignora el trasfondo de las quejas de la representante de Georgia, quien alguna vez fue una de sus más fervientes seguidoras, entonces llevará a su partido por un camino arriesgado.

El domingo, Greene rechazó los informes de que su salida del Congreso en enero sea el preludio de una candidatura presidencial en 2028, insistiendo en una extensa publicación en X que “no la motivan el poder ni los títulos”.

Dado su aparente descontento con la política, su partido y Washington en general, podría ser sensato tomarla en serio. Aun así, su publicación en X, junto con un video y la larga declaración en la que hizo su anuncio el viernes, no sonaron como las de alguien que dejará el debate público o los principios de “Estados Unidos primero” atrás.

Ya sea que el futuro de Taylor Greene esté en un papel en los medios conservadores o en una campaña política, adoptó posturas sobre la Seguridad Social, la atención médica, la inmigración, la política exterior y la deuda nacional que suenan mucho a un manifiesto para un regreso a lo básico del movimiento MAGA cuando Trump ya no esté en escena.

El distanciamiento de Taylor Greene con Trump ha generado tanto interés porque representa una fractura entre dos de las principales figuras del MAGA, pero también porque parece insinuar divisiones más profundas dentro del propio movimiento. Y dado que alguna vez fue una entusiasta participante en la política “tóxica” impulsada por Trump —por la que se disculpó la semana pasada en “State of the Union” de CNN—, el giro de Taylor Greene podría ser señal de un cansancio más amplio ante el drama y la hostilidad que Trump genera cada día.

Hay dos teorías que circulan en Washington sobre el comportamiento de Greene.

► Una es que el enfrentamiento y su salida prueban que el férreo control de Trump sobre el partido sigue siendo tan fuerte como siempre. En esta versión, Taylor Greene seguirá el camino de críticos de Trump como la exrepresentante Liz Cheney, el exsenador Jeff Flake y otros que fueron expulsados de la vida pública por los ataques del presidente. Al volverse contra Taylor Greene, el presidente demostró a todos los legisladores republicanos lo que sucede si se enfrentan a él.

El rechazo de Taylor Greene a luchar en una primaria respaldada por Trump, como expresó en su anuncio de renuncia, resonará entre los legisladores que saben que la mayor amenaza para sus cargos es perder en una primaria republicana, más que en una elección general, después de años de manipulación de distritos electorales.

► Una posibilidad alternativa es que, para que Trump se distancie de alguien que alguna vez fue tan enfática en su apoyo como Taylor Greene, debe haber fisuras genuinas en el partido y el movimiento. La ruptura ha coincidido con una caída en la popularidad nacional de Trump un año después de su reelección; sugerencias de que se está convirtiendo en un “pato cojo”; y una revuelta sin precedentes —en la que Taylor Greene jugó un papel principal— contra Trump por parte de los republicanos del Capitolio debido a los archivos de Jeffrey Epstein.

Probablemente haya elementos de verdad en ambas teorías. Nunca fue realista pensar que un solo miembro del Congreso, incluso uno tan hábil en cultivar publicidad y controversia como Taylor Greene, prevalecería en una prueba de voluntades políticas con un presidente; y menos aún con uno que transformó al Partido Republicano a su imagen, creó su propio movimiento populista y disfruta de un vínculo excepcional con la base de su partido. Pero Taylor Greene sostiene que el presidente se ha alejado de los valores que lo llevaron al cargo y que validan su atractivo. Eso representa una amenaza para la autoridad de Trump en un momento político difícil y en una etapa en la que el poder de los presidentes en su segundo mandato suele empezar a decaer.

Hacer la vida de Taylor Greene tan insoportable que se vea obligada a abandonar Washington puede representar un intento de Trump de retrasar el declive de su poder político. Pero cuando los revolucionarios empiezan a pelear por el significado de la revolución, suele ser una señal de que su proyecto político está en problemas.

La rebelión de Taylor Greene no es la única fuerza que amenaza la unidad del Partido Republicano. Una fuerte controversia sobre el nacionalista blanco y negacionista del Holocausto Nick Fuentes ha involucrado a la Heritage Foundation, el grupo de expertos conservador detrás de gran parte del programa interno de Trump. También hay crecientes críticas a Trump por parte de la comunidad de podcasters populares entre los jóvenes blancos, que desempeñó un papel importante en su triunfo electoral de 2024.

Y la crítica de Taylor Greene a Trump va más allá de las políticas. Ella se ha quejado del impacto de sus ataques personales en televisión y redes sociales, advirtiendo de que ha puesto en riesgo su seguridad, una experiencia que la llevó a reconsiderar su propia conducta pasada. Acusó a Trump de gastar decenas de millones de dólares en su contra en un intento de “destruirla” políticamente. “Todo es tan absurdo y completamente poco serio. Me niego a ser una ‘esposa maltratada’ esperando que todo desaparezca y mejore”, escribió en su declaración de renuncia.

Las quejas de Taylor Greene sobre el impacto de los ataques de Trump no están generando mucha simpatía entre algunos de sus adversarios demócratas. “Yo pensé, ‘tienes que estar bromeando’”, dijo la representante demócrata Jasmine Crockett de Texas a Jake Tapper en “State of the Union” de CNN el domingo.

“Estuviste en el lado opuesto del presidente por una semana y no aguantaste la presión. Imagina lo que es estar en mi lugar, no solo estar en el lado opuesto de él, sino tener a personas como ella que constantemente avivan las llamas del odio”, dijo Crockett.

Las perspectivas políticas inmediatas de Taylor Greene no parecen prometedoras, lo que es una razón por la que sus negativas de estar buscando una reinvención política en una nueva contienda pueden tomarse al pie de la letra. Sus posibilidades de tener éxito en un partido donde podría ser vista como desleal a Trump parecen remotas, aunque el panorama político podría cambiar antes de que la primaria presidencial republicana de 2028 realmente comience.

La contienda por la gobernación de Georgia ya está saturada antes de la primaria republicana. Una elección estatal podría ser difícil de todos modos, dado que es probable que su pasado político extremo aleje a los votantes moderados, incluso si ha intentado cambiar su imagen en Washington.

Trump insistió en que la raíz de la “apostasía” MAGA de Taylor Greene era una ambición frustrada, ya que él le había dicho que no se postulara para gobernadora de Georgia ni para senadora de EE.UU. Ella insistió en que no tenía intenciones de buscar otros cargos políticos. Pero no sería considerada favorita para ningún ascenso en Georgia.

Aun así, al dejar el Congreso ahora, puede distanciarse de una posible derrota republicana en la Cámara en 2026, algo que ella misma predijo al renunciar. Y se ha posicionado para ser vista como una de las primeras republicanas en advertir sobre un desastre inminente si comienza un análisis político posterior.

Además, tras las recientes tensiones de Taylor Greene con el presidente de la Cámara, Mike Johnson, su salida hará la vida de Johnson aún más difícil, reduciendo su ya escasa mayoría republicana.

Trump dijo a ABC News el viernes que la renuncia de Taylor Greene era “una gran noticia para el país”. Pero quizás no debería celebrar tan pronto. Después de todo, Taylor Greene formaba parte de la coalición que le infligió su derrota más severa a manos de los republicanos del Capitolio, quienes respaldaron un proyecto de ley que exige al Departamento de Justicia publicar los archivos de Epstein, una medida a la que él se había resistido durante mucho tiempo. Además de la humillación, la nueva ley que firmó la semana pasada agravó su dolor de cabeza político sobre el tema.

Y Taylor Greene, canalizando las opiniones de los votantes de un distrito que ganó con una gran mayoría el año pasado, ha criticado a Trump de manera minuciosa. Ha advertido de que la administración está manipulando a los estadounidenses respecto a los precios y ha acusado al Partido Republicano de no hacer nada para aliviar la situación de los beneficiarios de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, quienes en algunos casos están viendo duplicarse el costo de sus primas. Además, ha criticado la búsqueda de Trump de un legado en política exterior por considerarla contraria a los principios del movimiento “Estados Unidos primero”, que prioriza los asuntos internos.

Si los votantes republicanos comparten ampliamente sus preocupaciones —que, según las encuestas, se reflejan en un espectro político mucho más amplio que el movimiento MAGA—, el entusiasmo por los candidatos del partido podría caer a niveles peligrosos en las elecciones de medio término.

Los intentos de Trump por abordar la crisis de asequibilidad han sido lamentables: dijo que los estadounidenses que luchan con el costo de la vida están viviendo en una edad de oro económica. No es difícil ver que Taylor Greene está mucho más en sintonía con la realidad de gran parte del país que Trump, un multimillonario que vive un estilo de vida lujoso y se rodea de acólitos adinerados y funcionarios serviles.

También hay algo más profundo en los comentarios recientes de Taylor Greene. Ella diagnosticó un sistema político que está fallando a millones de estadounidenses. Argumentó que los líderes del país son negligentes al evaluar las necesidades más básicas de los estadounidenses: atención médica, alimentar a sus hijos, financiar la universidad y ofrecer un futuro viable en el que puedan criar a sus propias familias jóvenes.

Independientemente de si se postula o no para la presidencia en 2028, Taylor Greene ya ha dado con el que probablemente será el tema central de la próxima contienda. Y es un tema que resuena mucho más allá del movimiento MAGA.

Taylor Greene llegó a Washington tras ganar las elecciones por primera vez en 2020 como una incendiaria promotora de teorías conspirativas absurdas y defensora del movimiento QAnon. Alguna vez consideró a Trump como el mejor presidente de su vida.

Su salida, a menos de un año del segundo mandato de Trump, es un comentario condenatorio sobre su presidencia.

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